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15 diciembre 2011

La pena de muerte sin juicio, ni condena

Hace unos días publiqué en este espacio estas tristes constataciones : «Vivimos en una sociedad en la que la mayoría sigue dominada por la ideología que destilan los medios de comunicación, la escuela, las religiones, etc. Vivimos en una sociedad pusilánime, miedosa, conformista y hasta cierto sentido, impregnada de la ideología fascista. Basta con ver la violencia verbal con que se abordan los problemas relacionados con la delincuencia. Pero al mismo tiempo, el tipo de soluciones totalitarias que se escuchan y leen, de nuevo se propone reintroducir la pena de muerte, el tipo de penas existente ya de por sí, en la práctica, son “condenas a cárcel a perpetuidad”, lo que prohibe la Constitución, las leyes “mano dura”, “mano super dura” y la “ley anti-maras” contenían como panacea, el recrudecimiento de las penas de cárcel. Pero esto es ya un detalle.”


“Nuestras gentes andan sumidas en el miedo que les impide razonar, que les impide tener reacciones racionales, la mayoría habla de exterminar las maras (término fascista por excelencia cuando se refiere a poblaciones, a personas). Otros, cada vez en mayor número, piden la abolición de “los derechos humanos”. En estos días, obedeciendo al mandato de sus amos, Funes ha nombrado a un militar en el puesto de ministro de la Seguridad Pública. La derecha se regocija y con ella todo el electorado pequeño burgués que se pasó a la “izquierda” en las últimas elecciones presidenciales. A toda esa gente envalentonada por la actitud cada vez más descarada de Funes como un hombre de derecha, llega incluso a expresar en voz alta su nostalgia por la Guardia Nacional. Que ese nombramiento sea un primer paso en la aplicación del Tratado de Asociación firmado recientemente, en el que se van a supeditar nuestras instituciones a la doctrina reaccionaria de “Seguridad Nacional” de una potencia imperialista, este hecho le importa un comino a la población, ni se entera y si se entera no le da la mayor importancia, es más, no alcanza a ver dónde está el problema. Que vayamos a ser aún más dependientes, pues eso no va a cambiar, piensan, en suma nada fundamental en nuestras vidas.”


El diario La Página nos informa ahora que el nuevo ministro de Seguridad Pública, Munguía Payés, le pide a la Asamblea Nacional le otorgue total impunidad a los policías y soldados que maten o hieran a delincuentes en su combate contra el crimen. Se trata pues de un nuevo paso hacia el fascismo en el país. El ministro simplemente está pidiendo a los diputados de reintroducir la pena de muerte, pero con el agravante de que se aplique sin juicio, ni condena previa.


No sé si los “progresistas”, la gente de izquierda, miembros y electores de los partidos de izquierda se den cuenta de la gravedad de la situación. Bajo el gobierno en el que participan miembros del FMLN, durante la presidencia de Funes, llevado al poder por los efemelenistas, no solamente se está militarizando al país, sino que medidas estrafalarias, totalmente descabelladas, dignas de una dictadura son propuestas sin que nadie se indigne, al contrario obtienen el asentimiento público y general. A tal punto que resulta imposible que los diputados del FMLN le nieguen los votos o su acuerdo de principio a esta medida de corte fascista.


Se han perdido muchas batallas en el pasado. La principal fue la que no se llevó a cabo: la batalla ideológica. Poco a poco la derecha fascista de nuestro país se ha ido imponiendo en las mentes de nuestros compatriotas y no se supo reaccionar a tiempo. La derecha dejó que las maras crecieran con exuberancia, que difundieran miedo en el país, que se volvieran en el principal asunto de preocupación de la población. Nadie quiso desde el principio emprender una batalla preventiva y educativa para contrarrestar el alza delictiva en nuestra juventud. El lenguaje usado por los políticos de ambos bandos, por los columnistas de todos los media deja de lado, lo ignora, hace abstracción de que se trata de jóvenes salvadoreños los que componen las maras. Se habla de las maras como si fuera una invación que nos ha llegado de no se sabe dónde, como si fuera algo extraño, extranjero a nuestra sociedad: las maras salen del seno de nuestra propia sociedad. Una sociedad injusta, agresiva, violenta en todas las esferas de la vida, que discrimina y humilla a los pobres, que ostenta la opulencia de los ricos, que se hunde en la corrupción, donde las clases pudientes regatean hasta el más mínimo céntimo de los impuestos a pagar.


La barbarie de los crímenes que cometen las maras se asemejan a la que practicaron los “escuadrones de la muerte” y todas las fuerzas represivas (entre ellas el Ejército) del Estado despótico de la oligarquía, durante la guerra civil. Ahora Funes ha emprendido una total rehabilitación de ese mismo Ejército. Al nombrar a un militar por orden de sus amos del Norte al puesto de ministro de la Seguridad Pública se estaba dando un gran paso hacia la total militarización del país. El ministro desde su entrada en funciones hizo un despliegue de fuerza en un pueblo, como lo practicaba el Ejército durante la guerra. Pero ahora se trata de un paso más hacia la vuelta a la dictadura. Pues ¿quién puede garantizar que esa medida no se va a extender hacia toda la población? ¿Quién garantiza que el crimen cometido por las “autoridades” se justifica de alguna manera? ¿Quién puede garantizar que no se proclame como delincuentes a los huelguistas, a los futuros indignados? Y como resultado se les pueda matar impunemente.


Muchos han subrayado que los soldados no están preparados para el combate de la delincuencia, para le persecución del crimen. El ministro está previendo ya, con tanto soldado en las calles, todo tipo de trasgresiones a la ley y se adelanta con el apoyo del presidente Funes, a pedir una amnistía por anticipado por las muertes que puedan causar.


Nos estamos avanzando simplemente, a grandes pasos, hacia un Estado sin derecho, en el que el Ejército ocupa el país, desde las fronteras hasta las prisiones, con el derecho de matar impunemente. ¡Este si que ha sido un cambio! Esto ni siquiera lo soñaron los areneros, pero el gobierno Funes/ FMLN lo ha hecho.


Lo repito, los delincuentes juveniles son el fruto de esta sociedad, son parte de la sociedad misma. Tanto es así, que el Estado despótico tiene la misma actitud de las maras, la violencia y la muerte. No creo que alguien se atreva a decir que con estas medidas reclamadas por el ministro Munguía Payés estemos entrando en una nueva civilización, que estamos construyendo la paz. Se trata de un estado de emergencia permanente, estamos ya adentro de un tunel oscuro.

09 diciembre 2011

Volver nuestro el pensamiento de Marx

Muchos que le regatean a Marx su actualidad y sobre todo su vigencia, simplemente no lo han leído. Cuando digo no lo han leido, me refiero a una lectura estudiosa, no haber alguna vez hojeado o recorrido ciertos pasajes de sus obras más conocidas. Muchos de los que rechazan a Marx lo expiden de regreso al siglo XIX y aquí en América Latina hay muchos que lo regresan además a Europa, arguyendo que sus análisis no corresponden a nuestra idiosincracia, a nuestro indigenismo, a las particularides continentales.


