El autor de este blog agradece la reproducción total o parcial de los materiales aquí publicados siempre que se mencione la fuente.

30 marzo 2013

Saussure, por dónde empezar


 Voy a copiar en francés la primera nota de Ferdinand de Saussure que fue publicada en el libro “Ecrits de linguistique générale” en nrf Editions Gallimard, París, 2002. Los editores son Simon Bouquet y Rudolf Engler. Sigue la traducción y un comentario. Esta primera nota lleva por título Prefacio”:

1 Préface


 Il paraît impossible en fait de donner une prééminence à telle ou telle vérité de la linguistique, de manière à en faire le point de départ central : mais il y a cinq ou six vérités fondamentales qui sont tellement liées entre elles qu’on peut partir indifféremment de l’une ou de l’autre et qu’on arrivera logiquement à toutes les autres et a toute l’infime ramification des mêmes conséquences en partant de l’une quelconque d’entre elles.

            Par exemple, on peut se contenter uniquement de cette donnée :

            Il est faux (et impraticable) d’opposer la forme et le sens. Ce qui est juste en revanche c’est d’opposer la figure vocale d’une part, et la forme-sens de l’autre.

            En effet, quiconque poursuit rigoureusement cette idée arrive mathématiquement aux mêmes résultats que celui qui partira d’un principe en apparence très distant, par exemple :


            Il y a lieu de distinguer dans la langue les phénomènes internes ou de conscience et les phénomènes externes, directement saisissables.

 Doy esta versión provisoria de la primera nota manuscrita del lingüista ginebrino:

1 Prefacio

            “Parece imposible de hecho dar una preeminencia a tal o cual verdad de la lingüística, de manera que podamos hacer de ella el punto de partida central; pero hay cinco o seis verdades fundamentales que están ligadas entre sí, de tal manera que uno puede partir indiferentemente de una o de otra y se llegará lógicamente a todas las otras y a toda la ínfima ramificación de las mismas consecuencias partiendo de cualquiera de ellas.

            Por ejemplo, uno se puede limitar únicamente a este dato:

            Es falso (e impracticable) oponer la forma y el sentido. Al contrario lo que es justo oponer es la figura vocal de una parte y la forma-sentido de la otra.

            Efectivamente, si alguien persigue rigurosamente esta idea llega matemáticamente a los mismos resultados que aquel que parta de un principio en apariencia muy distante, por ejemplo:

            Cabe distinguir en una lengua los fenómenos internos o de conciencia y los fenómenos externos, directamente aprehensibles”.


Es imposible no darse cuenta que desde el momento en que esta nota fue escrita y el momento actual, los cambios terminológicos han sido drásticos. Esto paradójicamente ha sido el resultado del desarrollo de la misma lingüística saussureana. Por otro lado, muchos criticaron a los “editores” del “Curso de lingüística general”, Charles Bally y Albert Sechehaye, el punto de partida que adoptaron, no obstante esta primera nota demuestra que ellos fueron fieles al maestro ginebrino, pues en realidad el “Curso” propiamente dicho, la exposición de la nueva teoría realmente se inicia en el capítulo III, los dos primeros son generalidades preliminares que bien se pueden poner allí u omitirlas. Pero la exposición real la inician justamente a partir de un principio o una de las “verdades fundamentales” de las que nos habla de Saussure en esta nota, verbi et gratia, la dualidad del objeto o si se prefiere el carácter dual del objeto de la lingüística.
 
Me llaman la atención dos adverbios usados por de Saussure en este “Prefacio”, “lógicamente” y “matemáticamente”, pero no me sorprendieron, ambos se refieren a los efectos inexorables o necesarios que se desprenden de iniciar la exposición por una de esas “verdades fundamentales”. Ahora tal vez algunos dijeran “automáticamente”. En todo caso de lo que se trata es de un movimiento interior, propio del objeto mismo. Este arranque condiciona el resto de la exposición, cada paso prepara el siguiente y lo presupone. Si este inicio nos conduce lógicamente, matemáticamente a los mismos efectos, a “las mismas consecuencias”, significa que este punto de partida de la exposición no es arbitrario, sino que necesario. Pues cuando se llega a examinar a partir de qué punto hay que iniciar la exposición de una ciencia, de una investigación, también esto significa que la investigación propiamente dicha ya está concluida y la tarea que se presenta no es la descripción de cada paso de la búsqueda, sino que la presentación de los resultados.

