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30 enero 2010

El misionero Felipe González

Los que como Felipe González piden "modernizar" la ideología persisten en la suya, la vieja y resquebrajada ideología de la « colaboración de clases ». No obstante los que tienen que poner el lomo para cargar los bultos del esfuerzo son siempre los mismos: los trabajadores. Un ejemplo de hoy, el partido en el gobierno en España es el de Felipe González, pues este gobierno propone alargar hasta los 67 años la edad de la jubilación. El motivo es que el Estado español pronto no podrá asumir el pago de las pensiones. El gobierno prefiere un retroceso de una condición social que, por ejemplo, aumentar la parte patronal en la contribución fiscal para este fin. En todos los rubros de los servicios prestados por los organismos sociales españoles se viene observando retrocesos. Paulatinamente muchos servicios antes del Estado pasan a manos privadas y los costos para el público aumentan. En la propaganda ideológica tanto de la derecha, como de la social-democracia la libre concurrencia, el mercado iba a aportar obligatoriamente la baja de las tarifas. La realidad se ve en el crecido aumento del monto de las facturas de electricidad, pasajes, correos, etc. Los salarios siguen estancados a pesar de la constante inflación. Pero la confianza reina entre los patrones y las reglas de juego siguen reinando.

¿Qué significa en la boca de estas personas la palabra “confianza”? Pues simple y llanamente en que el Estado va a garantizar que los salarios sigan siendo los mismos y que los trabajadores se mantendrán conformes y sin protestar, ni emprender luchas laborales. La confianza reina cuando se puede imponer a los trabajadores cadencias de trabajo más pesadas, cuando los patrones pueden despedir a los trabajadores, sin asumir las consecuencias sociales del desempleo y las prestaciones del paro disminuyen a cadencias aceleradas. La confianza reina cuando la flexibilidad de los horarios sea en beneficio de la máxima explotación de los trabajadores y no en el gozo de su tiempo libre. Es esto el reino de la confianza.


Estas “reglas del juego” son las que deben seguir siendo las mismas. La realidad de esto es que son muy pocos los que juegan, la mayoría sufre las consecuencias del jueguito patronal.


Ahora la edad de la jubilación en España es de 65 años. Según el diario patronal francés “Les Echos” esta medida de pasar a 67 años, la anunció la vice-presidenta María Tereza Fernández al salir del Consejo de Ministros y la ministra de Economía, Elena Salgado, se apresuró a declarar que no “hay mucho tiempo para consultas, ni debates”. Por supuesto las principales centrales sindicales han mostrado ya su oposición y descontento. El patronato, al contrario, aplaudió. Ellos proponen postergar la jubilación hasta los 70 años.


Al mismo tiempo que se anunciaba esto coincide otra información capital, el Instituto Nacional de Estadísticas divulgó la cifra de 4.32 millones de desocupados para finales de 2009, esto ni más ni menos significa un aumento de 1.1 millón de desempleados en un año. Es muy posible que estos parados (así le dicen a los desempleados en España) han aprendido “las reglas del juego”.


“Estas cifras muestran que en lugar de retrazar la salida a la jubilación, debemos incorporar a los jóvenes al mercado del trabajo”, declaró el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo. Por su lado, Cándido Méndez, jefe de la UGT, cercano al Partido de Felipe Gonzáles, afirmó que “la proposición no era un estimulante para el diálogo social”, que se encuentra en mal estado. Cándido Méndez agregó que “la medida es muy polémica, que se inscribe en una visión de corto plazo, sin duda alguna para satisfacer a los mercados financieros”.


Según el diario patronal francés, España es observada a la lupa por los “inversores internacionales”, a causa de la fuerte degradación en las cuentas públicas, debida a la recesión y a los planes de apoyo a la economía. El déficit público se ha disparado hasta el 11,4% del producto interno bruto, según informó hoy viernes la ministra de la Economía, Elena Salgado, este déficit es mucho más alto que el inicialmente previsto, de 9,5%.


Felipito cumple su misión de misionero, nos predica que modernicemos nuestra ideología para defender las “reglas del juego”. Los jóvenes desempleados españoles y los viejos empleados que esperaban un descanso merecido, pues de seguro aprecian muy en alto este jueguito capitalista bajo la batuta socialdemócrata de los discípulos de nuestro predicador.

26 enero 2010

El niño del mandado y el cipote malcriado

El presidente Funes se conduce como el niño del mandado respecto a las multinacionales y como un cipote malcriado con la Asamblea Nacional y su «propio» partido.


La declaración de Funes es lo que es, caprichosa, intempestiva y brutal. La Asamblea es un órgano del Estado autónomo, independiente y separado del Ejecutivo. En esta separación reposa el equilibrio de las instituciones de la República. La Asamblea resulta del sufragio universal y es el único órgano con postestad a legislar. Lo reconoció el mismo presidente cuando esto le convino, para rehuir sus propias responsabilidades de definirse sobre la Ley de Amnistía (doble moral).


El presidente parece que ha perdido la dimensión de su propia función, es presidente de una república, no el mandamás de una dictadura. Veamos, Funes afirma que no está « en contra de que las fracciones promuevan las iniciativas que estimen convenientes », pero este derecho lo tiene la Asamblea por la Constitución misma, aún incluso que él no estuviera de acuerdo. ¿Va a promover nuestro presidente una reforma constitucinal contra ese artículo tetuntero? Como estamos entre salvadoreños, pétreo se puede traducir como tetuntero, de tetunte. Con tanto rídiculo, uno se ve obligado a echar chistes. Pero el colmo de nuestro presidente es que le exige a la bancada del FMLN que antes de tomar una iniciativa, «lo menos que tenía que hacer era discutirla con el Gobierno”. No se froten los ojos, es lo que ha declarado. Menos mal que no puede distituirlos.


Los diputados responden ante sus electores, tienen su propia agenda, sus propias obligaciones, son los representates del pueblo. La medida no tuvo por qué ser una sorpresa para Funes, pues estaba considerada como una promesa legislativa del FMLN., incluida en su plataforma legislativa. Por una vez que cumplen una promesa, el regañón les muestra el cincho…


Pero ahora vengamos al fondo. La medida de cobrar el “cargo básico” fue introducido en 1997 por influencia de France-Télécom que lo practica en su país y por la que pierde clientes en favor de nuevas compañías que no aplican esta medida. El presidente se alarma porque le han llamado por teléfono representantes de las compañías de telecomunicaciones extranjeras y lo amenazaron con que se irían del país. Un tantito de dignidad lo hubiera llevado a omitir este detalle. Su reacción es pues resultado de esos llamados teléfonicos. No creo que las compañías ejecuten esas amenazas. Pero lo que ha quedado meridianamente claro es que Funes está más atento a las compañías extranjeras que a los salvadoreños que aprueban la medida votada. Esta punción en el presupuesto de las familias salvadoreñas no tiene ninguna explicación extrictamente técnica, ni aún menos económica, lo que quiero decir que se trata de un cobro arbitrario, con aumentos que no tienen nada que ver con ninguna inversión nueva y que en realidad su anulación no va a venir a castigar las innovaciones técnicas como la ha declarado un representantes de las compañías de teléfonos, ni tampoco como agregó a la propiedad privada.


