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02 septiembre 2005

Mis traducciones

Anna AJMATOVA

Musa


Cuando de noche espero su llegada,
la vida, al parecer, pende de un hilo.
¡Qué valen el honor, la juventud, la libertad
ante esta amable visita con una flautilla en la mano!
Hela aquí que entró. Quitándose el manto,
atentamente se me ha quedado mirando.
Le pregunto: “¿Fuiste tú quien a Dante le dictó
las páginas del Infierno? Me responde: “Fui yo”.


A la ciudad de Pushkin

Y las terrazas de Tsárskoie selo...
Pushkin

1
¡Qué pena siento! Ellos te incendiaron...
¡Ah! ¡El encuentro es más amargo que la despedida!...
Aquí estuvo la fuente, más allá las altas arboledas
Y a lo lejos la majestad del antiguo parque.
El alba de sí misma enrojece cada vez más.
En abril el olor del moho y de la tierra
Y el primer beso...

1945

2

Las hojas del sauce marchitaron en el siglo diecinueve
para brillar cien veces más frescas en el ritmo de los versos.
Las agrestes rosas se volvieron purpúreos, rústicos rosales
y los cantos colegiales siguen sonando animosos.

Trascurrió medio siglo... Generosa y sorprendente me eligió

la suerte
y en la inconsciencia de los días me olvidé del curso de los años.
¡Allí no volveré! Pero me llevaré al río del olvido y de la muerte
los vivos contornos de los jardines de mi Tsárskoie selo.

1957
Moscú


A Alexander Blok

Fui a visitar al poeta.
A mediodía en punto. Un domingo.
Había silencio en la gran sala
y tras los cristales el frío.

Un sol frambuesa flotaba
sobre una bruma de felpa azul...
Callado, el dueño de casa
con su clara mirada me observa.

Tiene unos ojos tales
que todos recordarlos deben.
A mí, prudente, más me vale
no mirarlos para nada.

Recordaré no obstante la plática,
el brumoso mediodía, el domingo
en la alta casa gris
de las marinas orillas del Neva.

El Sótano de la Memoria

Pero es absurdo decir que vivo entristecida
y que los recuerdos me apuñalan.
No suelo visitar con tanta frecuencia mi memoria
y a la verdad, siempre me ha sacado de quicio.
Cuando bajo, con un candil, a ese sótano,
me parece que de nuevo un sordo derrumbe
desde la angosta escalera retumba.
El candil humea. No logro retroceder.
Sé que voy allí, hacia el enemigo.
Yo suplico, como una gracia... Pero allí
está oscuro y en silencio. ¡Mi fiesta se acabó!
¡Treinta años! Como se despedía a las damas,
murió de vejez aquel travieso.
Llegué tarde. ¡Qué desgracia!
No puedo mostrarme en ninguna parte
y avanzo rozando los cuadros de las paredes,
me caliento cerca de la chimenea. ¿Qué quimera es esta?
A través de este pudridero, de esta humareda,
de esta corrupción brillaron dos azules esmeraldas.
El gato maulló. ¡Volvamos a casa!

¿Pero dónde está mi casa y dónde está mi juicio?

1940

1 comentario:

  1. Anónimo3:58 a. m.

    Hola Carlos,
    He leído tus traducciones de la poesía de Anna Ajmatova y ... no sé qué decirte... No resonó en mi interior. Quiero explicarme. No creo que es la culpa de TUS traducciones. Es que no soy capaz de percibir la poesía rusa en traducciones. Sé cómo tiene que sonar y no soy capaz de abstraerme de las expectativas. Simplemente no la reconozco. Además, Anna Ajmatova nunca era mi poeta predilecta. La había leído hace tiempo. Incluso algo me gustaba pero nunca me volvía loca como, por ejemplo, Marina Tsvetaieva. Con ella sí tengo un amor casi enfermizo. Su poesía roza lo místico. Lo único que no le puedo perdonar es su suicidio. Me supera. Ajmatova me resulta demasiado correcta, demasiado moderada, demasiado rectangular... como San Petersburgo. Me siento culpable diciendo estas barbaridades pero es como lo siento. Quizás, se trata de mi ignorancia y/o alguna resistencia. Las dos a la vez – Ajmatova y Tsvetaeva – no me caben. Seguro que conoces estas dicotomías típicas rusas: Dostoevskiy/Tolstoy, Moscú/San Petersburgo, Tsvetaieva/Ajmatova...

    Querido Carlos, no quiero que todo lo que te he dicho te desanime. La Poesía tiene traspasar las fronteras lingüísticas, tiene que darse a conocer para animar a la gente que la lean en original. Así hace muchos años la poesía sufi me animó a estudiar el árabe.
    ¿Te animas a traducir una poesía de Ajmatova? A esta sí, la tengo grabada en mi memoria desde hace tiempo y para siempre:

    Есть в близости людей заветная черта,
    Ее не перейти влюбленности и страсти, —
    Пусть в жуткой тишине сливаются уста
    И сердце рвется от любви на части.

    И дружба здесь бессильна, и года
    Высокого и огненного счастья,
    Когда душа свободна и чужда
    Медлительной истоме сладострастья.

    Стремящиеся к ней безумны, а ее
    Достигшие — поражены тоскою...
    Теперь ты понял, отчего мое
    Не бьется сердце под твоей рукою.

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