Saber por dónde es necesario iniciar la exposición significa haber despejado de la montaña de datos y materiales examinados, cuál es el hilo conductor del raciocinio llevado adelante y cuál es el movimiento mismo y propio de la materia estudiada. Muchos critican a los “editores” del “Curso” de no dejar aparecer las dudas y las vacilaciones del maestro ginebrino. Piensan que hubiese sido interesante, importante dejar aparecer en el “Curso” el momento de búsqueda, que no todo estaba acabado en la mente de Saussure.

Aquí tenemos un problema realmente filológico y lógico también. El primero se trata de averiguar: ¿si los materiales encontrados posteriormente, los que no estuvieron en las manos de Charles Bally y de Albert Sechehaye, desmienten las “verdades fundamentales” que aparecen en lo que muchos llaman la vulgata? ¿Si lo nuevo contradice los postulados en los que se basa el desarrollo de la exposición del “Curso” o si solo nos dan una apreciación del camino investigativo que está recorriendo Saussure durante esos años? Por el momento no aparece que lo nuevo venga a desmentir o contradecir fundamentalmente lo expuesto en el manual. Es posible que algunos aspectos se puedan ahora formular de otra manera. En realidad muchas cosas dichas en el “Curso” se han ido matizando, se han ido refinando y profundizando en el desarrollo de la lingüística saussureana.

Los editores de los “Ecrits de linguistique générale” (“Escritos de lingüística general”) nos dicen en su prefacio (pág. 9) que “su carácter menos categórico testimonia una observación como esta: “La dificultad que uno experimenta en anotar lo que es general en la lengua, en los signos de habla que constituyen el lenguaje, es el sentimiento que estos signos pertenecen a una ciencia mucho más vasta que no lo es la “ciencia del lenguaje.” O aun esto, de manera más radical: “Si hay realidades psicológicas, y si hay realidades fonológicas, ninguna de las dos series separadas no sería capaz de dar un instante nacimiento al menor hecho lingüístico. — Para que haya hecho lingüístico, es necesario la unión de las dos series, pero una unión de un género particular — del cual sería absolutamente vano de explorar en un solo instante los caracteres o decir de antemano en qué consistirá”. Las partes entrecomilladas de esta cita pertenecen a Saussure y vienen en las páginas 265 y 103 respectivamente de estos “Escritos”.

Sabemos tanto del “Curso” como por los mismos “Escritos” que Saussure pensaba en una ciencia general de los signos y de la que la lingüística formaría parte. No veo en que esto es menos categórico o en qué es más categórico el “Curso”. Pero incluso lo que ahora nosotros llamamos signos no corresponden a lo que Saussure llama aquí, en este pasaje, “signos”. Y justamente el segundo pasaje citado trae justamente una de esas “verdades fundamentales” de las que se puede partir para exponer la ciencia del lenguaje. Es decir, eso que cabe distinguir y que obligatoriamente no se pueden separar, que únicamente unidas constituyen un hecho lingüístico. Esto está retomado tal cual en el “Curso”. Incluso está retomado en sus vacilaciones terminológicas. Este es uno de los “defectos” más señalados con mayor recurrencia y tal vez con mayor justificación a los “editores” del manual.

Todo el curso, todos las discusiones posteriores alrededor del signo lingüístico giran precisamente en torno a esa “unión de género particular”, de su carácter. Esta unión de género particular es también la que caracteriza a esta otra “lengua y habla” y que proviene justamente o si se prefiere se engendra a partir de la unión estrecha, indisoluble del significante y del significado. Desentrañada la verdadera naturaleza de esa unión sui generis permite justamente evitar caer en una “filosofía del lenguaje”, a estas alturas, inútil y sin ningún interés. Que muchas cosas, en sus reflexiones, le parecieran a Saussure pertenecer aún a una filosofía del lenguaje no cabe duda. Pero su inquietud era precisamente fundar la ciencia del lenguaje.

Por otro lado, no creo justamente que se pueda lógicamente exponer la ciencia del lenguaje a partir de cualquier “verdad fundamental”. Hay una “verdad fundamental” que las contiene todas y a partir de la cual se pueden deducir “matemáticamente” las otras, esta verdad es la más abstracta y la más sencilla. Se trata del signo lingüístico, de la unión del significante y del significado. A partir de aquí podemos incluso llegar hasta los fundamentos de la ciencia general de los signos y señales, la semiología.   

