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14 octubre 2012

Un partido de nuevo tipo


A pesar de la situación de bancarrota en que se encuentra el gobierno salvadoreño, incapaz de asumir pagos corrientes de salarios, facturas, subvenciones, etc. y sobre todo tener que recurrir constantemente a préstamos para seguir pagando los intereses de la deuda y la deuda misma, esto no constituye lo esencial de la crisis que sufre el país. Claro que esto es inadmisible, sobre todo que el presidente Mauricio Funes,  el mismo que proclamaba ante su partido, el FMLN, que “el que manda soy yo”, venga ahora ante el partido ARENA a pordiosearle los votos en la Asamblea para poder pagar los servicios de una deuda contraída en condiciones leoninas, por un expresidente arenero, Francisco Flores. Hasta hoy no se sabe a ciencia cierta adónde fue a parar ese dinero. Repito que esto es grave y ya no se puede ocultar a pesar de los berrinches presidenciales y la multiplicación de declaraciones soporíficas de sus ministros y consejeros. Todo esto son síntomas mayores de la crisis, es innegable.

El gobierno tiene esas dificultades financieras porque es el principal órgano de un Estado al servicio exclusivo de la oligarquía. El gobierno padece estas dificultades porque desde décadas le permite anualmente a la oligarquía eludir impuestos por un monto de 1,100 millones de dólares.

Pero donde se refleja mayormente la crisis del sistema es que más del 60% de la población del país es considerada como viviendo en estado de pobreza extrema o relativa. No se trata pues de un estado pasajero de algunas familias que han sufrido las consecuencias de una catástrofe natural, sino que de la inmensa mayoría de la población que es víctima del sistema reinante en el país. Esta pobreza es permanente, estructural. Pero no podemos nosotros considerar esta pobreza como un número más en los cuadros de las estadísticas nacionales. Urge que cada uno de nosotros considere el desastre social y humano que esto constituye. ¿Cuánta y de qué nivel es la desposesión que atañe a tantas familias? Se trata de privaciones diarias en alimentación, en vestimenta, en servicios, en salud, en diversiones, etc. Para ellos es tan aplicable el título de la novela del peruano Ciro Alegría, “El mundo es ancho y ajeno”.

¿Ante estas enormes privaciones, ante estas urgencias, no resultan ridículas las pretensiones efemelenistas que el gobierno de Funes ha iniciado los cambios estructurales necesarios para construir otra sociedad? Lo vuelvo a decir, aun sin minimizar el alivio que puedan constituir para las familias, las medidas del reparto de uniformes, zapatos, útiles, leche, etc. a los escolares, no dejan de ser miserables remiendos en un pantalón raído.

"El FMLN no es enemigo de la gran empresa"

El lunes 6 de diciembre del 2010, en una entrevista al diario “El Mundo”, Medardo González dejaba meridianamente transparente la posición de su partido frente al sistema: “Pero el FMLN no ha planteado, ni plantea, como algo programático, no estamos planteando para nada sobre la necesidad de terminar con el capitalismo, con la gran empresa, con el gran capital. Lo que creemos es que hay que utilizar la fuerza y potencial del capital, del Estado, para salir adelante con nuestro país. Y por eso regreso al tema del dólar: nosotros en el FMLN si creemos que una de las cosas que detiene las posibilidades de poder avanzar es mantenernos anclado con el dólar. Es una acusación (posición de algunos empresarios) es más de carácter ideológica que de carácter  político. El FMLN ha venido demostrando y seguirá demostrando que el FMLN no es enemigo del empresario, no es enemigo de la gran empresa, y tampoco habla de la necesidad, de la creación de otro modelo, de otro sistema. Estamos simplemente pensando en la necesidad de seguir con nuestro país, de construir nuestro país”.

Esta es la posición del FMLN, clara, transparente, dicha con todas las letras por su secretario general. Pueden los “borregos” berrear cuanto quieran, pero su partido no es la alternativa al hoy en que vivimos. La designación como candidato a la presidencia de Funes no fue un accidente, ni tampoco es un accidente el infalible apoyo a su política, ni tampoco son accidentes todos los abandonos ideológicos perpetrados desde décadas por los cupuleros del FMLN.

