El día de hoy nos acompaña Carlos Ábrego, ex – militante del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y del Partido Comunista Francés (PCF). Actualmente Carlos reside en Francia desde donde acompaña el acontecer nacional desde hace algunas décadas.
El final de semana recién pasado (11 de noviembre) se cumplieron 22 años desde “la ofensiva final”, que constituyó uno de los ataques más fuertes que el FMLN perpetró y nos gustaría intercambiar algunas ideas con usted al respecto.
PSES: Carlos, he entendido que usted fue militante del PCS y fue a través de esta organización que usted emigró de El Salvador en el comienzo de la década de los 60. Estamos hablando de casi 20 años antes del inicio de la guerra civil. ¿Cuál era la situación del PCS en aquel entonces?
Efectivamente, fue gracias al Partido Comunista de El Salvador (PCS) que pude ir a estudiar a la Universidad de la Amistad de los Pueblos, “Patricio Lumumba”, fue eso en 1962. Para mí esta era la única posibilidad material de emprender estudios universitarios.
El PCS era un organización clandestina, perseguida por la dictadura. No era entonces un partido de masas, era una organización en crecimiento. Hasta mediados de los años cincuenta la política de reclutamiento era bastante “elitista”, por no decir “dogmática”, pues el PCS se mantenía cerrado tal vez por seguir consignas venidas de Moscú, entonces aún dominado por el estalinismo. Fue luego cuando se emprendió la desestalinización que el PCS abrió sus puertas a nuevos miembros, sobre todo en los sectores estudiantiles e intelectuales. Hasta entonces el obrerismo exarcerbado dominaba en el movimiento comunista salvadoreño, esta tendencia, esta “enfermedad” siguió dominando a muchos sectores del Partido. Es una tendencia que persiste incluso hasta ahora.
La pregunta es muy extensa y si entro en detalles, no voy a responder a otras preguntas. Aunque tal vez valga la pena decir algo respecto a la posición un tanto ambigua y contradictoria del PCS en lo que respecta a la lucha armada. En principio todo el Partido estaba de acuerdo que no se podía liberar al país sin emprender una lucha armada. Digo “liberar” pues siempre se consideró que era necesario sacar al país de la dependencia y dominación del imperialismo estadounidense. El PCS entonces designaba a dos enemigos, uno interno, la dictadura oligárquica y el otro externo, el imperialismo. Pero si todo el Partido estaba de acuerdo en principio en la lucha armada y hubo intentos más o menos serios de preparar “celulas de combatientes”, nunca se llevó a cabo esta política. En la dirección dominaba el pensamiento de que no era posible irse a la guerra en un país tan pequeño, con una red de transporte bastante amplio, que no tenía montañas. Este pensamiento era el que sostuvo durante mucho tiempo Schafick Handal. En cierta medida era también lo que pensaban los “estrategas” para América Latina del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Pero las razones eran otras, primero fue que los partidos “hermanos” tenían que defender prioritariamente el socialismo que se construía en la URSS, defender la URSS que era acosada por el Occidente. Esto se acoplaba con otra idea, que vino después, nuestros países deberían buscar el desarrollo económico, crear un proletariado industrial y sólamente entonces buscar la transformación de la sociedad. Fue entonces que surgió la figura de la burguesía nacional (nacionalista) y de los militares progresistas y con estas figuras también una nueva política de alianzas. En esto también fue prominente el papel que jugó Handal. Esto influyó mucho en el pensamiento de los comunistas de entonces. Luego vino toda la discusión en el Movimiento Comunista Internacional y los diferentes cismas.
PSES: Con el golpe del 15 de octubre la izquierda pasa a ser parte de la junta revolucionaria junto con los militares y algunos civiles. Ese intento de mezclar el agua con el aceite fracasa y al final, al cerrarse los espacios de negociación, la derecha, los militares y la democracia cristiana son los únicos que permanecen en la junta y todo ese proceso acaba dando lugar a la guerra civil. ¿Desde la diáspora, como usted veía todo ese proceso de inicio de la guerra civil y la participación de la izquierda en esa junta?
Bueno, en esto hay mucha, muchísima tela que cortar. En ese momento, el PCS ya no representaba solo a toda la izquierda. Existen otras organizaciones más importantes que están marcando la vida política con mayor fuerza. Ese Golpe en el que participan los comunistas, es precisamente la consecuencia de una estrategia importada, con esquemas ajenos a la realidad nacional. El PCS quiere en esos momentos llegar al poder, participar, tal vez abrirse un campo político legal que siempre le fue negado. Pero como desde entonces, en la mente de los dirigentes comunistas, la solución a los problemas viene desde arriba, sin la participación activa y conciente de las masas. El Golpe de Estado es diametralmente opuesto a un movimiento revolucionario que implica la participación popular. El Golpe de Estado es llegar al poder, sin luchas, con aliados que tienen fundamentalmente otro tipo de intereses, no son los intereses de liberación que se planteaba el PCS en los años cincuenta y sesenta. La participación en ese golpe es la manifestación, la cristalización de la tendencia oportunista de derecha que se apoderó del PCS bajo la dirección de Handal.