28 marzo 2013

En torno al método de Marx


Abundan los artículos en los que se pretende exponer el método de Marx, no obstante son muchos los que defraudan al lector. Esta decepción proviene ya sea del contenido de los artículos, ya sea de la expectativa misma de los lectores, que desean a toda costa tener al final de su lectura un útil aplicable a cualquier objeto. Pero esta situación de insatisfacción no es algo que deba sorprendernos demasiado, pues el tema implica un arduo trabajo de estudio del pensamiento marxiano y significa al mismo tiempo el rechazo de muchos lugares comunes y prejuicios.

El propósito de este escrito no es la exposición del método de Marx propiamente dicha, sino que de emprender una escarda del terreno. Casi todos los que han emprendido exponer el método de Marx y Engels están de acuerdo que se trata de la dialéctica materialista misma y también que ésta es la inversión de la dialéctica hegeliana. Al respecto tal vez sea necesario referirse al propio Marx y a su intención de exponer el método que “Hegel descubrió y que él mismo mistificó”, en unas cuarenta a cincuenta páginas. Esto lo afirma el propio Marx en una carta a su amigo y compañero de luchas, Engels, que escribió el 14 de enero de 1858. En realidad Marx habla del núcleo racional del método de Hegel. Su intención es de redactarlo en un estilo claro y comprensible a toda persona con sentido racional.

No obstante esta carta nos dice solamente su intención de exponer el núcleo racional del método de Hegel, nos da la indicación del volumen aproximado en páginas que se propone escribir y en qué estilo pretende realizarlo. Pero todo esto si alguna vez le queda tiempo para dedicarse a este tipo de labores, lo haría con mucho gusto.

Sin embargo Marx nunca más vuelve a referirse a este trabajo, ni a su deseo de llevarlo a cabo. Por lo menos esto no aparece plasmado en ningún escrito suyo, ni de Engels, ni de cualquier otra persona contemporánea.

Núcleo racional del método de Hegel

Estas cortas líneas escritas por Marx a Engels, han dado pábulo a muchos historiadores del marxismo, de economistas y filósofos para escribir largas páginas y discutir las razones del silencio ulterior de Marx al respecto y sobre todo las razones por las que Marx nunca escribió el opúsculo prometido sobre el núcleo racional del método de Hegel.

Muchos se conforman en señalar que efectivamente los estudios económicos preparatorios y la posterior escritura de sus obras económicas no le dejaron tiempo para esa obra filosófica. Sin embargo asimismo son muchos los que piensan que esta explicación se queda muy corta.

La explicación más corriente y de mayor aceptación es que Marx no procedió a escribir esta obra sobre la dialéctica materialista puesto que nos ha legado en El Capital su propia “Gran Lógica” y que es allí donde es menester buscar el método de Marx.

Muy bien. Pero con esto no queda arreglado todo, pues persiste la necesidad de una exposición de la dialéctica materialista que tenga una forma autónoma. Por lo menos es lo que persiguen los filósofos que exponen la dialéctica materialista.

Por su parte, sin hacer referencia a la intención de Marx, Engels le manda a Marx un plan de una obra que pretende escribir sobre la dialéctica de la naturaleza. Este proyecto surge algunos años después, la carta está fechada el 30 de mayo de 1873. En ella Engels dice que su “elaboración, de cualquier manera, exigirá aún mucho tiempo”. A partir de esta carta y de otras en las que Engels le manda un plan ampliado y otras veces un plan acortado, podemos concluir que también en la mente de Engels surgió la idea de exponer la dialéctica en forma de la dialéctica de la naturaleza. Todos sabemos que este propósito fue realizado en gran parte por Engels, muchos “capítulos” terminados, puestos en orden, etc. Claro la obra fue publicada después de su muerte, en Moscú, en 1925.

No voy a dar los detalles de los planes, ni toda la historia de la edición que ha tenido tres variantes sucesivas, la que he mencionado de 1925, luego otra de 1935 y la última de 1941en una nueva traducción al ruso. Estas ediciones difieren en el orden de los materiales y en la interpretación de algunos pasajes. Sobre el orden de los materiales ha habido muchas discusiones, no obstante se puede considerar la última versión como la que mayor aceptación ha tenido y que es completada por un aparato crítico extendido en las republicaciones posteriores.