La primera observación que deseo hacer a este respecto es la siguiente: al único gran pensador que se le envía de regreso a su siglo es a Marx, a nadie se le ocurriría mandar a pasear al siglo XVII a un Descartes o al siglo XVIII a un Kant. Tampoco lo hacen con otros pensadores del siglo XIX como Nietzche, ni tampoco le pagan el pasaje de regreso a Europa a ninguno de ellos, ni a los que han surgido en el siglo XX en Europa. Esto sin ninguna duda tiene su explicación.


La primera explicación que se me ocurre es la actitud distinta que adopta Marx hacia la realidad y el pensamiento sobre la realidad. Muchos conocen y repiten la famosa tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” No me cabe duda que esta nueva actitud hacia el mundo lo vuelve peligroso y es la razón primordial por la que quieren recluirlo en el pasado y lejos de nuestra América.


Es por eso que muchos quieren reducir su aporte —aunque admitan que es importante— al análisis económico de su siglo, muchos pueden admitir que para su época fue el más pertinente, el más profundo, pero no se le puede sacar de allí, pues las condiciones han cambiado durante todo el siglo XX. Esta reducción de Marx a mero crítico de las condiciones sociales y laborales del siglo antepasado, oculta precisamente lo más importante: El Capital y sus otros escritos económicos no se limitan a denunciar, sino que son el más profundo análisis del funcionamiento mismo del modo de producción capitalista. Lo fundamental de sus obras económicas no son la denuncia de las deplorables condiciones de vida de la clase trabajadora, sino que la puesta en evidencia de los mecanismos económicos de donde procede la ganancia de los propietarios de los medios de producción, es decir, cómo aparece y se elabora el sobrevalor. Por supuesto que Marx denunció en sus obras las condiciones miserables de los trabajadores en los talleres de su siglo, denunció con fuerza el trabajo infantil y la sobreexplotación que sufrían las mujeres entonces. Sobre esto no cabe ninguna duda.


Los liberales no tienen teoría de la crisis


Pero en El Capital hay muchas cosas más. Al analizar el funcionamiento y la composición del capital, su puesta en movimiento, Marx descubre también sus límites y el origen de sus sucesivas crisis. En las teorías clásicas y liberales no existe un análisis de la crisis, pues se trata sobre todo de teorías apologéticas del capitalismo, en ningún momento estas teorías presuponen estas crisis, ni tienen los útiles para analizarlas. Sólo en El Capital y en los escritos de otros pensadores marxistas se encuentran análisis sobre la crisis del capital. Los economistas liberales no entienden, ni pueden entender la ley tendencial de la baja de la tasa de ganancia, pues es justamente su talón de Aquiles.


Marx de manera perspicaz y profunda analizó la crisis financiera inglesa de los años cuarenta del siglo XIX. En ese análisis nos muestra de manera concreta el origen de las crisis, que van a repetirse cada vez con mayor fuerza y al extenderse el mercado mundial, van a tener repercusiones internacionales. Ante nuestros ojos se desarrolla un proceso acelerado de concentración de capitales, de monopolización, los famosos oligapolios son su resultado. Esta concentración es el movimiento normal del capital, esto produce pues una sobreacumulación que resulta de la anarquía misma de la producción y que conduce precisamente a la baja tendencial de las tasas de ganancia, cuando todas las astucias financieras se han agotado. Esta sobreacumulación se manifiesta a través del exceso de la producción vendible (transable), no se trata de que no hay quien pueda consumirla, sino que la acumulación tiende a excluir, a marginalizar a una proporción cada vez mayor de la población de la posibilidad de comprar las mercancías que se producen. Pero ahora en vez de tenerselas que ver con la sobreproducción normal, el auge del sistema de crédito le permite al capital acumularse bajo la forma de capital-dinero, que se presenta cada vez más bajo formas más abstractas, irreales, ficticias. Marx en el libro Tres de El Capital, en el capítulo XXV y siguientes analiza justamente la composición y el funcionamiento del capital bancario. Marx adopta justamente el término de capital ficticio (fictivo).


Todos sabemos que las cosas ahora difieren mucho de la crisis y de la situación analizada por Marx, ahora la moneda ha ido cambiando de forma hasta convertirse cada vez más inmaterial, el mercado de cambios se ha dilatado en un régimen que se ha desprendido de los metales preciosos, del oro. Pero los elementos de análisis dejados por Marx permiten entender los movimientos ficticios del capital, que forman parte del sistema de crédito y del capital monetario.


Marx en este caso es un científico, pero además Marx para llegar a todos esos descubrimientos tuvo previamente que proceder de manera conciente a una revolución en el modo de pensar, pues Marx y su compañero de luchas Engels, fundaron la dialéctica materialista. Se trata pues de un filósofo que viene a ponerle fin a esta filosofía que se conforma con interpretar el mundo.


Los sepultureros modernos de Marx


La aplicación de ese nuevo modo de pensar, de la dialéctica materialista, la encontramos precisamente en El Capital, lo que convierte a esta obra económica en una genial obra filosófica. Por supuesto que se trata de desentrañar de sus escritos justamente este nuevo método y las principales categorías, sus filosofemas. Marx no escribió una obra estrictamente filosófica. Esto dificulta en mucho la comprensión y es justamente lo que ha traido en este campo la aparición de los diversos marxismos que dialogan y a veces simplemente se contradicen.


No obstante muchos de los sepultureros modernos de Marx no van a sus obras, se conforman con hojear las obras de los que se pretenden sus discípulos e incluso le atribuyen al pensamiento de Marx los crímenes cometidos por el Stalinismo y muchos concluyen a la caducidad de su pensamiento por el aparatoso derrumbe del capitalismo de Estado que se practicó en el Este europeo.


¿Pero se pueden conformar con estas precipitadas conclusiones los que hacen suyas las palabras de Marx sobre la urgente necesidad de transformar el mundo? Porque el mundo de hoy, todo el mundo, funciona bajo los mecanismos de la dominación del capital. ¿Se puede realmente tranformar el mundo sin abolir la explotación de unos cuantos hombres sobre el resto de la humanidad? Porque nadie puede negar que el capitalismo mundializado es el que causa los estragos en todos los continentes. No se trata solamente de la vieja Europa. El capitalismo funciona y se desarrolla por todo el mundo imponiendo su principal motor, la búsqueda desenfrenada de la mayor ganancia.


Esto no tiene nada que ver con la genética. Esto no tiene nada que ver con las particularidades socio-culturales de nuestros pueblos. Justamente la penetración de la ideología capitalista es la que mayormente se opone al despliegue de nuestras potencialidades, la que tiende a borrar las costumbres, la que nos impone modos de vida y de consumo inventados en otras partes. Lo que nos vuelve a nosotros mismos en mercancias es justamente el capitalismo.


Por eso suena muy extraño que debemos reenviar a Europa a un gran pensador, el que primero y que con mayor profundidad puso al desnudo los mecanismos de la explotación capitalista. La urgencia de estudiar con profundidad el método dialéctico materialista que crearon Marx y Engels es cada vez más patente. No podemos ahora que el capitalismo con sus repetidas crisis nos amenaza a todos con destrucciones y despilfarros a desaparecer o volvernos de nuevo esclavos, abandonar el esfuerzo de entendimiento que nos proporciona el pensamiento de Marx. El capitalismo se defiende limitando los derechos de los trabajadores, reduciendo al máximo los salarios, obligando a los Estados a abandonar lo que con cruentas luchas se ha logrado, jornadas de trabajo, pensiones, instituciones de salud, de educación etc. El capitalismo busca siempre como absorver nuevas y nuevas actividades. Todo lo que era antes funciones del Estado se vuelve actividad comercial. En nuestro país, aprovechándose de las condiciones infrahumanas de las actuales prisiones, poniéndose al unísono con el movimiento del capital, el flamante presidente del cambio, les ofrece a nuestros oligarcas la construcción y gestión de las nuevas prisiones. Nosotros sabemos que en El Salvador la educación de calidad, de mediana calidad, es una mercancía dejada a instituciones privadas, el Estado no asume precisamente lo que le dicta la Constitución, de prodigar a todos la educación gratuita y general.