Puede este papanatas de Medardo González “persignarse frente al marxismo, frente al leninismo” o no, creo que es abusivo de su parte hacer referencias hacia cosas serias que nunca estuvieron a su alcance, ni sobre las que no tiene autoridad intelectual para pronunciarse. Porque si afirma que su partido no desea subvertir la sociedad en que vivimos, como puede al mismo tiempo afirmar sin pudor “que el FMLN tiene perspectivas como partido político de izquierda, revolucionario, marxista, leninista, pero a lo que me opongo es a conceptos teóricos fatales”.

El concepto fatal al que se opone este denostador del marxismo es el de la crisis del capitalismo en nuestro país. Lo afirma con toda la desvergüenza del lacayo: “el FMLN no ha planteado, ni plantea, como algo programático, no estamos planteando para nada sobre la necesidad de terminar con el capitalismo”.

Esta es la realidad, el partido que muchos consideraron o siguen considerando como revolucionario, como la fuerza subversiva  del sistema, por la boca de su secretario general, se les da un solemne desmentís.

Lo más urgente hoy en día

Entonces la urgencia política más actual, más acuciosa es la de crear una fuerza política que asuma las tareas que la sociedad en crisis le presenta. Estas tareas son inmensas, pues los trabajadores salvadoreños han perdido en mucho su legendaria combatividad, su nivel de conciencia es ahora muy bajo. Pues desde que fueron concluidos los Acuerdos de Paz nadie se ha encargado de promover las luchas sociales, todo se ha concentrado en las estériles contiendas parlamentarias. Se hace manifiesta la necesidad de volver a la sociedad, a su interior para reanimar la combatividad y realzar el nivel de conciencia política del pueblo.

No me parece que la discusión sea ahora la de si se debe o no participar en las elecciones, sino que determinar qué es lo fundamental en estos momentos. Hay muchos momentos esenciales que hay que tratar antes de una posible participación electoral. He hablado de la desposesión social, cultural y material que sufren las familias salvadoreñas, estas enajenaciones se han prolongado en la vida nacional por una desposesión, de un rapto de la función política de la gente, de las personas. Esto es patente en el cuadro de las instituciones políticas de la democracia representativa, de la democracia burguesa. En el sistema actual ya no se trata de una delegación de poder, de depositar la soberanía popular en los funcionarios electos, sino que de un apoderamiento de parte de éstos del poder político, sin tomar en cuenta la voluntad popular. Las elecciones ya no sirven para enviar al parlamento, al gobierno representantes de la sociedad, los partidos políticos eligen a sus candidatos y los imponen. Las elecciones son apenas momentos de la vida política que les sirve a la casta politiquera para legitimar su función. El pueblo en nombre del que se dice ejercer el poder ha quedado afuera. Esta alienación política se prolonga en los partidos mismos. Es justamente esto lo que ha mantenido cierta repugnancia por parte de la gente hacia la política en general, como hacia los partidos en particular. Esta reticencia ha alcanzado también a los ciudadanos que se consideran de izquierda. Nadie puede recriminarles esto. Las razones sobran. Entonces resulta paradójico que por mi parte insista sobre la necesidad de un partido político.

El viejo modelo estalinista

Hasta hoy en la izquierda el modelo de partido ha sido el estalinista o por lo menos los modelos autocráticos, en los que el militante se ha convertido en simple ejecutor de las decisiones de la dirección. En algunos partidos todavía existe una apariencia de democracia en la preparación de congresos, en los que se discute documentos que van a fijar la línea partidaria y la táctica del momento. Pero estos documentos no emanan de los militantes, sino que de los grupos dirigentes. El militante puede discutir una formulación, un punto preciso, pero no puede cambiar substancialmente todo el documento, pues para ello sería necesario que sus proposiciones tengan la misma difusión dentro del partido que las de la dirección. Cosa imposible. En el caso del FMLN no existen ni congresos, ni discusión de líneas, ni de tácticas. En el FMLN el militante tiene derecho sólo a ratificar lo decidido en la cúpula partidaria.

Este verticalismo mal llamado “centralismo democrático” fue el que Stalin impuso en el movimiento comunista, convirtiendo su persona y sus allegados en el centro del partido. En la idea y en la práctica de Lenin el centro era el congreso, el órgano deliberante, que debería reunirse con la frecuencia que las circunstancias requirieran. Pero sobre todo eran los militantes los que elaboraban en lo esencial sus propuestas. Pero esta desposesión política en los partidos políticos, en las instancias estatales, en la sociedad en general que se operó en los países del “socialismo real” condujo a las catástrofes humanas, sociales y políticas que todos conocemos. ¿Podemos seguir haciéndonos los desentendidos?

