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29 julio 2006

Poema

¡Ah! Esta mi vieja manía
de querer hacerlo todo
un barquito de papel.

Inoportuno he sido.

Con los pies desnudos
en los lodosos torrentes,
buscando quemarme en una voz,
perderme en el laberinto de una mirada.

Se han ido mis barcos todos
y ocurrió con mis sueños
lo que ocurre con el miedo
cuando la esperanza muere.

Tan fatuo he sido.

Tan corta la tormenta,
tan frágiles los naufragios,
tanto papel de engaño.

Barquitos
de gozo inconcluso.

Una mirada, una voz.

Y si de ellas nace en mi cuerpo
un amoroso afecto,
¿por qué en mi pecho tan junto
e inseparablemente
surge este mi anhelo
de encontrar pronto los pañuelos?

Por una voz,
por unos ojos,
tantos barcos se me escapan de la mano.

Ahora soy.

Tan oscuro como antes,
pozo sediento de dos estrellas,
ondoso estanque
donde calla el viento
y vela y boga la sed
buscando el amaranto,
la amapola y el clavel.

La voz.

Fuego que llama mis barcos.
Fuego que inunda de alacranes mis sienes.

Esa mirada,
este cielo, ese prado que circunda,
me absorbe, me envuelve
y me deja nuevamente oscuro.

Ahora vuelvo a ser
y siento que no he sido.

11/10/1989

1 comentario:

  1. Anónimo1:50 a. m.

    Me lo recomendaron. Me gustó. Eso es todo...

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