Lo que se votó no ha venido a romper ninguna regla de ningún juego, sino que ha restablecido lo que ocurría en el país antes de su introducción. Ni tampoco pone en peligro las hipotéticas, virtuales inversiones extranjeras futuras. Este discurso se repite y se usa para justificar toda legislación en contra de los intereses de los trabajadores, es lo que se dice cuando no se quiere legislar en favor de los intereses nacionales. Es un argumento vacío, pues hasta hoy las inversionistas extranjeros no hacen cola en las puertas de las embajadas, ni consulados, ni tampoco en los ministerios. El país desde el punto de vista de su legislación laboral es casi en entero una zona franca. Los salarios son de miseria, son absolutamente "competitivos" con cualquier país del subdesarrollo. Es justamente esto lo que tenemos que cambiar. Elevar el nivel de preparación de nuestros trabajadores, para ello es necesario también mejorar su nivel de vida. Estas cosas no van separadas.


Y agrego:


¡No al estado de sitio!

23 enero 2010

Un titular del Co-Latino

En varias ocasiones he criticado el carácter tendencioso y desinformativo de algunos títulos de El Diario de Hoy y de La Prensa Gráfica. Este proceder es ampliamente usado para inducir a una interpretación de la información que se entrega. En otras se confía o se está seguro de que no todos los lectores tienen tiempo de leer la noticia y lo que queda en sus mentes es el sentido del título. Es un estrategema ampliamente usado por la prensa de derecha en su constante bombardeo ideológico.

Hoy en el Colatino tuve un sobresalto. El vespertino afirma en primera plana, con su titular algo que no corresponde para nada al cuerpo de la noticia. Veamos que dice el titular: FUSADES, ANEP e IDHUCA estudian viabilidad del Estado de Excepción. ¿Que puede entenderse de esto? Simplemente que representantes de los tres organismos se han reunido y han discutido la mejor manera de instaurar el Estado de sitio en el país. ¿Corresponde esto a la noticia? De ninguna manera, primero las tres organizaciones no se han concertado, ni reunido, ni ninguna analiza la “viabilidad del Estado de Excepción. Se trata de tres declaraciones distintas, en distintos lugares, parcialmente concordantes, pero no del todo similares en su contenido, ni en su intención.

¿Se trata del mismo proceder de la prensa de derecha o de una pifia? En todo caso me ha sorprendido y me ha indispuesto. Porque el tema no es baladí. La delincuencia, las constantes agresiones que sufre la población, las extorsiones, los crímenes, constituyen una de las principales preocupaciones de los salvadoreños. No creo que exista nadie que no haya sufrido en carne propia o en la de algún pariente, amigo o conocido un acto de violencia. La inseguridad es pues una plaga, una calamidad social.

Hemos visto que la aplicación de la “mano dura” y de la “super mano dura” agravaron, por su inadaptación, por su unilatiralidad, los niveles de violencia en el país. El presidente Funes se ha dejado convencer de sacar al ejército a la calle, basándose en una interpretación abusiva de la Constitución. El ministro de la Defensa, David Munguía Payés quiere dar un paso más en la misma dirección. Pero ahora ya no se trata de controles abusivos, generalizados de la identidad, registros corporales, etc. Esta presencia militar en las calles no ha sido efectiva, ni puede serlo. No es así como se combate la delincuencia. La delincuencia es un problema social complejo, con múltiples orígenes, de múltiples causas.

La ineficacia de la medida salta a la vista por el mantenimiento de la alta tasa de criminalidad en el país. La medida de sacar al Ejército fue una medida demagógica. La población desesperada por el sentimiento de inseguridad y por la inseguridad misma, quiere ver frutos inmediatos. Pero la solución a este problema no puede encontrarse con la ampliación y agravación de medidas represivas. La derecha nos ha dejado en herencia toda una panoplia de leyes represivas y carcelarias que tampoco han dado fruto.

La población aprueba la medida tomada por el gobierno. No obstante es necesario darse el tiempo y tomar las distancias necesarias para generar una política social global anti-delincuencia. Al decir social no solamente estoy considerando ayudas en los barrios más desfavorecidos, ni políticas sociales de ampliación de las actividades recreativas para los niños y los adolescentes, educación dirigida en las escuelas, etc. La Policía Civil Nacional tiene que ser reforzada, esto es urgente. Tiene que ser desmilitarizada, tiene que contar con cuerpos de investigación eficaces y preparados técnicamente para elucidar los crímenes y delitos cometidos. La PCN tiene que reconquistar la confianza de la población.

Es impresindible desarmar a la sociedad. Esta medida es de mayor eficacia que restringir los derechos constitucionales para toda la poblalción o parte de ella. Pero esta medida necesita para ser tomada que las autoridades políticas y estatales manifiesten un real coraje y voluntad política. Pues en la importación y venta de armas hay demasiados intereses creados que sacan lucro de este negocio mortífero.

Hay otro aspecto que quiero tocar. Antonio Cabrales, presidente de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), promete que su instituto va a estudiar la pertinencia de la medida y declara que “pese a cualquier recomendación, es el Presidente de la República, Mauricio Funes y la Fuerza Armada quienes deberán decidir las medidas idóneas para garantizar la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas y considerar las implicaciones de cualquier decisión“. No veo ¿por qué este señor le adjudica a la Fuerza Armada una tarea de decidir junto al presidente una medida que no es de su competencia? Esta afirmación de que en última instancia es el presidente quien decide la repiten ministros, diputados, dirigentes del FMLN y ahora hasta representantes del patronato.

Esta actitud me parece preocupante por su carácter antidemocrático. No es que esto no sea cierto, pero la forma de decirlo y lo que esto conlleva de negación del debate nacional, de su minoración y la facilidad de otorgarle al presidente poderes despóticos. Pues si bien es cierto que en el tipo de Constitución predisencialista que sufrimos los salvadoreños, el presidente tiene en muchas cosas la última palabra, no se puede poner como epílogo a cualquier debate su voluntad personal. Pareciera que en el país no hay Asamblea, que no hay Corte Suprema de Justicia. Y que los debates que puedan surgir en el país son para divertir a la galería.

El candidato Funes le impuso este proceder al partido que lo llevó a la presidencia, pero ¿el país, la nación, se va a privar de su derecho a tener una opinión, a su derecho a deliberar? La democratización del país pasa justamente por darle reales derechos participativos al pueblo, a los trabajadores.

Vuelvo ahora al titular del Colatino. Me ha sorprendido, pues este tipo de pifia se puede corregir en una reunión de redactores. ¿O el Colatino nos quiere convencer de la necesidad del Estado de Sitio?