Estudiar a Marx es una tarea actual


Estudiar a Marx no es un lujo, ni nada superficial, es una necesidad para entender el mundo presente, para saber cómo podemos transformarlo. Hay muchos que llegan al absurdo de afirmar que Marx no tiene una teoría política. Como siempre se trata de personas que no han estudiado a Marx.


Muchos se han quedado pensando según los cánones que se impusieron en la difunta Unión Soviética, esa caricatura que redujo el pensamiento de Marx en un recetario formal y anti-dialéctico. Pero en Marx podemos encontrar indicaciones fundamentales sobre una real práctica política y sobre los presupuestos de la sociedad futura. Pero de la misma manera que pasa con su dialécta materialista hay que ir a buscar su pensamiento político en todos sus escritos, incluso en aquellos que no aparentan contenerlo.


Esta es una tarea actual. Pero al mismo tiempo no se trata de una tarea que hay que iniciar, ya existen muchos trabajos realizados y algunos han avanzado mucho. Es cierto que se trata de un terreno en el que se marcha muy despacio y muchos son los que se desesperan, los que pierden paciencia. Se trata de un trabajo arduo, incluso se trata para muchos de entre nosotros de algo totalmente nuevo, sobre todo entre nosotros los salvadoreños.


La urgencia de nuestra situación nos ha obligado siempre a dejar de lado el estudio de la teoría revolucionaria. La falta de libertades durante tantos años tampoco ha sido una circunstancia propicia para el estudio. También la falta de libros, de casas de edición, de cursos de filosofía, etc. no nos ha ayudado mucho.


Huérfanos de pensamiento y de acción


Es cierto que la famosa pregunta de Lenin “¿Qué hacer?” nos trota en las cabezas y pensamos que todo se reduce a tratar de resolver los problemas de esta coyuntura, como si no existiera la necesidad de crear reales proyectos para el país, para nuestra nación. Ahora ante el fracaso de la estrategia y la práctica politiquera del FMLN, que reduce su participación en el gobierno a mendigar parcelas de poder al arrogante presidente que ellos mismos nos impusieron, los que pensaron otro futuro para el país se encuentran huérfanos de pensamiento y de acción. La urgencia nos aparece monstruosa, la situación no puede admitir postergaciones, los problemas de la sociedad son muchos, no se trata sólo de la violencia —este problema es inflado demasiado para que no veamos los otros— el desempleo es gigantesco, los salarios son de miseria, pero son millones los que no tienen ni siquiera esos salarios, son muchas las familias que viven sin poder planear ni el almuerzo, ni mucho menos la cena. Los millones de salvadoreños que se han ido al extranjero son el resultado de los tantos problemas socio-económicos de la sociedad salvadoreña. Algunos se fueron en busca de mejores horizontes, otros huyendo del hambre, pero todos se fueron porque el país no les ofrecía futuro.


Ante esto puede parecer absurdo venir a proponer escudriñar los textos de un filósofo alemán del siglo XIX, pero justamente nuestros fracasos políticos no se lo debemos al exceso de estudios y reflexión, sino que a una ausencia de análisis claros y concretos de nuestra realidad. Se la debemos al oportunismo de los dirigentes que se han ido sucediendo en la dirección de los partidos que se declaraban revolucionarios. Se trata de un problema mayor de nuestra realidad.


Si el oportunismo político es viejo entre nosotros, también es necesario saber que es vieja nuestra combatividad, son muchos los ejemplos en nuestro pasado en los que hemos visto a nuestro pueblo levantarse y exigir mejores condiciones de vida. Al lado del oportunismo han existido siempre hombres y mujeres de gran temple revolucionario. Su ejemplo nos incita a no volver en mero activismo sin sentido la actividad revolucionaria, que no puede existir sin una reflexión previa, sin teoría revolucionaria. Esto nos lo hemos repetido como cantaleta, ahora también es urgente poner en práctica la elaboración de la teoría, volver nuestro el pensamiento de Marx.

02 diciembre 2011

Artistas se solidarizan para ayudar a bailarina enferma de cáncer



Ante la gravedad del cáncer sufrido por la maestra de la Escuela Nacional de Danza, Mariem Pleitéz, un grupo de artistas solidarios presentará una petición a SECULTURA.



Mariem Pleitéz, maestra contratada por horas en la Escuela Nacional de Danza padece de un cáncer en la cérvix, con metástasis en la ingle, diagnosticado el pasado 23 de noviembre. La bailarina de 31 años se encuentra actualmente bajo un sistema de contratos no permanentes. Esto ha movido a artistas de diversas disciplinas a recolectar firmas y presentar una petición a la Secretaría de Cultura de la Presidencia, para que se mantenga el contrato de la maestra hasta su recuperación. Pleitéz es una de las pocas profesionales que cuenta con estudios superiores de Pedagogía de la Danza, realizados en México.

El grupo de artistas está compuesto por exponentes de diversas disciplinas hace énfasis en la vulnerabilidad del gremio artístico en materia de ley, derivada de la ausencia de una ley de cultura y artes para El Salvador. "Nuestra compañera ha sido diagnosticada con un cáncer complejo y curable, situación difícil de salud a la cual nos hemos enfrentado muchos/as de nosotros y nos tocará seguir enfrentando de no cambiar el contexto antes expuesto", reza la carta del colectivo.

En el escrito se solicita a SECULTURA que se mantenga el salario de Pleitez, durante su tratamiento y recuperación, y "darle la oportunidad de compensar el tiempo y contrato una vez esté recuperada y pueda retomar sus labores", según el texto de la petición.

La bailarina Paola Lorenzana ha difundido la carta que será entregada el próximo lunes a SECULTURA y que va dirigida al Secretario, Héctor Samour. Los compañeros de Mariem Pleitéz se encontrarán recolectando las últimas firmas en el centro comercial Metrocentro, en San Salvador el próximo viernes 2 de diciembre, de las 3:00 a las 6:30 pm, en el local "Coffee Cup", al pie de la Torre Roble.

26 noviembre 2011

Respueta a un amigo

En el grupo salvadoreño “La Diáspora Opina” de Facebook, un amigo, Edwin Lima, inció un hilo con esta pregunta: ¿Cuál es la revolucion posible hoy en dia?. Como es normal surgió un debate animado. He participado también en él. Pero ahora quiero compartir con mis lectores una respuesta que me ha salido más larga que lo admitido en ese tipo de espacios.