Se trata pues de fundar nuevas prácticas, se trata de crear un partido político de un nuevo tipo. ¿Qué significa esto? Por supuesto que la respuesta no puede recaer en una sola persona, que en esto tiene que participar todo aquel que comparta la necesidad de este nuevo partido. Digo esto no para zafarme de mis propias responsabilidades al respecto. Voy adelantar algunas ideas.

Dos ideas para materializarlas

Hemos entrado en una época en que la información tiene un peso primordial en el funcionamiento social. Esta información es sobre todo conocimiento, es por ello que ante la imposibilidad de convertirla en mercancía los que detentan el poder, prefieren ocultarla, tergiversarla, devaluarla, banalizarla. Esto sucede con todo tipo de información. Y al mismo tiempo vivimos en una época en que los medios de transmisión de la información han dado un salto hacia adelante que vuelve ésta casi simultánea a su producción. Hoy es imposible no enterarse de lo que sucede en los rincones más alejados, aún menos de lo que suceden en los grandes centros. Pero lo que nos llega a la mayoría es desvirtuado, desvaluado y ha pasado por el tamiz de los órganos de control de la información de los poderosos. Aquí también vemos como se opera una enajenación en este sistema, privando a los hombres de algo valioso.

Lo que acabo de señalar no es una simple consideración antropológica. En el nuevo partido político no se puede pues contar con militantes desinformados y separados de las fuentes de información partidaria y política. Es esto lo que debe garantizar una participación inteligente y consciente de los militantes en la elaboración y ejecución de la política partidaria. Este es un presupuesto actual del futuro partido, la facilidad de transmisión de la información tiene que ponerse al servicio de todos los militantes. Pero no basta con un militante informado y conocedor de todo lo necesario para determinarse. Es además necesario que sus opiniones puedan circular, puedan ser compartidas, debatidas con otros militantes, sin que pasen por un filtro central, temeroso de perder algún poder decisional. Entonces el nuevo partido debe de abandonar las estructuras verticalistas y dotarse de instancias horizontales de funcionamiento. Este aspecto es imperioso.  

Estas formas organizacionales hay que inventarlas, están surgiendo en muchas sociedades, por lo menos su imperiosa necesidad está planteada. En muchas luchas políticas y económicas los trabajadores han exigido participar directamente en las negociaciones, de estar informados a cada instante de los resultados. En los movimientos sociales también se han organizado en formas de acción y de congregación horizontales. Todos pueden participar, contribuir, aportar sus opiniones, sus posiciones, sus soluciones. Las instancias deliberativas no son exclusivamente las de la dirección del movimiento, del sindicato, etc.

Avanzo pues apenas estas dos ideas, pero que me parecen fundamentales, que se pueden debatir, depurar. Todos podemos participar en esto. Como se ve, estas dos ideas no admiten que un señorón venga a prevalerse de nada, no admite la figura del hombre providencial, del famoso “líder máximo”, del gran ideólogo indiscutible y conocedor de todo. Estas dos ideas contienen al militante activo y consciente, instruido en sus necesidades y seguro de sus capacidades. Pero sobre todo contienen la igualdad real de todos los militantes. Estas dos ideas son desalienantes si se llegan a plasmar en la nueva organización.




11 octubre 2012

No existe un partido político


A veces me sorprende lo cortantes que pueden resultar mis palabras cuando me pongo a polemizar. No obstante se trata de mis intenciones de convencer en lo que me parece ser lo más fundamental en estos momentos para el país. Pero no me refiero a lo urgente, a lo más urgente y que a diario se vuelve apremiante para muchos de nuestros compatriotas. En definitiva se trata también de eso o quizás sobre todo de eso, pero a partir de una profunda convicción que para resolver los problemas vitales de nuestros compatriotas, de nuestros compatriotas más pobres, son imprescindibles ciertos previos sin los cuales, todo propósito, toda acción o simple proposición resultan estériles, pues plasmarlos en la realidad es imposible hoy por hoy.

No estoy diciendo que no haya necesidad o que sea absurdo luchar hoy por mejoras en las condiciones de vida de nuestra gente. El asunto no es la necesidad de esta lucha, sino que se trata de los medios y de los fines que nos proponemos. No creo que alguien niegue seriamente la necesidad de luchar por estas mejoras, aunque al mismo tiempo todos nos damos cuenta que estas luchas no se desarrollan en el país, en las condiciones políticas actuales ninguna lucha por las indispensables mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores no es la prioridad de ninguna de las organizaciones políticas, sindicales o sociales existentes. No entran en sus objetivos.