Otro título alarmante y que no corresponde a lo que dice el artículo es el siguiente: EE. UU rastreará armas ilegales en el país. En realidad se trata de asesoramiento a la PCN para rastrear armas ilegales y que pueda actuar autónomamente. Un poco de seriedad y un tantito de profesionalismo. No es mucho pedir.

22 enero 2010

Un cubano le canta a Haiti






Juan Campoamor vive ahora en Vigo, España. Esta es su reacción ante la tragedia que vive hoy el pueblo hermano de Haiti.

20 enero 2010

Pedir perdón no absuelve

Pedir perdón es un acto de contricción, es un enunciado que se dirige al ofendido, a la víctima. En el ámbito privado este enunciado espera respuesta. La respuesta puede ser “acepto tu pedido de perdón y te lo otorgo”. Llega la reconciliación. Pero a este pedido puede seguir un silencio pesado y luego llega la negativa de perdón. En el ámbito privado esto conduce a la separación, es el caso, por ejemplo, de los divorcios. El que ha ofendido, el que ha faltado no puede darle a su pedido de perdón el carácter de performativo. ¿Qué significa esto? Un enunciado performativo es aquel con el cual el que enuncia realiza el hecho mismo a través de sus palabras. Por ejemplo, “doy por abierta esta reunión”, “te bautizo”, “te prometo”, etc. El que pide perdón no puede imponerlo, pues entonces ya no es un pedido. Considerar que este pedimiento de perdón concluye el acto es una manera abusiva de interpretar el contenido de lo que se ha enunciado.


El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, ha pedido perdón, en su función de máxima autoridad del Estado, en nombre del Estado mismo. Lo pidió ante las víctimas, los familiares y amigos de las víctimas. Muy bien, pero la respuesta a este pedido ¿quién puede dársela? ¿Quién puede atreverse a hablar en nombre de los niños masacrados, en nombre de los ancianos asesinados, en nombre de las mujeres violadas y asesinadas?


Crímenes contra la humanidad

Esto significa que el acto ha tenido y sólo puede tener un significado simbólico. ¿Pero qué es lo que simboliza? En esto las interpretaciones pueden divergir. Estas divergencias se manifestaron inmediatamente, pues el acto fue sobre todo político. El presidente ha dicho lo que todos sabíamos, lo que todos sabemos: “Reconozco que agentes entonces pertenecientes a organismos del Estado, entre ellos las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad Pública, así como otras organizaciones paraestatales cometieron graves violaciones a los derechos humanos y abusos de poder, realizaron un uso ilegítimo de la violencia, quebrantaron el orden constitucional y violentaron normas básicas de la convivencia pacífica. Entre los crímenes cometidos se cuentan masacres, ejecuciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas, abusos sexuales, privaciones arbitrarias de libertad y diferentes actos de represión. Todos estos abusos fueron ejecutados, en su mayoría, contra civiles indefensos ajenos al conflicto”.


Tal vez lo que se ha logrado con este acto, es que con el reconocimiento de estos crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, se admita asimismo, por parte del Estado y por primera vez, como efectivamente ocurridos. El presidente ha enunciado también su iligitimidad. Ambas cosas son de suma importancia. No obstante, repito, son actos eminentemente políticos. La negación de justicia que ha perdurado todo este tiempo, puede comenzar a retroceder. Ha retrocedido un paso pues hasta ahora los representantes del Estado nunca reconocieron la efectividad de esos crímenes. Es decir, los hombres políticos de la derecha —que han asumido el poder político hasta hoy— no reconocían como crímenes, ni como actos ilegítimos la barbarie de la que fue víctima la nación salvadoreña.


La polémica que este reconocimiento ha suscitado se ha centrado en otro terreno, se cuestiona el derecho del presidente Funes a pedir perdón en nombre del Estado. Al mismo tiempo, al cuestionar este derecho se persiste en negar la evidencia de los hechos y su ilegitimidad.


La justicia tiene que volverse efectiva


Justamente porque hasta hoy perdura la negación de justicia, no podemos equivocarnos en la interpretación del acto simbólico que se realizó en el décimo octavo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz. La cuestión de la justicia se vuelve de actualidad. Reconocer los crímenes no basta. Pedir perdón no absuelve.


Las comisiones sobre las que habló el presidente no pueden remplazar a la justicia, al establecimiento de la verdad, a la verdadera reparación moral, a la real dignificación de las víctimas. No entro en el detalle de su composición y sus fines. Creo que el rector de la UCA, José M. Tojeira, en un artículo salido en el Co-Latino, ha hecho al respecto señalamientos pertinentes que comparto.


El presidente Funes pretende pedir perdón en nombre del Estado. Muy bien, ¿lo pide también en nombre de la Asamblea, lo pide en nombre de los órganos judiciales? No estoy buscándole la cuarta pata al gato. El presidente cuando se trata de la ignominiosa ley de Amnistía, limita la extensión de su poder al Ejecutivo. Declinando la responsabilidad de esto a los otros poderes. Levanto esta incoherencia no por afán polémico. Porque existe otro aspecto político subyacente y no enunciado cabalmente. El presidente Funes no puede pensar en ningún momento que todo el Estado ha quedado lavado de toda culpa. Incluso en la parte final del discurso llega a agradecer algo que no ha tenido lugar: “Gracias a las víctimas y sus familiares por recibir mi petición de perdón en nombre del Estado salvadoreño”. En esto hay precipitación y en cierta medida abuso.


Los salvadoreños lo hemos escuchado. Pero eso no significa que hemos asistido ha un acto de exorcismo colectivo. La república tiene sus órganos que fallaron durante años a sus obligaciones, que cometieron delitos y crímenes, que siguen sin cumplir hasta hoy con su deber. Y en esto incluyo, a pesar del perdón pedido, al Ejecutivo.


Ahora se trata realmente de dignificar a las víctimas dentro del cuadro de la legalidad republicana. Los crímenes no pueden quedar impunes. Ningún crimen, sobre todo los que se cometieron durante la guerra que perfectamente pueden ser catalogados como crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Es decir que son imprescriptibles.


Realmente no entiendo aquellos que frente a estos crímenes piden, reclaman, exigen cierta tolerancia. La justicia salvadoreña tiene que volverse efectiva.


La derecha no pide perdón


El presidente ha pronunciado una frase peligrosa al final de su discurso. Pues sin ser muy explicito, le quiere dar al pedimiento de perdón más significado del que realmente tiene y al mismo tiempo le arroja un anatema a quien no se quede conforme con el acto simbólico que presidió. Lo cito: “Este reconocimiento de procederes ilícitos, su consecuente aceptación de responsabilidad y el necesario pedido de perdón que hoy formulamos, no debe ser aprovechado por ningún sector minoritario para intentar llevar discordia y divisiones al seno de la comunidad salvadoreña”.


No podemos quedarnos conformes con un primer paso, para que las cosas sean completas hay que llegar hasta la última página, sólo entonces podemos cerrar este doloroso capítulo de nuestra historia. Exigir que la ley de amnistía sea derogada, que se erijan los tribunales necesarios y que se imparta justicia no puede ser considerado como un acto de sembrar cizaña en la sociedad salvadoreña.