En tu pregunta hay un adverbio de tiempo que limita todo horizonte a la respuesta. Pues si se toma al pie de la letra ese “hoy en día”, la respuesta es clara y rotunda, no existe ninguna revolución posible hoy en día. Pero incluso si se amplía el tiempo que puede abarcar ese “hoy en día”, la respuesta no deja de ser negativa. Pues la revolución social implica una transformación radical de la sociedad, que en estos momentos, en las circunstancias actuales, no podemos vislumbrar, ni siquiera la posibilidad concreta de un movimiento de masas, ni un accionar cohesionado y general de la población hacia otro tipo de sociedad en que los problemas sociales, económicos, culturales, ambientales, etc. que enfrentamos puedan, por lo menos, tener un inicio de solución.


Vivimos en una sociedad en la que la mayoría sigue dominada por la ideología que destilan los medios de comunicación, la escuela, las religiones, etc. Vivimos en una sociedad pusilánime, miedosa, conformista y hasta cierto sentido, impregnada de la ideología facista. Basta con ver la violencia verbal con que se abordan los problemas relacionados con la delincuencia y la violencia. Pero al mismo tiempo, el tipo de soluciones totalitarias que se escuchan y leen, de nuevo se propone reintroducir la pena de muerte, el tipo de penas existente ya de por sí, en la práctica son “condenas a cárcel a perpetuidad”, lo que prohibe la Constitución, las leyes “mano dura”, “mano super dura” y la “ley anti-maras” contenían como panacea, el recrudecimiento de las penas de cárcel. Pero esto es ya un detalle.


Nuestras gentes andan sumidas en el miedo, que les impide razonar, que les impide tener reacciones racionales, la mayoría habla de exterminar (término facista por excelencia cuando se refiere a poblaciones, a personas) las maras. Otros, cada vez en mayor número, piden la abolición de “los derechos humanos”. En estos días, obedeciendo al mandato de sus amos, Funes ha nombrado a un militar en el puesto de ministro de la Seguridad Pública. La derecha jubila y con ella todo el electorado pequeño burgués que se pasó a la “izquierda” en las últimas elecciones presidenciales. A toda esa gente envalentonada por la actitud cada vez más descarada de Funes como un hombre de derecha, llega incluso a expresar en voz alta su nostalgia por la Guardia Nacional. Que ese nombramiento sea un primer paso en la aplicación del Tratado de Asociación firmado recientemente, en el que se van a supeditar nuestras instituciones a la doctrina reaccionaria de “Seguridad Nacional” de una potencia imperialista, este hecho le importa un comino a la población, ni se entera y si se entera no le da la mayor importancia, es más, no alcanza a ver dónde está el problema. Que vayamos a ser aún más dependientes, pues eso no va a cambiar, piensan, en suma nada fundamental en nuestras vidas.


La parte económica del Tratado lo anuncia sin mayores preámbulos, uno de los problemas de la economía salvadoreña es su baja productividad, y uno de los obstáculos más grandes son los derechos de los trabajadores. Pues es necesario que los criterios se acomeden a lo que recomendaba la Banca Mundial en los inicios de la gran marea neo-liberal. Es eso lo que nos quieren aplicar. Es decir mayor explotación y un statu quo de nuestra dependencia, pues no hay en ese tratado nada que pueda verse como un cambio radical de nuestra situación de economía dependiente. Ante esto la mayoría vuelve a lo mismo, al mismo conformismo, no podemos nada, somos pequeños, somos atrasados, qué podemos contra ellos. Y como ya un estribillo más que estúpido vuelven, como un argumento de peso, a sacar a los millones de salvadoreños que viven en los Estados Unidos. Esa presencia de salvadoreños en Estados Unidos la esgrimen como argumento para todo, para aceptar que los Estados Unidos se inmiscuyan en nuestros asuntos, como para rechazar cualquier medida que pueda ser vista por los imperialistas como dañina a sus intereses. La misma candidatura de Funes era bien vista por la población porque ella no alarmaba a los Estados Unidos, era aceptable para ellos.


Aquí estoy dando a grandes pinceladas el estado de conciencia de la mayoría de salvadoreños. Una revolución no se puede hacer contra la opinión, contra el sentimiento de la mayoría. Las ideas revolucionarias tienen que conquistar las mentes de todos. La gente se tiene que apropiar del pensamiento nuevo, sin esa apropiación es imposible hacer cambios estructurales.


¿Significa esto que esta realidad debe paralizarnos? ¿Que esto deba obligarnos a postergar para más tarde todo planteamiento revolucionario? Pues pienso que no, esta situación al contrario debe mostrarnos lo que tanto necesitamos para ser un país realmente independiente, un país libre, un país que cree las condiciones para resolver sus problemas. Y esto no es otra cosa, sino que precisamente una revolución. Es indudable que la revolución implica una organización. Pero ¿qué tipo de organización? Y sobre todo qué tipo de sociedad futura queremos.


Estas dos cuestiones plantean problemas prácticos y teóricos profundos, en los que es menester tomar en cuenta las derrotas sufridas ya en el pasado y un trabajo prospectivo inaudito. Obligatoriamente en nuestra circunstancia nos toca que innovar mucho.


Se nos plantea pensar profundamente en qué consiste la revolución que queremos, no es pues solamente qué revolución es posible, sino qué tipo de revolución podemos construir a partir de nuestra circunstancia, de nuestra situación. Para ello es necesario conocer al dedillo nuestra situación y lo que ella nos permite, pues la revolución es algo real que encierra la situación misma. La revolución no es un sueño, ni una utopía, sino que la respuesta concreta a nuestros problemas. La revolución es encontrar dentro de la realidad misma de nuestra sociedad las soluciones, las transformaciones necesarias.


Es decir no podemos pues desdeñar como un lujo superfluo teorizar sobre nuestra realidad. Necesitamos, como para cualquier otra acción, una reflexión previa. Para crear un movimiento popular, masivo que nos lleve hacia otro tipo de sociedad, es necesario demostrar sobre todo la caducidad del mundo actual. Pero al mismo tiempo, aunque esto parezca contradictorio, mostrar todo lo que este mundo nos permite realizar. Pero para realizar ese todo necesitamos derribar los obstáculos que existen en el mismo mundo que queremos cambiar. Es decir no podemos pensar que la combatibidad aparece sin ambiciones amplias y generosas.


La cuestión de la revolución está planteada hoy día, es cierto, y las respuestas están en el mundo de hoy. Pero que esté planteada hoy, no significa que sea posible de inmediato, es menester una lucha organizada, conciente, masiva contra el mundo viejo que resiste, que no quiere morir para que lo nuevo surja sin trabas. Es menester una lucha larga, permanente, innovante a cada momento.

22 noviembre 2011

Un día funesto

La Prensa Gráfica anuncia como un asunto consumado el nombramiento de un militar en el puesto de ministro de Seguridad Pública. El presidente tardó en nombrarlo por simples razones de conveniencia politiquera, pues los amos ya habían designado a David Munguía Payés. Se trataba de hacer ciertos acomodos mediáticos, mostrarse un poco reflexivo, atento tal vez a algunos señalamientos e incluso hasta fingir haber consultado a los directamente concernidos.