La izquierda ya tiene entonces otras tendencias, otras organizaciones. Una de ellas ha salido del PCS, con otro pensamiento, con otra visión del pais, con otra visión del modo cómo se tiene que llegar al poder y de la participación masiva de la gente en la construcción misma de las organizaciones. Ya no se trata solamente del partido de “vanguardia”, evidentemente esta concepción sigue existiendo, pero a la “vanguardia” se unen las masas, son las masas las que deben tomar en sus manos la lucha por liberarse. Estoy hablando de las FPL.
Es decir no es el fracaso de los comunistas en el golpe lo que va a conducir a la lucha revolucionaria de las FPL. Esta organización ya ha iniciado su actividad y su preparación de la lucha guerrillera, ya ha habido ataques. Existe pues otra estrategia, la de la Guerra Popular Prolongada. No puedo en esta entrevista entrar en el detalle de esta estrategia, pero difiere profundamente, en su esencia, con la política del PCS. Los comunistas se han dedicado a denigrar a las FPL, los denuncian como aventureros, incluso van a llamarlos “terroristas”, “criminales”, etc. El PCS se opone con furia y ahinco a la lucha armada, la juzga una aventura.
El PCS se sube al tren de la lucha cuando ya iba tomando velocidad, ya iba en camino. Las FPL tuvieron que tenderle la mano al PCS para que pudiera subir al peldaño, tuvo que ayudarle para que pudiera entrar en la lucha. Estas son cosas que siempre hay que tener en mente, son parte de la historia y son importantes, pues esta actitud vuelve a convertirse en actualidad en la estrategia de “alianzas” del FMLN, en donde ya se han olvidado del objetivo que grita el mismo nombre de la organización: “para la Liberación Nacional”. Ahora asisten trémulos, impotentes a la entrega al imperialismo que ha emprendido el presidente que ellos mismos pusieron en el poder. De nuevo las masas tienen que esperar que sus dirigentes, desde arriba, les arreglen su destino. El FMLN de nuevo, bajo la dirección actual, cae en el oportunismo de derecha.
PSES: La ofensiva de 1989, que tal vez haya sido el golpe más duro que la FAES y el gobierno de derecha recibieron durante toda la guerra civil, como la considera usted, ¿un fracaso o un éxito? ¿Por qué?
Cuando uno va a analizar un hecho de guerra se ve obligado a referirlo al objetivo apuntado. Si consideramos que el Frente anunciaba esa ofensiva como final, como “Hasta el tope”, en la que se esperaba que el pueblo entero se sublevara en una insurrección, pues podemos decir que fue una derrota. Pues no tuvo lugar la insurrección y tampoco puso punto final al conflicto con la desbandada del Ejército y sus aliados. Nada de eso ocurrió.
Pero si esta ofensiva la colocamos dentro de otra perspectiva, dentro de una política nueva que se instaló después de la primera ofensiva “final” del 10 de enero de 1981, entonces la ofensiva de noviembre de 1989 se puede considerar un triunfo. Es decir, desde 1981 hubo un cambio de objetivos. La guerra se llevaba adelante ya no para lograr una victoria e instalar un gobierno revolucionario, sino para lograr imponer las negociaciones al gobierno y terminar la guerra a través de esas mismas negociaciones. Esto es importante, esto hay que tenerlo en mente cuando analizamos toda la guerra.
Pues al interior del Frente hay varias fuerzas con objetivos diferentes, con ideologías diferentes, con historias propias diferentes. Esto condujo a que hubiera una fluctuación constante de objetivos estratégicos, tanto desde el punto de vista político, como militar, por supuesto. Pues lo político iba determinando lo militar.