El presidente nos habla insistentemente de unidad nacional, lo volvió a hacer en esta oportunidad. Nos habla incluso de que somos todos hermanos y hermanas. ¡Vaya que cosa! Resulta que el presidente nos hermana de un jalón con todos aquellos que no quieren reconocer que hubo crímenes en El Salvador, que piensan que los cometieron con todo derecho, que sus criminales acciones eran en defensa de la libertad, en beneficio del país. Porque la actitud de la derecha, lo que ha expresado en sus declaraciones, no significa otra cosa. La derecha tiene sus órganos de prensa y de difusión radial y televisiva, en esos medios hasta hoy se ha defendido que el Ejército y todos los órganos represivos defendían la libertad y los valores occidentales. La derecha, toda la derecha, se ofusca ahora porque el presidente ha enumerado los crímenes cometidos y los ha declarado como efectivamente ocurridos.


La actitud de la derecha durante todos estos años, su reacción actual no solamente refuta la posible existencia de la “unidad nacional”, sino que confirma que no se arrepiente, que ella no pedirá perdón, que no lo desea, que no puede reconocer como crímenes contra la humanidad todas las fechorías que perpetraron durante la guerra. Es ese el significado de la reacción de la derecha.


En el fondo, no nos equivoquemos, la derecha sigue pensando que Funes en la presidencia es una aberración de la historia, es una usurpación de su legítimo poder. Es ilusorio, muy peligroso para las fuerzas de izquierda pensar que la derecha va a abandonar su agresividad. Para la derecha la unidad nacional ha desaparecido desde el momento en que fue derrotada en las urnas. Se volverá a restablecer la “unidad nacional” cuando de nuevo considere que el poder político está en sus manos. Para la derecha, para la gente de la derecha, unidad nacional no significa otra cosa que el sometimiento de los trabajadores a los intereses económicos de la oligarquía.

15 enero 2010

Haití deuda externa y la hipocresía de Francia

El terremoto ha matado a millares en Haití. Pero la histórica miseria de la primera república negra de América mata a diaria dejando indiferente a los responsables. La pobreza también es responsable del estado de las construcciones, de la falta de infraestructuras y la muerte cotidiana de miles de hatianos. Les entrego aquí un artículo que narra un poco de la historia hatiana y señala el origen de su eterna deuda exterior.


Por Etant Dupain


Después de 300 años de esclavitud, hubo un gran levantamiento en Haití quien derrotó a la fuerza armada francesa en la ultima batalla quienes lograron esta hazaña fue la fuerza armada haitiana en noviembre 1803, y posteriormente se da la declaración de la independencia la cual erradicaria la esclavitud en la isla en enero 1804, los Franceses no dejan el país en paz siempre estaban amenazando con volver a recolonizar al país con tentativa de guerra, y el desconocimiento de la independencia.

En 1825 el gobierno de Francia exige militarmente al gobierno haitiano que pagase una cantidad la cual que evaluarón por aproximadamente 21 mil millones de dólares , para así reconocer la independencia del país. El gobierno tenía miedo por la posibilidad de una nueva invasión, estaba obligabo a pagar para evitar una guerra entre Haití y Francia y para reconocer la independencia la cual no fue un regalo.

Si analizamos hoy la relación entre Haití y Francia y la influencia de este suceso en la política haitiana se puede calificar a Francia como hipócrita, ya que tiene un discurso a favor del desarrollo del país pero nunca realiza una acción que tiene que ver con sus discursos, la teoría no la aplica con la práctica.

Y se considera entonces la obligación que tiene Haití para pagar al FMI mucho dinero el cual proviene de una injusticia de parte de Francia la cual posee una gran influencia en esta organización es clara la posición de Francia, ya que no tiene ninguna voluntad para ayudar y participar en la reparación del país empobrecido por causa de este país.

Se puede demostrar claramente que Francia no tiene ningúna voluntad para ayudar y pagarle a Haití este dinero que fue obligado a pagar por el gobierno haitiano,esto representa la aceptación en su país del ex dictador Jean Claude Duvalier quién poseería una fortuna personal de 900 millones de dólares cantidad mayor a la deuda externa del país en los mismo años que fue exiliado después de 29 años de dictadura padre e hijo.

Ahora si Francia quiere tener una figura diferente ante la historia su primer deber será pagarle a Haití y darle la posibilidad de la extradición del ex dictador para responder ante la justicia haitiana y facilitar así la recuperación de los dineros robados por el gobierno de los Duvalier.

13 enero 2010

No soy consejero de El Príncipe

Yo no soy Maquiavelo. Ni tampoco en El Salvador estamos en presencia de un Príncipe. No se trata de convertirnos en consejeros del Príncipe. No podemos imaginarnos que nos encontramos en ese tipo de esquema. En todo caso los actos políticos que han tenido lugar desde que Mauricio Funes ha asumido la presidencia de la República corresponden necesariamente a la correlación de fuerzas existentes. Mucho de lo que vemos, puede inducirnos a pensar que los hombres políticos salvadoreños caminan sobre arenas movedizas. Como si todos anduvieran aprendiendo a adaptarse a las nuevas condiciones. En cierto sentido esto es así. No obstante la situación actual resulta de lo que precede, obligatoriamente.


La derecha por primera vez se encuentra en la oposición política, ha perdido las riendas del ejecutivo. Este hecho ha llevado a que aparezcan en la superficie y que tengan consecuencias visibles, las rencillas intestinas. El hecho de que de nuevo un oligarca asuma directamente la dirección del partido mayoritario de la derecha, resulta de la necesidad imperiosa que sienten de reconquistar el poder. No pueden permitirse que la izquierda perdure en el gobierno. Pero la derecha sabe perfectamente luchar políticamente. Sería muy ingenuo pensar que la ruptura que se ha producido en las filas de ARENA se reduce a un pleito de personas. No se puede tampoco negar que esto no haya ocurrido e incluso es lo que ha aparecido en el proscenio político. No obstante se trata de divergencias sobre la táctica a aplicar para neutralizar mejor la posible política de izquierda del nuevo gobierno. Las posiciones eran un enfrentamiento global, de un mano a mano, de un frente a frente. Cristiani es partidario de este proceder, por lo menos en un primer tiempo, para afianzar ideológicamente a sus bases, para mostrarles que la derrota no hizo mella en sus convicciones y que se sienten con suficiente fuerza para llevar a cabo la necesaria batalla contra la izquierda.


Los otros (los de GANA) piensan que no es necesaria la guerra abierta, al descampado. Ellos han entendido que el voto mayoritario en favor de Funes, que se presentó como el candidato del FMLN, al que pintaron como un rojo sin camisa roja, como un peligro para la libertad y para el país, recibió el voto mayoritario y popular a pesar del miedo. Pero al mismo tiempo saben perfectamente, pues tampoco les falta capacidad de análisis, que el miedo al comunismo, el miedo a cambios radicales, el miedo de salir del sistema, de lo conocido hacia lo desconocido, es un miedo aún presente como un factor político decisivo.