Este nombramiento no persigue en ningún momento darle mayor eficacidad al ministerio de Seguridad Pública. El objetivo es eminentemente político. Aprovechándose del hartazgo de los salvadoreños con la violencia criminal que se multiplica, que adquiere formas espectaculares como el incendio del bus con sus pasajeros adentro, Funes, además de una nueva ley “mano dura” para igualarse a sus predecesores, se sirvió de la indignación que provocó el hecho para sacar a la calle al Ejército, pintántandolo como el salvador del país. Ya vimos todos que poco a poco ha ido extendiendo el uso del Ejército en el espacio civil, cuidan las cárceles y las fronteras. Los soldados no están preparados para ninguna de esas tareas. Pero la eficacia de esta presencia en las calles es nula. La criminalidad tanto de los mareros, como del resto de criminales en banda o individuales ha seguido en las mismas proporciones o agravándose. No obstante esta medida anti-constitucional ha sido reconducida sin que Funes haya sido capaz de mostrar su necesidad.


El objetivo político es seguir con la rehabilitación del Ejército, reintroducirlo en la política del país, de remilitarizar nuestra sociedad. Se trata de poner en concordancia el nuevo Tratado firmado con los Estados Unidos y el carácter militarista de la concepción de la seguirdad de los estrategas estadounidenses que redactaron el texto de Asociación. Un militar en ese puesto era una de las exigencias del imperialismo.


Una vez más vemos a Funes abandonar su política continuista de ARENA para pasar a una agravación derechista. Se trata de eso. Pronto “expertos” estadounidenses nos dictarán sus recomendaciones (léase; órdenes) para cambiar nuestras instituciones de justicia y policiales. Todos sabemos que la justicia y la policía de los Estados Unidos no son ejemplares, la primera es tan corrupta como la nuestra, arbitraria y racista. Se trata de una justicia que no persigue establecer la verdad de los hechos, sino que buscar la culpabilidad, concuerde o no con la verdad, olvidándose de los derechos del acusado. Se trata de una justicia en la que perfectamente se puede comprar la inocencia, se puede negociar por delación su culpabilidad en delitos. Se puede dilinquir, si se colabora con la policía y los tribunales, la falta de ética de este procedimiento es más que palpable. Desgraciadamente muchas personas educadas en ese sistema o auditores de la ILEA piensan que se trata del non plus ultra de la eficacidad y de la ética.


La policía norteamericana no tiene reparos en el respeto de los derechos humanos y tampoco es tan eficaz como se pretende. Más de 270 casos han sido revisados últimamente por los tribunales por los resultados de análisis de la ADN, gente que ya estaba condenada. En los Estados Unidos la justicia y la policía son tan falibles que ciudadanos se han visto obligados a crear una Fundación de rehabilitación de condenados. Esta fundación ha obtenido ya cientos de revisiones de juicios.


Pero este tratado de Asociación firmado no es de colaboración, sino de sumisión a los paramétros de la política del Pentágono de la Seguridad Nacional. El Salvador tiende cada vez más a ser una pieza en el dispositivo internacional del imperialismo.


Este día podemos marcarlo de negro, los efectos funestos de la política del presidente siguen manifestándose, esta vez se trata de un paso importante. El FMLN lo ha sentido, sus dirigentes se han dado cuenta. Pero sus protestas se acallaron en los últimos días, sus observaciones se volvieron discretas. Y además su responsabilidad esta comprometida. Por otro lado, no entra en su política actual negarle los votos al presidente, incluso que ese nuevo tratado comprometa nuestra soberanía. Por otro lado el FMLN ha optado por considerar a los Estados Unidos como un aliado.


Espero que no se crea que estoy pidiendo romper las relaciones con los Estados Unidos, sino que seguir manteniendo nuestra independencia, de exigir el respeto a nuestra autodeterminación como país y como pueblo. Se trata de exigir el respeto de la paridad, de la reciprocidad, del respeto mutuo.

El mundo nuevo existe

No cuesta darse cuenta que el mundo actual ha entrado en crisis profunda, lo que significa que vivimos en tiempos de gestación y de transición. Por lo general el mundo nuevo no aparece en toda su configuración de manera inmediata, lo que percibimos claramente es el desmoronamiento del mundo viejo, del edificio en que se sustenta. Vivimos momentos en que todo puede cambiar y sabemos que los cambios pueden ser de tal índole que la reconstrucción del edificio social nos imponga echar nuevas bases, nuevos fundamentos. Al mismo tiempo el mundo viejo aún no muere y mientras lo nuevo que se gesta no muestra su pujanza, lo que ya está, lo que domina sigue imperiosamente buscando las formas que lo mantengan en vida. El mundo existente se apoya en la robustez de la inercia.


Esta es la disyuntiva actual. Seguimos en lo mismo cambiando sólo las apariencias o terminamos de una vez por todas con este mundo que pone en peligro la existencia misma de la humanidad. Los pueblos del mundo están reclamando sus derechos, en todos estos reclamos, en las contradicciones mismas de todos los movimientos sociales vemos surgir la inadecuación del mundo actual y las aspiraciones populares. Vemos al mismo tiempo el derroche constante de riquezas, la destrucción de capitales, el abandono de fábricas modernas, que no alcanzan a satisfacer la voracidad de los propietarios que exigen cada vez más y más altas tasas de ganancias. Los Estados que el neoliberalismo había decretado inútiles excrecencias, ahora los bancos se tornan hacia ellos con las fauces abiertas, exigiendo reponer capitales perdidos en especulaciones, en préstamos impuestos a clientes que necesitaban albergarse, a los mismos Estados que servían simplemente de agencias de transferencia y que aceptaban condiciones leoninas. Los Estados que fueron despojados de todas las empresas de servicio público, se ven ahora obligados a doblegarse al mandato financiero y reducen todas las prestaciones sociales, con las que habían mantenido la paz social.


Los capitales financieros —que no producen riquezas materiales— son los que perciben mayores ganancias. La economía real tiene cada vez menos peso en los grandes países capitalistas, se cierran fábricas y las que quedan reducen los efectivos y exigen que los trabajadores prolonguen sus horarios, que renuncien a sus derechos, que posterguen las jubilaciones y sobre todo que produzcan más. Todos los servicios públicos que antes eran lo que sostenían en pie esas sociedades, van siendo paulatinamente puestos en peligro, el correo es de nuevo privatizado, los hospitales cierran salas, se disminuyen hasta maternidades, se reduce la calidad de las escuelas y colegios públicos, las universidades son asfixiadas, se les obliga en algunos países a endeudarse, a cerrar laboratorios y muchas son simple y llanamente privatizadas. Todo aquello que caracterizaba a lo que se llamó “Estado providencia” va siendo eliminado. En los países centrales del mundo capitalista aparecen manchones de miseria pura y llana.



Los retrocesos son las formas nuevas del mundo viejo


El mundo viejo va buscando esas nuevas formas para sobrevivir, pero al mirarlas de más cerca nos damos cuenta que se trata de retrocesos, de una vuelta hacia atrás, hacia cadencias infernales del mundo moderno de la producción, a tener que conformarse con salarios bajos, con transportes en los que se viaja hacinados. La sociedad actual ya no puede prometer cambiar la vida, satisfacer las exigencias de todos. Obligatoriamente el sistema va poniendo afuera de los circuitos normales a millones de individuos que van siendo colocados en las márgenes. Están los que aún siguen “adentro” y los que ya están “afuera”.


Los ideólogos recurren a un sinfín de estratagemas. Uno de ellos es culpabilizar a las víctimas del capitalismo, son ellos por su propia negligencia, por su incapacidad que no logran escalar a mejores puestos, a fijarse adentro del sistema. Los desatres ambientales que produce la industria son ocultados y en vez de ello se insiste en la responsabilidad de cada uno en la contaminación del ambiente. Algunos recurren al simplismo de que siempre han habido ricos y pobres, que el mundo es así, fatalmente así.