Esa misma ofensiva se puede ver entonces a partir de dos estrategias en pugna y en colaboración. La dirección del ERP estuvo siempre soñando, casi místicamente, en una gloriosa insurrección que pondría en fuga a la dictadura y a sus aliados internos, como externos. Esa fantasía del “gran estratega” Villalobos no tenía la más mínima posibilidad de darse. Esto por múltiples razones de la historia misma de la “guerra de contra-insurgencia” que implementó el imperialismo estadounidense. La asesoría militar que prodigaba el Pentágono a las fuerzas represivas salvadoreñas comprendía la puesta en marcha de una represión selectiva y de masas. Se usó la política de la “tierra quemada” con el uso de bombas hasta de media tonelada y semejantes algunas al napalm, algunas contenían fósforo blanco, etc. El Ejército invadía territorios y procedía a masacres, dándole la necesaria publicidad para escarmiento y para terrorizar al resto de la población. Los crimenes selectivos y la represión en las ciudades llevó a un debilitamiento de la acción de las organizaciones de masas. Muchos cuadros fueron llamados a integrarse a la guerra, a la actividad militar. La insurrección no podía lograrse por la propaganda y las difusiones de Radio Venceremos. Eso era simplemente una fantasía de Villalobos.
Hay que señalar algo muy importante. Nunca hemos analizado cuál fue realmente el impacto en el ánimo de los salvadoreños que produjo el asesinato de Monseñor Romero y la masacre durante su sepelio, la gente supo que esto sucedió ante todas las cámarasde televisión del planeta. Este impacto, pienso, fue largo y tuvo sus consecuencias profundas en la combatividad del pueblo salvadoreño de las ciudades, sobre todo de la gente de San Salvador.
Entonces si vuelvo a la pregunta, podemos concluir que se trata de un fracaso por un lado, pero de un triunfo del otro. Triunfo, pues esta ofensiva obligó al Ejército a cometer errores irreparables y lo condujo al asesinato de los jesuitas. El Estado Mayor tuvo miedo, se sintió cercado y al cometer esta nueva masacre produjo mayor indignación en el mundo. Se acrecentó entonces la presión internacional para obtener la salida negociada de la guerra. Las negociaciones se convirtieron desde entonces un horizonte alcanzable y pronto comenzaron a tomar forma.
Es necesario señalar que al haberse abandonado desde a mediados 1981 y definitivamente en 1983, los objetivos transformadores de la sociedad, el objetivo de instalar un gobierno revolucionario y emprender la liberación nacional por la revolución, no se iba a negociar el poder, sino que solamente el fin de la guerra. Los problemas sociales y económicos que motivaron la guerra quedaron intactos.
PSES: Es muy curioso que dos días antes de la ofensiva del 11 de noviembre estábamos asistiendo la caída del muro de Berlín y un par de años más tarde la Unión Soviética también acaba. ¿Cómo se explica una ofensiva de tamaña envergadura delante de un contexto geopolítico que le era adverso? ¿Había realmente posibilidades de ganar la guerra o estaban apenas queriendo gastarse las últimas balas para partir para la mesa de negociación, como de hecho lo hicieron 3 años más tarde?
El derrumbe del Muro de Berlín fue una sorpresa para muchos, casi para todo el mundo. Si los comunistas salvadoreños no vieron con buenos ojos la Perestroika, nunca pensaron que la sociedad “socialista” iba a terminarse dentro de poco tiempo. Y hablo de los comunistas, pues ya desde entonces son sus posiciones las que predominan en el Frente.
PSES: En 1992 se firman los acuerdos de paz pero la pobreza y la injusticia social no acaban. Y así pasamos a asistir al FMLN participando de la vida democrática y ahora todo mundo es libre de decir lo que quiera sin que el escuadrón le haga una visita amigable el siguiente día en la noche. Sin embargo, muchos países alcanzaron lo mismo sin haber necesitado de una guerra civil. ¿Valió la pena tantas vidas, tantos desaparecidos, huérfanos, daños a la economía y a la infra-estructura del país?
Cuando se inicia una batalla, no lo hacemos sabiendo de antemano cuál va a ser el resultado. Los que emprendieron la lucha y los que sacrificaron sus vidas no lo hicieron para este resultado, eso es evidente. Sin embargo para los que conocimos realmente lo que significa vivir constantemente en el miedo, en le terror de la represión, haber logrado los derechos democráticos de los que se gozan hoy, ya es un gran triunfo, algo históricamente muy importante. La dictadura duró décadas, iba adquiriendo formas distintas, pero es ininterrumpida desde 1932. Es decir la dictadura duró 60 años, se inició con una gran masacre y terminó con masacres que sumaron 75 mil muertos. Es decir que fueron generaciones enteras que nunca vivieron bajo un régimen democrático, que nunca conocieron las libertades burguesas. Estas son pobres y limitadas, pero al mismo tiempo reales.
El problema es cómo usar estas libertades para llevar adelante las luchas de transformación social. Este es el punto crucial de nuestra historia. Punto nodal de hoy, de nuestras perspectivas nacionales.
Los pueblos que lograron lo mismo sin guerra civil, simplemente tuvieron otra historia, tuvieron otra correlación de fuerzas. No creo que esto dependa integralmente de la voluntad de nadie. Por lo tanto no es muy sensato este tipo de comparaciones.