Este factor político es de caracter ideológico. Es decir que no se trata de una realidad perenne, que es el resultado de múltiples batallas, de batallas constantes, cotidianas. De batallas que han sido ganadas con el esfuerzo de todos los apartados ideológicos a su disposición. No obstante estas victorias, no obstante este factor, el candidato que prometía el cambio, el cambio bajo las banderas del FMLN, el que ha sido pintado siempre con los peores colores demoníacos del comunismo, a pesar de esto, no pudieron evitar la derrota electoral.


La táctica de GANA no es la de abandonar su lucha ideológica, la de abandonar los fortines conquistados y que siempre le han pertenecido. Su juego actual se apoya en un análisis fino de lo que ha ocurrido durante la campaña. Pues si bien el voto en favor de Funes ocurrió tal cual a pesar del miedo, existe un hecho que proviene de ese mismo factor. ¿De qué se trata?


El triunfo ideológico de la derecha en estos últimos años condujo a su principal adversario de izquierda a interiorizar la derrota. La consecuencia de este hecho condujo a la izquierda, principalmente al FMLN, a denegaciones de su propia identidad. Es por eso que aparece desde temprano la insistencia persistente, casi obsesiva de respetar en todos sus puntos la Constitución del país. Pero no solamente esto, sino que desaparece de sus objetivos, aún a largo plazo, la transformación de la sociedad. Es cierto que en sus estatutos siguen presentes, pero eso no implica absolutamente nada, pues en la elaboración de sus sucesivos programas electorales no se plantea la más mínima medida que pueda interpretarse como un preámbulo de una futura transformación social.


Esto no es una simple apariencia, una astucia táctica, una picardía política. Toda la actividad parlamentaria del FMLN ha sido una adaptación a los valores y conceptos de la ideología dominante. Incluso su propaganda recoge como fundamentales esos mismos valores. El socialismo y la filosofía que lo fundamenta, han sido considerados como algo extraño, ajeno a nuestro ser nacional. Muchos militantes oyeron decir a sus líderes que el marxismo es una doctrina europea, inaplicable en este continente y en nuestro país. Fue lo que insinuó Schafik Handal en su último discurso que pronunciara durante las ceremonias de la investitura de Evo Morales, en Bolivia.


Esta interiorización de la derrota ideológica, los cambios reales en la percepción de la escena política nacional, los cambios en su propia ideología, el pensamiento táctico de los dirigentes del FMLN, los condujo, después del deceso del último líder inconstestable e histórico del partido, Schafik Handal, a promover y a justificar una candidatura exterior al partido. Desde la precedente campaña ya se mencionó a Mauricio Funes como posible candidato. Creo que esto es necesario recordarlo, no como una simple peripecia, sino como un hecho que marcó la política del partido, el contenido del programa, las actitudes del candidato Handal, incluso el balanceo de posiciones en aquella ocasión y durante la campaña, son producto de la presencia de Funes en las bambalinas políticas y electorales. Es más, desde entonces Funes puso en el tapete la posibilidad de una candidatura suya, con el apoyo del FMLN, pero sin ningún compromiso respecto al programa político del partido. Esto tal vez pasó entonces desapercibido. Pero como las cosas son y su peso lo tienen por lo que son, no porque sean o no percibidas, ni como sean percibidas. En todo caso, esto dio lugar a serias discusiones en la cúpula y un argumento que tuvo peso es la imposibilidad formal, estatutaria de una candidatura exterior. Pero este argumento es de forma, no de contenido. La dirección sacó del camino la barrera. Cambió los estatutos, sin discusión, ni debate ideológico de fondo.


Porque lo que esto entrañaba entonces, era la derrota de la ideología revolucionaria en el país, la imposibilidad de pensar, dentro del cuadro político nacional, como objetivo alcanzable, realista y coherente, la transformación social. El hecho de que los medios de derecha sigan llamando a los dirigentes de ortodoxos, de dogmáticos, no obedece a una realidad, ni procede de un análisis de sus posiciones. Este mote es parte del combate ideólogico, es un dispositivo para el miedo. No obstante la realidad es otra. Hubo abandono de los objetivos, se volvió a asumir los fatalismos anteriores a la guerra, la cercanía del imperialismo, la fuerza política de la oligarquía, la posibilidad inevitable de un golpe o de una intervención extrajera. Todo esto existe, pero estos factores no van a desaparecer del panorama si no se lucha contra ellos, es decir, existen ahora y la conclusión que se desprende del miedo a una intervención estodounidense o de un golpe de estado propiciado por los Estados Unidos y la oligarquía, es un factor permanente en la apreciación de la dirección del Frente. Lo que significa también que proponerse transformar al país es imposible, es imposible emprender transformaciones radicales en nuestra tierra. Es esto lo que se ha convertido en dogma, esto es el resultado de la derrota ideológica sufrida por la dirección del FMLN en los últimos veinte años.


Es por ello que la candidatura externa, la candidatura de Mauricio Funes no da lugar a una discusión de principio, de fondo en las filas del FMLN. Se le considera como una jugada táctica, como una astucia. Se le considera también como un simple medio de alcanzar el ejecutivo. Pero nada es simplemente una forma, si existe forma también existe contenido.


La ausencia de una discusión, de un debate de fondo en el seno del FMLN —Salvador Arias trató de llevar este debate, pero fue totalmente ignorado— produjo sus efectos en la manera que se produjeron las negociaciones con el equipo de Mauricio Funes. Todo el tira y afloja de la adhesión de Mauricio Funes al FMLN, su insistencia de ser una entidad aparte, luego una entidad anfibia, cuando por obligación constitucional ya no pudo rehusar entrar en las filas del partido, todo esto muestra que el candidato de entonces supo pesar el plomo del miedo y midió con certitud el peso de la piedra ideológica que tiene atada al cuello la cúpula del FMLN.


El FMLN no dudó un solo instante en el valor de la carta Funes. Le apostó a esa carta, porque en su análisis de la realidad política nacional, consideraron que el periodista Funes no estaba marcado del estigma del comunismo. Es decir que Funes los lavaba también a ellos de la mancha, era un detergente eficaz, los volvía vírgenes, aceptables ideológicamente. Es por eso que incluso se congratulaban de su espíritu de apertura. Es por eso también que como abobados ante tales hechizos, le perdonaron todos les desplantes, le aceptaron todas las condiciones. Funes en realidad era parte de la cuerda en el cuello de la dirección del FMLN.


No me voy a referir a lo anecdótico de sus camisas y su corbata. Todo esto es parte del circo político nacional, del provincionalismo nuestro. Lo que si tuvo y sigue teniendo importancia es que Mauricio Funes le impuso al FMLN su independencia, su autonomía. Es el candidato el que decide en última instancia de todo. La aceptación de esta condición era venderse sin la posiblidad de presentar la factura. Ahora es el presidente que decide de todo, sin consultar con el FMLN y sin siquiera informarle. Esto no es un invento mío, es lo que reconoce Sigfrido Reyes, vocero del Frente y dirigente del mismo.