No obstante al ver el mundo que nos rodea también nos damos cuenta que a pesar de todas las trabas, este mundo está lleno de riquezas, produce ahora muchas veces más que hace apenas medio siglo, que los inventos se suceden uno tras el otro, que aparecen nuevos productos que vienen a satisfacer necesidades nuevas. Pero estos progresos son también limitados, pues aparecen necesidades de telefonía, por ejemplo, sin que antes se haya satisfecho las necesidades alimenticias en el mundo. La medicina da pasos de gigante hacia la cura de enfermedades que antes eran consideradas incurables, se puede ahora con mayor facilidad hacer frente a epidemias. Pero los progresos de la medicina están reservados a minorías.


No hace mucho el mundo capitalista, en ocasión de su muerte, celebraba a un magnate de la informática como un gran inventor, casi un genio. Diez días depués moría un gran científico, cuyos descubrimientos e inventos sirvieron al magnate para que acumulara sus millones, la muerte del segundo pasó casi inadvertida. Los ingenieros que concebían los nuevos productos, los programadores y diseñadores no eran ni siquiera mentados, aún menos los obreros que producen en las cadenas los productos i-cosa que se venden por todo el mundo. Es esta la gran contradicción social de esta sociedad, la famosa apropiación privada de las ganancias y el carácter socializado de la producción.



“Nosotros somos el 99%”


Esta socialización de la producción es un presupuesto de la sociedad futura, sin ella no puede existir progreso, no pueden existir los productos nuevos de la industria, simplemente no puede existir la sociedad. ¿Pero esta producción realmente necesita que alguién se apropie de las ganancias? Es en esto precisamente donde reside el carácter inhumano del modo de producción actual. Los indignados de Wall Street tienen tal vez la divisa más subversiva de hoy: “Nosotros somos el 99%”. Si, la minoría acaparadora, la oligarquía financiera mundial son unos cuantos socios de los grandes oligapolios.


Lo nuevo que está allí latente, que existe ya, es la socialización. No la vemos todavía, aún no aparece en todo su explendor. El mundo viejo la oculta, la destruye, es por eso que a lo primero que se atacan es a los servicios públicos, en donde todos pueden disfrutar con igualdad los beneficios que ofrece la sociedad. Eso nuevo que apenas surge no se nos presenta de manera nítida, en toda su perfección, pues nace envuelto en la escoria capitalista, con sus limitaciones, con todas las trabas.


En la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, Hegel nos dice que “No nos contentamos con que se nos enseñe una bellota cuando lo que queremos ver ante nosotros es un roble, con todo el vigor de su tronco, la expansión de sus ramas y la masa de su follaje”, nos ocurre a nosotros lo mismo con el mundo futuro, nos gustaría verlo ya acabado y lo que nos muestran es apenas un embrión, su presuposición existente en el mundo viejo. Pero no es un sueño, ni tampoco una utopía, ya está allí, existe.

18 noviembre 2011

Error irreparable

Cometí un error irreparable, confundiendo la lista de "comentarios-spam" con la lista de comentarios publicados, borré buena parte de estos últimos (cerca de quince en los últimos materiales). Espero que ningún lector se sienta censurado. Resulta que a veces los spam llegan abundantes y los borro página por página. Esta vez borré los comentarios. Les pido disculpa a mis lectores que se tomaron el tiempo para opinar y comentar.

12 noviembre 2011

Entrevista en Política Stereo

El día de hoy nos acompaña Carlos Ábrego, ex – militante del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y del Partido Comunista Francés (PCF). Actualmente Carlos reside en Francia desde donde acompaña el acontecer nacional desde hace algunas décadas.


El final de semana recién pasado (11 de noviembre) se cumplieron 22 años desde “la ofensiva final”, que constituyó uno de los ataques más fuertes que el FMLN perpetró y nos gustaría intercambiar algunas ideas con usted al respecto.


PSES: Carlos, he entendido que usted fue militante del PCS y fue a través de esta organización que usted emigró de El Salvador en el comienzo de la década de los 60. Estamos hablando de casi 20 años antes del inicio de la guerra civil. ¿Cuál era la situación del PCS en aquel entonces?


Efectivamente, fue gracias al Partido Comunista de El Salvador (PCS) que pude ir a estudiar a la Universidad de la Amistad de los Pueblos, “Patricio Lumumba”, fue eso en 1962. Para mí esta era la única posibilidad material de emprender estudios universitarios.


El PCS era un organización clandestina, perseguida por la dictadura. No era entonces un partido de masas, era una organización en crecimiento. Hasta mediados de los años cincuenta la política de reclutamiento era bastante “elitista”, por no decir “dogmática”, pues el PCS se mantenía cerrado tal vez por seguir consignas venidas de Moscú, entonces aún dominado por el estalinismo. Fue luego cuando se emprendió la desestalinización que el PCS abrió sus puertas a nuevos miembros, sobre todo en los sectores estudiantiles e intelectuales. Hasta entonces el obrerismo exarcerbado dominaba en el movimiento comunista salvadoreño, esta tendencia, esta “enfermedad” siguió dominando a muchos sectores del Partido. Es una tendencia que persiste incluso hasta ahora.


La pregunta es muy extensa y si entro en detalles, no voy a responder a otras preguntas. Aunque tal vez valga la pena decir algo respecto a la posición un tanto ambigua y contradictoria del PCS en lo que respecta a la lucha armada. En principio todo el Partido estaba de acuerdo que no se podía liberar al país sin emprender una lucha armada. Digo “liberar” pues siempre se consideró que era necesario sacar al país de la dependencia y dominación del imperialismo estadounidense. El PCS entonces designaba a dos enemigos, uno interno, la dictadura oligárquica y el otro externo, el imperialismo. Pero si todo el Partido estaba de acuerdo en principio en la lucha armada y hubo intentos más o menos serios de preparar “celulas de combatientes”, nunca se llevó a cabo esta política. En la dirección dominaba el pensamiento de que no era posible irse a la guerra en un país tan pequeño, con una red de transporte bastante amplio, que no tenía montañas. Este pensamiento era el que sostuvo durante mucho tiempo Schafick Handal. En cierta medida era también lo que pensaban los “estrategas” para América Latina del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Pero las razones eran otras, primero fue que los partidos “hermanos” tenían que defender prioritariamente el socialismo que se construía en la URSS, defender la URSS que era acosada por el Occidente. Esto se acoplaba con otra idea, que vino después, nuestros países deberían buscar el desarrollo económico, crear un proletariado industrial y sólamente entonces buscar la transformación de la sociedad. Fue entonces que surgió la figura de la burguesía nacional (nacionalista) y de los militares progresistas y con estas figuras también una nueva política de alianzas. En esto también fue prominente el papel que jugó Handal. Esto influyó mucho en el pensamiento de los comunistas de entonces. Luego vino toda la discusión en el Movimiento Comunista Internacional y los diferentes cismas.


PSES: Con el golpe del 15 de octubre la izquierda pasa a ser parte de la junta revolucionaria junto con los militares y algunos civiles. Ese intento de mezclar el agua con el aceite fracasa y al final, al cerrarse los espacios de negociación, la derecha, los militares y la democracia cristiana son los únicos que permanecen en la junta y todo ese proceso acaba dando lugar a la guerra civil. ¿Desde la diáspora, como usted veía todo ese proceso de inicio de la guerra civil y la participación de la izquierda en esa junta?