PSES: Carlos, si le dieran la oportunidad de volver en el tiempo y el poder de decidir el entrar o no a la guerra, ¿qué haría usted?
No se puede volver en el tiempo. No obstante no puedo echar al tarro de la basura toda nuestra historia, no se puede menospreciar o desvaluar el heroísmo de tanta gente que luchó y entregó su vida por una existencia mejor para todos. Lo que tenemos que hacer es recuperar toda esta historia, comprenderla, aprender de ella. Mucho de lo que estoy diciendo no lo hago a partir solamente de una visión histórica. Lo que he dicho es sobre todo una interpretación política. Pues la guerra y su resultado sigue aún determinándonos de manera inmediata. Incluso la promesa del cambio, incluso la incapacidad del Frente a enfrentar sus tareas actuales con el vigor y el rigor necesarios resultan de ese pasado también inmediato. Su oportunismo de derecha actual tiene raíces en este pasado inmediato. Incluso el hecho de haberse dejado imponer por una exitosa campaña a un candidato externo, cuyas reales intenciones ignoraban y que ahora resulta que no corresponden ni siquiera con los limitados objetivos que tiene el Frente. El Asocio que ha firmado Funes es simplemente contradictorio con la promesa del cambio, reintroduce con fuerza políticamente al Ejército, le entrega a hombres de la oligarquía la posibilidad de definir y determinar la política económica del país, incluye este Asocio la agravación de la situación de los trabajadores, se le va a imponer mayor flexibilidad, se le va a mermar los pocos derechos adquiridos. Le entrega la reforma institucional de la justicia a expertos extranjeros, que van a introducir criterios ajenos a nuestra cultura y a nuestro derecho. Nuestras intituciones de justicia serán sucursales de la justicia estadounidense tanto en su funcionamiento, como en su objetivos. Todo esto enmarcado dentro de la política de la “Seguridad Nacional” de los Estados Unidos. Todos sabemos que la justicia en los Estados Unidos es una institución que renquea, que funciona en beneficio de una casta, que persigue con discriminación a los pobres, a los negros y a los que ellos llaman “hispanos”. Se firma un Tratado con un país que tiene leyes incompatibles con las nuestras, que tiene procedimientos corruptos, para que sean ellos los que vengan a decirnos como debemos comportarnos. ¿Se puede uno imaginar peor estupidez?
PSES: ¿Es posible llamar los acuerdos de paz de una victoria de la izquierda?
Creo que ya he respondido ampliamente a esta pregunta.
PSES: Una última pregunta, con un FMLN a cada día más pragmático, hasta irreconocible cuando comparado con aquella organización que entró a la guerra, se podría decir que la izquierda salvadoreña, aquella que aún cree en un verdadero cambio ¿se ha quedado huérfana? Caso afirmativo, ¿qué hacer ahora delante de ese cuadro?
Sí, existe una izquierda que se ha quedado sin partido. La izquierda revolucionaria se ha quedado desorganizada, pues el FMLN ha dado un fuerte viraje reformista, ya no es una fuerza que persiga salir del capitalismo, de la sociedad de mercado, al contrario persigue profundizar la dominación del capital. Lo veremos cuando se enfrenten en la Asamble al Asocio firmado por Funes. Lo hemos visto en su actitud ante la realidad nacional, lo hemos visto al no proponer un substancial aumento del salario mínimo, al no proponer leyes laborales que le den nuevos derechos a los trabajadores, etc. Su voluntad de compromiso con el gran capital es evidente y ha sido proclamado por sus máximos dirigentes. Y debo advertir que visto la forma autocrática que tiene de funcionar, no existe la menor esperanza que pueda haber pronto algún cambio de dirección.
Por lo tanto, surge la necesidad de crear otro partido. No obstante aquí no se trata de volver a lo mismo, a repetir en todo los mismos errores del pasado. Es decir que es urgente e imprescindible la innovación en todo, incluso en la forma de la organización, en la manera de encarar la lucha política. Es decir poner todas las barreras que eviten caer en el electoralismo, en la adaptación y aceptación del régimen político que peremniza al sistema capitalista. Se trata pues de crear un nuevo partido de otro tipo. De nuevo entramos en otra etapa, en una etapa de luchas prolongadas. Pero esto requiere mayor desarrollo, imposible de hacerlo en pocas palabras.
Carlos, muchas gracias por su tiempo, Política Stereo y sus lectores se lo agradecen.
Permítanme agradecerles darme la palabra para opinar en estos temas. Quiero agradecer también la atención de los lectores de Política Stereo.