Sin embargo el pleito ideológico no se lleva a cabo en los espacios vacíos, extratosféricos, no ocurre en las mentes apartadas de la realidad material. Este es el gran quid de toda la historia. Porque si hubo un voto mayoritario por Funes, no fue porque era un buen detergente, un magnífico limpiador de trapos rojos, vestidos obstinadamente, pero también insubstancialmente por la dirección del FMLN. Este voto ocurrió porque la gente necesita de un cambio real, de un cambio en sus existencias cotidianas, un cambio en sus vidas. Es esto lo que representaba para el pueblo el candidato del Frente, era el candidato del cambio. Es porque —a pesar del miedo inculcado, del miedo inyectado en la venas— la realidad material en la que vive la gente se ha vuelto insoportable. Porque la gente necesita que sus hijos no tengan como única perspectiva de vida, la vida en un país extraño. La gente necesita de mejores salarios, de mejores transportes, de mejores viviendas, de mejor educación para sus hijos, la gente necesita que el país cambie, que se vuelva seguro, pero no solamente ante la delincuencia y la violencia, sino que también seguro en el trabajo, seguro en los servicios, en la salud. Los que votaron por Funes a pesar del miedo, fue porque anidaban en sus pechos la esperanza de una vida mejor. Porque la miseria nacional que los obliga a arriesgar sus vidas en los transportes colectivos, la miseria nacional que les raciona en muchas zonas el agua potable, que en muchas otras no llega aún la electricidad, ni ninguna otra comodidad, porque hay muchos, la mayoría, que nunca juntan cabo con cabo en su vida de miserias.


Esta realidad material es la que provocó, a pesar de todo, un contenido ideológico superior al que pretendía la cúpula del FMLN. El terreno ideológico sigue siendo un terreno de contiendas. Porque lo que sigue estando de pie es la posibilidad de cambiar las condiciones económicas que producen tanta miseria, de construir nuevas relaciones que produzcan otros efectos materiales. Lo que impide que las necesidades de la gente sean satisfechas, es la injusta apropiación de las riquezas nacionales por la casta oligárquica: porque el sistema actual sigue favoreciendo al capital, a los capitalistas. Es esto el fundamento de todo. ¿Es posible satisfacer las demandas populares sin tocar y trastocar el sistema económico actual?


La responsabilidad política de hoy es llevar adelante este debate, es la de mostrar concretamente que la apropiación privada de las riquezas produce despilfarro, al mismo tiempo que exige como condición de su propia existencia, la persistencia de una vida miserable de los trabajadores. Esto lo que está planteado hoy. No se puede postergar el debate, no se puede cerrar los ojos ante este dato de la realidad política nacional.


El país necesita de una profunda democratización, pues esta es el fundamento primordial de los cambios que hay que aportarle a la realidad. Porque esto significa la participación en las decisiones de las mayorías, de la participación consciente de la gente. Ahora estamos viviendo la demostración del carácter antidemocrático de la Constitución actual. ¿La Constitución propicia la participación ciudadana en las decisiones fundamentales de la vida política y económica nacionales? Al contrario, le entrega al antojo de una sola persona el hacer o deshacer lo que le dé la gana. El presidencialismo radical de nuestra Constitución es un obstáculo al avance de la democratización. Este presidencialismo puede ser atenuado, incluso puede ser radicalmente contrariado por la movilización popular. ¿De quién depende que haya o no enfrentamiento en este terreno? Esta pregunta no es vana. Por el momento, la gente sigue dándole a Mauricio Funes su confianza, por el momento el pueblo sigue confiando en el FMLN como un partido de la transformación. ¿Cuánto tiempo va a durar esto?


Desgraciadamente esta confianza puede desaparecer del todo, sin por ello provocar una movilización reviendicativa y combativa. Esto es lo que hay que tener también presente. El pueblo salvadoreño en los últimos veinte años ha perdido en mucho su tradición combativa, de sus luchas callejeras. Pero no se ha perdido del todo.


La situación tal cual se presenta hoy, no trae consigo la esperanza de un cambio radical en el estilo de gobernar de Mauricio Funes. Ni tampoco un cambio en la actitud de los dirigentes del FMLN. Son muchas las señales en la política gubernamental, es decir, en la paralisis decisional de los ministros, en el exacerbado personalismo del presidente. Nadie puede tomar una iniciativa, nadie puede actuar realmente como ministro, ni viceministro, ni presidente de la sociedades autónomas, todo debe ser referido a Casa Presidencial. Esto es totalmente paralizante e ineficaz.


Dije al principio, yo no soy Maquiavelo. No puedo ponerme a educar a nadie, ni a gritarle ¡Mauricio! ¡Pero Mauricio! Creo que ya es grande. Su actuar de hoy tiene raices en la vida política nacional tal cual se configuró en su candidatura. Es esta sitacion la que hay que cambiar. Es necesario que el príncipe real tome la palabra, estoy hablando del pueblo. Pero el pueblo puede también quedarse callado, puede también ser llevado a un callejón sin salida, pues políticamente quienes pueden, pero sobre todo deben incitarlo a hablar, a movilizarse, son los militantes del FMLN. Ahora hablo de los militantes, ahora hablo del partido. Son ellos los que están en la obligación de tomar la iniciativa del combate político, de la discusión política en el seno de su partido, como en el seno del pueblo.


Tienen que saber los militantes del FMLN que gozan de la confianza de la gente, que está en sus manos no permitir, ahora que se ha abierto una ventana en nuestra historia nacional, que el pueblo sufra su más grande desilusión. Esta desilusión puede conducir a que se acepte la alianza de una parte de la derecha con el presidente y sus amigos. Esta no es una una idea descabellada, ni malintencionada, se trata de una potencialidad, de un posible real. De la capacidad política del Frente, sigo hablando del partido, de los militantes, depende que se abran otras posibilidades, que se vuelvan realidad las aspiraciones populares, que se concreticen los objetivos de lucha, que aparezcan en la vida política nacional la posibilidad de darle forma concreta al cambio por el que se ha luchado, por el que votaron los salvadoreños.


Los militanes viven en medio del pueblo, saben lo que el pueblo aspira, lo que espera, lo que sufre, lo que anhela. La batalla por el pueblo está presente constantemente. Cada uno de nosotros vemos el mundo a partir de nuestro propio rincón, a partir de nuestra propia circunstancia. Cada uno de nosotros tiene su propia voz. Se trata en la lucha política de llevar a todas estas voces a que griten al unísono para exigir que el cambio se vuelva realidad. Para ello es urgente que en la mente de todos el cambio aparezca como realizable. Pero al mismo tiempo, que no se trata de un regalo que va a caer de arriba, para que el cambio vaya tomando forma es necesaria la lucha. La construcción de otro tipo de sociedad no puede pensarse sin la activa participación de todos, de una participación consciente. Esta es otra condición del cambio, de la transformación social.