Bueno, en esto hay mucha, muchísima tela que cortar. En ese momento, el PCS ya no representaba solo a toda la izquierda. Existen otras organizaciones más importantes que están marcando la vida política con mayor fuerza. Ese Golpe en el que participan los comunistas, es precisamente la consecuencia de una estrategia importada, con esquemas ajenos a la realidad nacional. El PCS quiere en esos momentos llegar al poder, participar, tal vez abrirse un campo político legal que siempre le fue negado. Pero como desde entonces, en la mente de los dirigentes comunistas, la solución a los problemas viene desde arriba, sin la participación activa y conciente de las masas. El Golpe de Estado es diametralmente opuesto a un movimiento revolucionario que implica la participación popular. El Golpe de Estado es llegar al poder, sin luchas, con aliados que tienen fundamentalmente otro tipo de intereses, no son los intereses de liberación que se planteaba el PCS en los años cincuenta y sesenta. La participación en ese golpe es la manifestación, la cristalización de la tendencia oportunista de derecha que se apoderó del PCS bajo la dirección de Handal.


La izquierda ya tiene entonces otras tendencias, otras organizaciones. Una de ellas ha salido del PCS, con otro pensamiento, con otra visión del pais, con otra visión del modo cómo se tiene que llegar al poder y de la participación masiva de la gente en la construcción misma de las organizaciones. Ya no se trata solamente del partido de “vanguardia”, evidentemente esta concepción sigue existiendo, pero a la “vanguardia” se unen las masas, son las masas las que deben tomar en sus manos la lucha por liberarse. Estoy hablando de las FPL.


Es decir no es el fracaso de los comunistas en el golpe lo que va a conducir a la lucha revolucionaria de las FPL. Esta organización ya ha iniciado su actividad y su preparación de la lucha guerrillera, ya ha habido ataques. Existe pues otra estrategia, la de la Guerra Popular Prolongada. No puedo en esta entrevista entrar en el detalle de esta estrategia, pero difiere profundamente, en su esencia, con la política del PCS. Los comunistas se han dedicado a denigrar a las FPL, los denuncian como aventureros, incluso van a llamarlos “terroristas”, “criminales”, etc. El PCS se opone con furia y ahinco a la lucha armada, la juzga una aventura.


El PCS se sube al tren de la lucha cuando ya iba tomando velocidad, ya iba en camino. Las FPL tuvieron que tenderle la mano al PCS para que pudiera subir al peldaño, tuvo que ayudarle para que pudiera entrar en la lucha. Estas son cosas que siempre hay que tener en mente, son parte de la historia y son importantes, pues esta actitud vuelve a convertirse en actualidad en la estrategia de “alianzas” del FMLN, en donde ya se han olvidado del objetivo que grita el mismo nombre de la organización: “para la Liberación Nacional”. Ahora asisten trémulos, impotentes a la entrega al imperialismo que ha emprendido el presidente que ellos mismos pusieron en el poder. De nuevo las masas tienen que esperar que sus dirigentes, desde arriba, les arreglen su destino. El FMLN de nuevo, bajo la dirección actual, cae en el oportunismo de derecha.


PSES: La ofensiva de 1989, que tal vez haya sido el golpe más duro que la FAES y el gobierno de derecha recibieron durante toda la guerra civil, como la considera usted, ¿un fracaso o un éxito? ¿Por qué?


Cuando uno va a analizar un hecho de guerra se ve obligado a referirlo al objetivo apuntado. Si consideramos que el Frente anunciaba esa ofensiva como final, como “Hasta el tope”, en la que se esperaba que el pueblo entero se sublevara en una insurrección, pues podemos decir que fue una derrota. Pues no tuvo lugar la insurrección y tampoco puso punto final al conflicto con la desbandada del Ejército y sus aliados. Nada de eso ocurrió.


Pero si esta ofensiva la colocamos dentro de otra perspectiva, dentro de una política nueva que se instaló después de la primera ofensiva “final” del 10 de enero de 1981, entonces la ofensiva de noviembre de 1989 se puede considerar un triunfo. Es decir, desde 1981 hubo un cambio de objetivos. La guerra se llevaba adelante ya no para lograr una victoria e instalar un gobierno revolucionario, sino para lograr imponer las negociaciones al gobierno y terminar la guerra a través de esas mismas negociaciones. Esto es importante, esto hay que tenerlo en mente cuando analizamos toda la guerra.


Pues al interior del Frente hay varias fuerzas con objetivos diferentes, con ideologías diferentes, con historias propias diferentes. Esto condujo a que hubiera una fluctuación constante de objetivos estratégicos, tanto desde el punto de vista político, como militar, por supuesto. Pues lo político iba determinando lo militar.


Esa misma ofensiva se puede ver entonces a partir de dos estrategias en pugna y en colaboración. La dirección del ERP estuvo siempre soñando, casi místicamente, en una gloriosa insurrección que pondría en fuga a la dictadura y a sus aliados internos, como externos. Esa fantasía del “gran estratega” Villalobos no tenía la más mínima posibilidad de darse. Esto por múltiples razones de la historia misma de la “guerra de contra-insurgencia” que implementó el imperialismo estadounidense. La asesoría militar que prodigaba el Pentágono a las fuerzas represivas salvadoreñas comprendía la puesta en marcha de una represión selectiva y de masas. Se usó la política de la “tierra quemada” con el uso de bombas hasta de media tonelada y semejantes algunas al napalm, algunas contenían fósforo blanco, etc. El Ejército invadía territorios y procedía a masacres, dándole la necesaria publicidad para escarmiento y para terrorizar al resto de la población. Los crimenes selectivos y la represión en las ciudades llevó a un debilitamiento de la acción de las organizaciones de masas. Muchos cuadros fueron llamados a integrarse a la guerra, a la actividad militar. La insurrección no podía lograrse por la propaganda y las difusiones de Radio Venceremos. Eso era simplemente una fantasía de Villalobos.


Hay que señalar algo muy importante. Nunca hemos analizado cuál fue realmente el impacto en el ánimo de los salvadoreños que produjo el asesinato de Monseñor Romero y la masacre durante su sepelio, la gente supo que esto sucedió ante todas las cámarasde televisión del planeta. Este impacto, pienso, fue largo y tuvo sus consecuencias profundas en la combatividad del pueblo salvadoreño de las ciudades, sobre todo de la gente de San Salvador.


Entonces si vuelvo a la pregunta, podemos concluir que se trata de un fracaso por un lado, pero de un triunfo del otro. Triunfo, pues esta ofensiva obligó al Ejército a cometer errores irreparables y lo condujo al asesinato de los jesuitas. El Estado Mayor tuvo miedo, se sintió cercado y al cometer esta nueva masacre produjo mayor indignación en el mundo. Se acrecentó entonces la presión internacional para obtener la salida negociada de la guerra. Las negociaciones se convirtieron desde entonces un horizonte alcanzable y pronto comenzaron a tomar forma.


Es necesario señalar que al haberse abandonado desde a mediados 1981 y definitivamente en 1983, los objetivos transformadores de la sociedad, el objetivo de instalar un gobierno revolucionario y emprender la liberación nacional por la revolución, no se iba a negociar el poder, sino que solamente el fin de la guerra. Los problemas sociales y económicos que motivaron la guerra quedaron intactos.