En la política nacional todo se concentra en las esferas estatales, en la actividad que se pueda desempeñar a partir del gobierno del país. El FMLN, partido en el gobierno, nos habla de profundizar los cambios y en esta ya absurda y larguísima precampaña electoral se podrá oír incluso sobre la urgencia de “profundizar los cambios estructurales”. No obstante aun si no menospreciamos o minimizamos las medidas tomadas por el gobierno de Funes, estas no constituyen en lo esencial y estructuralmente un cambio respecto a las políticas que venía realizando el partido de derecha ARENA. El exrector de la UCA, José M. Tojeira, escribe en su tribuna de esta semana en el Diario Co-Latino  lo siguiente: “Y el modelo salvadoreño de desarrollo, aun con las leves correcciones positivas que ha llevado a cabo el actual Gobierno, sigue siendo un modelo que favorece a quienes tienen más y deja en la marginación y el abandono a los que tienen menos. En ese sentido, nos encontramos con un modelo de desarrollo corrupto en su esencia, que además mantiene signos de corrupción permanente en su funcionamiento”.

Cuando el padre Tojeira afirma que “el modelo salvadoreño de desarrollo es corrupto en su esencia”, supongo que no se refiere únicamente a la actividad gubernamental, a las estructuras del Estado, sino que lo que sucede en toda la sociedad y principalmente en el modo de producción capitalista que determina el funcionamiento global de la sociedad. Es posible que estas diferencias en los términos oculten otras, pero globalmente creo que ambos nos referimos a lo mismo.

El sistema capitalista salvadoreño tiene sus propias características, sus particularidades. Algunos han sugerido que el cambio operado en los grupos familiares que componen la oligarquía y la aparición de nuevos sectores económicos que les sirven para extraer sus ganancias y acumular capitales, ha cambiado substancialmente el capitalismo salvadoreño. No obstante estos fenómenos no aportaron ningún cambio en las estructuras generales de la sociedad, se trata siempre de una ínfima minoría la que acapara las riquezas producidas en el país: “un 25% de las familias más ricas en El Salvador acaparan el 54% del total de los ingresos” nos recuerda el Co-Latino. El último informe oficial “Encuestas sobre Hogares y Propósitos múltiples 2011” dice que 28.3% de la población está en condiciones de pobreza relativa y que 40.6% en condiciones de pobreza total: lo que significa simplemente que en el país hay 68.9% de pobres. Estas cifras frías y parcas son incapaces de hacer surgir la cantidad de privaciones y frustraciones sociales de la que es víctima esta población. La “Encuesta” no da claras indicaciones de los criterios que han servido para esta clasificación. Los ingresos aparecen en promedios y por lo general son los ingresos asalariados. Nada se dice de los ingresos por beneficios y ganancias de la clase burguesa.

Esta situación no la ha producido el Estado, sino que el sistema capitalista de producción, el Estado es garante de esta situación. Por consiguiente, si es cierto que el Estado puede poner parches, un cambio real y radical puede venir exclusivamente si se supera este modo de producción, que es la fuente del estado de cosas en el país.

Se trata pues que la apropiación de las riquezas producidas es privada. Lo que esto demuestra es que un puñado de familias se opone al resto de la sociedad. Pero en el país ya no se cuestiona el modo de producción capitalista, todos los partidos políticos piensan que la “empresa privada” tiene en sus manos la solución, que el simple aumento de las inversiones va a producir los cambios económicos y sociales esperados. Todos los proyectos que se van a votar próximamente en la Asamblea tienen por principal objetivo propiciar la inversión capitalista extranjera y nacional. En el famoso “Asocio” el Estado se convierte en socio de los capitales, pero sobre todo como el garante de los préstamos que puedan contraer los capitalistas privados.

Uno de los atractivos que presenta el país para esos capitalistas es su legislación permisiva, la posibilidad de la exportación de las ganancias, el bajo nivel impositivo y alto nivel de exoneraciones y elusiones. Pero el ministro encargado de hundir el país en este pantano nos anuncia que es necesario “modernizar” la legislación de las “zonas francas”. ¿Piensan ustedes que en esta “modernización” se incluyen un aumento de los salarios mínimos, una legislación que proteja a los asalariados, que les facilite su sindicalización, que se introduzca mejoras en las condiciones de trabajo? Esto es impensable. Se trata de mantener o empeorar las condiciones de explotación de los trabajadores.