09 enero 2010

66 666.66 dólares por cada carro

Los diputados acordaron a los 12 miembros de la directiva de la Asamblea la renovación de su flota de vehículos. El monto total es de 800.000 $.


La justificación de este gasto la da Medardo González, Coordinador General del FMLN, en una entrevista a El Diario de Hoy la víspera de Noche Buena. Si un obrero gana, digamos, 200$ al mes necesitaría trabajar durante 28 años aproximadamente para llegar a esta cifra.


Generalmente, estos señores, siguiendo una costumbre pueblerina nuestra, se designan con el apelelativo : « este servidor, que les habla ». Por lo visto se sirven con el cucharón.

Les recomiendo la lectura de esta nota salida en SIEP (Servicio informativo ecuménico y popular).

08 enero 2010

Epopeya o lamentable comedia

Todo esto ha comenzado renqueando. Cuando digo todo, me refiero a que primero se creyó a pie juntillas en un hombre providencial, se le idolatró, se le entregó la confianza entera de millones y ni siquiera el partido que lo patrocinó juzgó necesario pactar con él claramente, ni planes de gobierno, ni cómo se iba a gobernar. Se le perdonaron repetidos desplantes, incluso hubo quien los juztificara.

El presidente aprovecha hasta el tope el carácter antidemocrático de la Constitución con su exacerbado predencialismo. El partido que lo llevó al poder finge no darse cuenta de que el presupuesto votado en los mismos términos que el anterior, encierra las mismas patrañas que usaban los gobiernos anteriores. Si fueramos honestos, si el coraje no nos faltara, pues reconoceríamos que transparencia no existió ni siquiera en el proceso de designación del candidato. El cambio de los estatutos del Frente, el procedimiento con un solo candidato, la existencia de dos entidades paralelas de preparación de programas, etc. Todo eso lleva la impronta del secretismo, de un antiguo proceder antidemocrático, oscuro y nefasto.

Estamos viviendo episodios de nuestra historia que pudieron ser muy importantes, que aún lo pueden ser, que pudieron seguir los rumbos de una epopeya, pero que se están encaminando hacia una comedia de baja calaña.

Se nos repite con insistencia que el tiempo es corto para juzgar, sí, para dar un juicio definitivo es corto y aún no es tiempo, es cierto, sin embargo el presidente si parece ser más inteligente o más astuto, pues él si considera que puede ya juzgar en este mismo tiempo el trabajo de sus ministros. Y esos ministros han estado con las manos amarradas, con la espada de Damocles sobre sus cabezas, pues sabían que en cada momento podía el presidente sabelotodo desmentirlos, criticarlos, desvalorizarlos. Tenemos pues la figura que describe García Márquez en una de sus obras cumbres, “El otoño del patriarca”. Según cuenta se lo inspiró un célebre gobernante salvadoreño.

—¿Qué hora es?
—La que usté quiera, señor presidente.

Pero algo se puede hacer para que las cosas cambien. Ser honestos con nosotros mismos, con nuestras ideas, con nuestras convicciones. No podemos seguir juztificando con nuestro oscuro pasado, un presente gris.

En dos siglos, primer gobierno de izquierda, ¿dónde está el entusiasmo popular? En la ausencia de medidas necesarias para levantarlo: aumento del salario mínimo, control de precios de los productos de primera necesidad, vuelta del colón, abrogación de la ley de amnistía, ratificación de la ley de sindicatos, cambio de las leyes laborales, disminución drástica de los sueldos del presidente, de los ministros, de los diputados. Por esto último, comenzó Evo Morales, 50% de disminución salarial de todos sus ministros y diputados, incluyendo al mismo presidente.


07 enero 2010

En "La Jornada"

Noam Chomsky

Barack Obama es el cuarto presidente estadunidense en ganar el Premio Nobel de la Paz y se une a otros dentro de una larga tradición de pacificación que desde siempre ha servido a los intereses estadunidenses.

Los cuatro presidentes dejaron su huella en nuestra pequeña región de allá, que nunca ha molestado a nadie como caracterizó al hemisferio el secretario de Guerra, Henry L. Stimson, en 1945.

Dada la postura del gobierno de Obama hacia las elecciones en Honduras de noviembre último, vale la pena examinar el historial.

Theodore Roosevelt

En su segundo mandato como presidente, Theodore Roosevelt dijo que la expansión de pueblos de sangre blanca o europea durante los pasados cuatro siglos se ha visto amenazada por beneficios duraderos para los pueblos que ya existían en las tierras en que ocurrió dicha expansión (pese a lo que puedan pensar los africanos nativos americanos, filipinos y otros beneficiados puedan creer).

Por lo tanto, era inevitable y en gran medida deseable para la humanidad en general, que el pueblo estadunidense terminara por ser mayoría sobre los mexicanos al conquistar la mitad de México”, además de que estaba fuera de toda discusión esperar que los (texanos) se sometieran a la supremacía de una raza inferior.

Utilizar la diplomacia de los barcos artillados para robarle Panamá a Colombia y construir un canal también fue un regalo para la humanidad.

Woodrow Wilson

Woodrow Wilson es el más honrado de los presidentes galardonados con el Nobel y posiblemente, el peor para América Latina. Su invasión a Haití en 1915 mató a miles, prácticamente reinstauró la esclavitud y dejó a gran parte del país en ruinas.

Para demostrar su amor a la democracia, Wilson ordenó a sus marines desintegrar el Parlamento haitiano a punta de pistola en represalia por no aprobar una legislación progresista que permitía a corporaciones estadunidenses comprar el país caribeño. El problema se remedió cuando los haitianos adoptaron una Constitución dictada por Estados Unidos, redactada bajo las armas de los marines. Se trataba de un esfuerzo que resultaría benéfico para Haití, aseguró el Departamento de Estado a sus cautivos.

Wilson también invadió República Dominicana para garantizar su bienestar. Esta nación y Haití quedaron bajo el mando de violentos guardias civiles. Décadas de tortura, violencia y miseria en ambos países fueron el legado del idealismo wilsoniano, que se convirtió en un principio de la política exterior estadunidense.

Jimmy Carter

Para el presidente Jimmy Carter, los derechos humanos eran el alma de nuestra política exterior. Robert Pastor, asesor de seguridad nacional para temas de América Latina, explicó que había importantes distinciones entre derechos y política: lamentablemente la administración tuvo que respaldar el régimen del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, y cuando esto resultó imposible, se mantuvo en el país a una Guardia Nacional entrenada en Estados Unidos, aun después de que se habían perpetrado matanzas contra la población de una brutalidad que las naciones reservan para sus enemigos, según señaló el mismo funcionario, y en que murieron unas 40 mil personas.

Para Pastor, la razón es elemental: Estados Unidos no quería controlar Nicaragua ni ningún otro país de la región, pero tampoco que los acontecimientos se salieran de control. Quería que los nicaragüenses actuaran de forma independiente, excepto cuando esto podía afectar los intereses de Estados Unidos.