PSES: Es muy curioso que dos días antes de la ofensiva del 11 de noviembre estábamos asistiendo la caída del muro de Berlín y un par de años más tarde la Unión Soviética también acaba. ¿Cómo se explica una ofensiva de tamaña envergadura delante de un contexto geopolítico que le era adverso? ¿Había realmente posibilidades de ganar la guerra o estaban apenas queriendo gastarse las últimas balas para partir para la mesa de negociación, como de hecho lo hicieron 3 años más tarde?


El derrumbe del Muro de Berlín fue una sorpresa para muchos, casi para todo el mundo. Si los comunistas salvadoreños no vieron con buenos ojos la Perestroika, nunca pensaron que la sociedad “socialista” iba a terminarse dentro de poco tiempo. Y hablo de los comunistas, pues ya desde entonces son sus posiciones las que predominan en el Frente.


PSES: En 1992 se firman los acuerdos de paz pero la pobreza y la injusticia social no acaban. Y así pasamos a asistir al FMLN participando de la vida democrática y ahora todo mundo es libre de decir lo que quiera sin que el escuadrón le haga una visita amigable el siguiente día en la noche. Sin embargo, muchos países alcanzaron lo mismo sin haber necesitado de una guerra civil. ¿Valió la pena tantas vidas, tantos desaparecidos, huérfanos, daños a la economía y a la infra-estructura del país?


Cuando se inicia una batalla, no lo hacemos sabiendo de antemano cuál va a ser el resultado. Los que emprendieron la lucha y los que sacrificaron sus vidas no lo hicieron para este resultado, eso es evidente. Sin embargo para los que conocimos realmente lo que significa vivir constantemente en el miedo, en le terror de la represión, haber logrado los derechos democráticos de los que se gozan hoy, ya es un gran triunfo, algo históricamente muy importante. La dictadura duró décadas, iba adquiriendo formas distintas, pero es ininterrumpida desde 1932. Es decir la dictadura duró 60 años, se inició con una gran masacre y terminó con masacres que sumaron 75 mil muertos. Es decir que fueron generaciones enteras que nunca vivieron bajo un régimen democrático, que nunca conocieron las libertades burguesas. Estas son pobres y limitadas, pero al mismo tiempo reales.


El problema es cómo usar estas libertades para llevar adelante las luchas de transformación social. Este es el punto crucial de nuestra historia. Punto nodal de hoy, de nuestras perspectivas nacionales.


Los pueblos que lograron lo mismo sin guerra civil, simplemente tuvieron otra historia, tuvieron otra correlación de fuerzas. No creo que esto dependa integralmente de la voluntad de nadie. Por lo tanto no es muy sensato este tipo de comparaciones.


PSES: Carlos, si le dieran la oportunidad de volver en el tiempo y el poder de decidir el entrar o no a la guerra, ¿qué haría usted?


No se puede volver en el tiempo. No obstante no puedo echar al tarro de la basura toda nuestra historia, no se puede menospreciar o desvaluar el heroísmo de tanta gente que luchó y entregó su vida por una existencia mejor para todos. Lo que tenemos que hacer es recuperar toda esta historia, comprenderla, aprender de ella. Mucho de lo que estoy diciendo no lo hago a partir solamente de una visión histórica. Lo que he dicho es sobre todo una interpretación política. Pues la guerra y su resultado sigue aún determinándonos de manera inmediata. Incluso la promesa del cambio, incluso la incapacidad del Frente a enfrentar sus tareas actuales con el vigor y el rigor necesarios resultan de ese pasado también inmediato. Su oportunismo de derecha actual tiene raíces en este pasado inmediato. Incluso el hecho de haberse dejado imponer por una exitosa campaña a un candidato externo, cuyas reales intenciones ignoraban y que ahora resulta que no corresponden ni siquiera con los limitados objetivos que tiene el Frente. El Asocio que ha firmado Funes es simplemente contradictorio con la promesa del cambio, reintroduce con fuerza políticamente al Ejército, le entrega a hombres de la oligarquía la posibilidad de definir y determinar la política económica del país, incluye este Asocio la agravación de la situación de los trabajadores, se le va a imponer mayor flexibilidad, se le va a mermar los pocos derechos adquiridos. Le entrega la reforma institucional de la justicia a expertos extranjeros, que van a introducir criterios ajenos a nuestra cultura y a nuestro derecho. Nuestras intituciones de justicia serán sucursales de la justicia estadounidense tanto en su funcionamiento, como en su objetivos. Todo esto enmarcado dentro de la política de la “Seguridad Nacional” de los Estados Unidos. Todos sabemos que la justicia en los Estados Unidos es una institución que renquea, que funciona en beneficio de una casta, que persigue con discriminación a los pobres, a los negros y a los que ellos llaman “hispanos”. Se firma un Tratado con un país que tiene leyes incompatibles con las nuestras, que tiene procedimientos corruptos, para que sean ellos los que vengan a decirnos como debemos comportarnos. ¿Se puede uno imaginar peor estupidez?


PSES: ¿Es posible llamar los acuerdos de paz de una victoria de la izquierda?


Creo que ya he respondido ampliamente a esta pregunta.


PSES: Una última pregunta, con un FMLN a cada día más pragmático, hasta irreconocible cuando comparado con aquella organización que entró a la guerra, se podría decir que la izquierda salvadoreña, aquella que aún cree en un verdadero cambio ¿se ha quedado huérfana? Caso afirmativo, ¿qué hacer ahora delante de ese cuadro?


Sí, existe una izquierda que se ha quedado sin partido. La izquierda revolucionaria se ha quedado desorganizada, pues el FMLN ha dado un fuerte viraje reformista, ya no es una fuerza que persiga salir del capitalismo, de la sociedad de mercado, al contrario persigue profundizar la dominación del capital. Lo veremos cuando se enfrenten en la Asamble al Asocio firmado por Funes. Lo hemos visto en su actitud ante la realidad nacional, lo hemos visto al no proponer un substancial aumento del salario mínimo, al no proponer leyes laborales que le den nuevos derechos a los trabajadores, etc. Su voluntad de compromiso con el gran capital es evidente y ha sido proclamado por sus máximos dirigentes. Y debo advertir que visto la forma autocrática que tiene de funcionar, no existe la menor esperanza que pueda haber pronto algún cambio de dirección.


Por lo tanto, surge la necesidad de crear otro partido. No obstante aquí no se trata de volver a lo mismo, a repetir en todo los mismos errores del pasado. Es decir que es urgente e imprescindible la innovación en todo, incluso en la forma de la organización, en la manera de encarar la lucha política. Es decir poner todas las barreras que eviten caer en el electoralismo, en la adaptación y aceptación del régimen político que peremniza al sistema capitalista. Se trata pues de crear un nuevo partido de otro tipo. De nuevo entramos en otra etapa, en una etapa de luchas prolongadas. Pero esto requiere mayor desarrollo, imposible de hacerlo en pocas palabras.


Carlos, muchas gracias por su tiempo, Política Stereo y sus lectores se lo agradecen.


Permítanme agradecerles darme la palabra para opinar en estos temas. Quiero agradecer también la atención de los lectores de Política Stereo.