Lo vuelvo a repetir no existe en el país un partido político que cuestione radicalmente el modo económico en que funciona el país. Es decir que todos aceptan en principio que todo siga igual y que lo máximo que se puede hacer es darle una pintadita a la fachada del edificio social salvadoreño.

03 octubre 2012

Amor filial, amor al arte


Manuel Elías - Rolando Elías




La muestra es un recorrido por un periodo de la historia del arte salvadoreño, a través de la sempiterna conversación cómplice entre los hermanos Elías, sus voces plasmadas en la obra pictórica de Manuel y en los poemas de Rolando. Una oportunidad de explorar y descubrir la obra de estos dos artistas, y del tiempo y espacio en el cual existieron y crearon.

A través de su creación artística y de los testimonios de sus amigos, colegas, artistas contemporáneos, quienes nos cuentan anécdotas, historias de la década de los 60’- 70’, en la cual se departía en un ambiente al estilo de los movimientos artísticos europeos, en los cafés de Paris, Viena, Praga… y en los cafés y bares del centro del viejo San Salvador: Skandia, Lutecia, Central,  Alcázar, Bella Nápoles… un centro de actividad artístico, intelectual, delimitado entre la plaza Morazán, y la Plaza Libertad.



Ambos artistas compartían la cualidad de ser observadores agudos de la realidad,  en silencio y reservados, ser un observador requiere circunspección y estar fuera del protagonismo, de la luz de candilejas.

La búsqueda en Manuel de la perfección estética es patente en la ejecución de las diferentes técnicas  que explora: acuarela, dibujo, pintura, escultura; experimentando con diversos materiales: piedra, madera, oléo, acrílico, tinta, y explorando el tratamiento de temas diversos: bodegones, paisajes, abstractos,  retratos, desnudos, flores, jardines, incluso en el diseño de muebles y artesanías.

Paralelamente a su preocupación estética en las artes plásticas, en admiración por su hermano,  simbióticamente, escribe y publica historias, cuentos, critica artística, revistas, y se autodenomina “escribidor”.

Consistente con su carácter reservado, retador, escribe, y a veces firma sus cuadros bajo seudónimos, con Rolando compartiendo el  misterio: Juan Caminos, Genaro Rojas, Domingo Urbano, y otros más…




Su compromiso y comunión con la vida de artista se manifiesta en su “activismo”
por el arte y la cultura con la creación de galerías y centros culturales como la ”Galería Centro” y  “La Rendija”, en donde promueve y exhibe muestras de sus colegas artistas,  conversatorios, lecturas de poemas, presentación de escritores, música, etc. Además tomando parte en la formación de movimientos artísticos desde “Manchanueva” hasta la “Real Orden de los locos de octubre”.

Los hermanos comparten trazos de carácter y temperamento: discretos, reservados, huraños. Y entretienen entre ellos una relación de simbiosis artística,  de complicidad creativa.




Rolando, periodista en los mayores periódicos nacionales, escribe columnas,  notas periodísticas, artículos y comentarios sobre arte. Pero es en la escritura de sus ensayos y poemas que excele su sensibilidad y espiritualidad:  en  su colección de poemas “Cantata de mayo” en donde nos da testimonio de la revelación de Dios en la naturaleza. En los sonetos “de la rosa en la guerra” de su obra “La celebración de la rosa”, nos aporta otro rostro de la realidad transfigurada por la emoción . En su “Homenaje a Fray Luis de León” ahonda en la atmósfera de su temperamento místico, y como varios pensadores místicos, aporta nuevos aspectos a la verdad, porque vislumbra su rostro desde diferentes ángulos. Remarcable es el hecho que escribió estos sonetos en plena guerra. Cabe citar a Octavio Paz: “la misión de la poesía es sacar a luz lo que está oculto en los pliegues del tiempo”.

Con esta Retrospectiva se consuma un doble objetivo,  cumplir con la misión de  ofrecer arte y cultura al publico salvadoreño, y apoyar el proceso de recuperar y salvaguardar la historia del arte en El Salvador. 


Krishna Manuel Elías
Marlene Velasco-Bégué
Curadores