Barack Obama

El presidente Barack Obama distanció a Estados Unidos de casi toda América Latina y Europa al aceptar el golpe militar que derrocó a la democracia hondureña en junio pasado.

La asonada reflejó abismales y crecientes divisiones políticas y socioeconómicas, según el New York Times. Para la reducida clase social alta, el presidente hondureño Manuel Zelaya se había convertido en una amenaza para lo que esa clase llama democracia, pero que en realidad es el gobierno de las fuerzas empresariales y políticas más fuertes del país.

Zelaya adoptó medidas tan peligrosas como el incremento del salario mínimo en un país en que 60 por ciento de la población vive en la pobreza. Tenía que irse.

Prácticamente solo, Estados Unidos reconoció las elecciones de noviembre (en las que resultó victorioso Pepe Lobo); las que se celebraron bajo un gobierno militar y que fueron una gran celebración de la democracia, según el embajador de Obama en Honduras, Hugo Llorens.

El apoyo a los comicios también garantiza para Estados Unidos el uso de la base aérea de Palmerola, en territorio hondureño, cuyo valor para el ejército estadunidense se incrementa medida de que está siendo expulsado de la mayor parte de América Latina.

Después de las elecciones, Lewis Anselem, representante de Obama ante la Organización de Estados Americanos, aconsejó a los atrasados latinoamericanos que aceptaran el golpe militar y secundaran a Estados Unidos en el mundo real, no el el mundo del realismo mágico.

Obama abrió brecha al apoyar un golpe militar. El gobierno estadunidense financia al Instituto Internacional Republicano (IRI, por sus siglas en inglés) y al Instituto Nacional Democrático (NDI, por sus siglas en inglés) que, se supone, promueven la democracia.

El IRI regularmente apoya golpes militares para derrocar a gobiernos electos como ocurrió en Venezuela, en 2002, y en Haití, en 2004. El NDI se ha contenido. En Honduras, por primera vez, éste instituto acordó observar las elecciones celebradas bajo un gobierno militar de facto, a diferencia de la OEA y la ONU, que seguían paseándose por el mundo del realismo mágico.

Debido a la estrecha relación entre el Pentágono y el ejército de Honduras, así como la enorme influencia económica estadunidense en el país centroamericano, hubiera sido muy sencillo para Obama unirse a los esfuerzos de latinoamericanos y europeos para defender la democracia en Honduras.

Pero Barack Obama optó por la política tradicional.

En su historia de las relaciones hemisféricas, el académico británico Gordon Connell-Smith escribe: Mientras se habla de dientes para afuera en favor de una democracia representativa para América Latina, Estados Unidos tiene importantes intereses que van justo en la dirección contraria, y que requieren de la democracia como un mero procedimiento, especialmente cuando se celebran elecciones que, con mucha frecuencia, han resultado una farsa.

Una democracia funcional puede responder a las preocupaciones del pueblo, mientras Estados Unidos está más preocupado en coadyuvar las condiciones más favorables para sus inversiones privadas en el extranjero.

Se requiere una gran dosis de lo que a veces se conoce como ignorancia intencional para no ver estos hechos.

Una ceguera así debe ser celosamente guardada si es que se desea que la violencia de Estado siga su curso y cumpla su función. Siempre en favor de la humanidad, como nos recordó Obama otra vez en su discurso al recibir el Premio Nobel.

Traducción: Gabriela Fonseca

03 enero 2010

"Unión nacional" en Acajutla

El gobierno de Funes reprime a trabajadore en Acajutla


La nota ha salido esta mañana en La Prensa Gráfica. El diario no es muy explícito sobre las reveindicaciones de los trabajadores. Incluso es escueto al narrar lo que ha sucedido. Pero el hecho está allí, el carácter represivo de la Policía Civil Nacional heredada de los gobiernos de ARENA sigue de pie. La actitud del gobierno de Funes al sacar al Ejército a la calle para el “mantenimiento del orden” es totalmente coherente con la represención que se ha desatado en Acajutla. Se trata de lo mismo. Se trata de la misma política arenera, se trata de la política contra los trabajadores.


Un gobierno del cambio, un gobierno de un cambio real, de un cambio de orientación, de tomar otro rumbo en el tratamiento de los conflictos sociales, hubiera optado por la negociación, por la mediación y no por la represión y el despliegue trapero de un madrugón contra los trabajadores. La huelga es por lo general el recurso extremo y último de los trabajadores para hacerse oír, para que se escuchen sus demandas. El estado, defensor de los intereses econónimos dominantes, no tuvo pues la menor duda y desalojaron a los trabajadores.


No voy a ponerme a hacer preguntas de ¿quién dio la orden de ese desalojo? No se trata de responsabilidades personales. Se trata del carácter del estado que tenemos en frente, del estado que consagra la Constitución de nuestro país, la que es sacralizada por el partido “revolucionario” en el poder.


Si en realidad se tuviera el más mínimo deseo de cambio, si las palabras escritas y habladas fueran sinceras, una de las primeras medidas hubiera sido la reforma de fondo de la PCN y la restructuración de sus efectivos. Una de las primeras medidas, una señal hubiera sido la desmilitarización de la PCN y la supresión de los organismos eminentemente represivos creados por ARENA. ¿Cuántas otras medidas de esta misma naturaleza no han tenido lugar? Por ejemplo, el aumento significativo del salario mínimo urbano, como rural. La ratificación inmediata de los convenios sobre los sindicatos de la OIT.


¿Qué pasa con el Código del trabajo? ¿Qué pasa con una nueva política de justicia laboral? Es en esto en donde tiene que verse el carácter de izquierda del gobierno. En la vida real, en las relaciones sociales, no en declaraciones pomposas y totalmente huecas de unidad nacional.


La represión desatada en Acajutla es la expresión más directa que el uso de la fuerza del estado contra los trabajores será una constante para hacer respetar el estatus quo social existente en el país.


El gobierno de Funes tiene que dar explicaciones, la ministra del Trabajo tiene que explicar este desatino, esta violencia, esta desfachatez. ¿Usan esta misma violencia contra los patrones, cuando no pagan los salarios, cuando despiden ilegalmente, cuando no saldan las indemnizaciones, cuando cierran empresas y se van con las maquinarias? No, contra los patrones abusadores del decoro de nuestras mujeres, se aplica la clemencia, se ignora sus violencias, se tiene en cuenta su “espíritu de inciativa”.


¡Basta! Es necesario que aclaremos muy bien hacia donde vamos. A quién tienen en frente los trabajadores. Lo vuelvo a decir, de la manera más sencilla, se trata de saber en beneficio de quién se va a gobernar. ¿En el conflicto de Acajutla, qué medidas se tomaron para resolverlo antes de reprimir? Es en este tipo de asuntos en donde se ve claramente que no hemos cambiado de naturaleza de gobierno. Seguimos en las mismas.


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En el blog Los trompudos hay un reportaje que en gran medida completa mi artículo y responde a muchos de los comentarios que se han hecho aquí.