A este respecto es necesario indicar que Engels consideraba “La Dialéctica de la Naturaleza” como una obra separada, autónoma y no tenía ninguna intención de incluirla en otra obra de mayor extensión y dedicada a alguna teoría de la dialéctica en general. Que la obra es pensada de esta manera atestigua la carta de Engels a Marx del 23 de noviembre de 1882, en la que se puede leer: “ahora, sin embargo, es necesario terminar lo más pronto posible la dialéctica de la naturaleza”.

Lenin y su proyecto

Es menester recordar también aquí que Lenin desde el otoño de 1914 hasta inicios de 1916 se dedicó a preparar materiales y confeccionar diversos planes para la escritura de una obra sobre la dialéctica. No obstante solamente en los testimonios de su esposa, N. K. Krupskaya, se puede saber de la intención de Lenin de escribir este trabajo. Es posible que Lenin mientras no tuviera ya avanzada su redacción no deseara comunicarle a nadie su intención de escribir esta obra. Pero no se puede poner en duda que sí tenía este deseo, a la vista de los materiales preparatorios que tenemos a nuestra disposición. En el caso de Lenin aparecen claras las razones de que el proyecto se quedó sin realización: llega un año decisivo, 1917 y además la imperiosa necesidad de escribir dos obras que se pone a redactar: la primera sobre la revolución y el Estado y la otra sobre el imperialismo. Luego sus actividades políticas antes y después de la Revolución y posteriormente su estado de salud le impidieron realizar el proyecto.

En el tercer prefacio al “Anti-Dühring” de cierta manera Engels vuelve sobre el tema, todos sabemos que entre los dos amigos hubo una especie de “división del trabajo”, esto lo dice aquí mismo, en el prefacio al que aludo. Sabemos también como Engels nunca dejó de manifestar su admiración hacia su compañero. No se crea pues que en esta ocasión falla en su conducta y además se muestre presuntuoso, al contrario debemos de agradecerle que nos hable de esa manera: “Marx y yo fuimos sin duda tal vez los únicos en salvar de la filosofía idealista alemana la dialéctica consciente para integrarla en la concepción materialista de la naturaleza y la historia”.

Deseo señalar un detalle que no es en nada fútil, al contrario en este texto adquiere una significación particular e importante. En este prefacio, Engels escribe en primera persona del singular. Pero abandona este pronombre cuando se refiere explícitamente o no a su labor común con Marx. Voy a citar aquí un parágrafo que me parece ilustrativo del tema que nos ocupa. Engels en este pasaje se refiere a sus ocupaciones científicas y de preparación de su obra “La dialéctica de la naturaleza”,  ya en Londres después de que dejara sus labores comerciales.

“Se trataba para mí al hacer esta recapitulación de las matemáticas y de las ciencias de la naturaleza, de convencerme en los detalles —sin que dudara de ninguna manera en su conjunto— que en la naturaleza se imponen, a través de la confusión de las innúmeras modificaciones, las mismas leyes dialécticas del movimiento que en la historia rigen también la aparente contingencia de los acontecimientos; las mismas leyes, que forman igualmente el hilo conductor en la historia de la evolución lograda por el pensamiento humano, llegan poco a poco a la consciencia de los hombres pensantes: las leyes que Hegel ha desarrollado por primera vez de una manera extensa, pero bajo una forma mistificada, y que nosotros nos proponíamos, entre otras aspiraciones, sacar de este envoltorio místico y hacerlas entrar netamente en la consciencia con toda su simplicidad y su universalidad”.

Si observamos de cerca este párrafo, nos daremos cuenta que Engels inicia en el singular de la primera persona y al final usa el plural. Pero lo que más llama la atención es que en este pasaje Engels hace eco a la carta que Marx le enviara el 14 enero de 1858 (a la que me he referido arriba) y habla de “una forma mistificada” y sobre todo enuncia que ambos compartían la “aspiración” de sacar la dialéctica del “envoltorio místico y hacerlas entrar netamente en la consciencia con toda su simplicidad y su universalidad”.

¿Podemos inferir que Marx y Engels volvieron a hablar sobre este tema? Creo que no cabe duda. Incluso la comunidad en las expresiones usadas dejan ver claramente que también coincidían en sus puntos de vista. Ambos toman como punto de partida a Hegel, no obstante ambos señalan la forma mistificada en que la dialéctica está desarrollada en los escritos hegelianos.

Una recomendación metodológica

En este mismo prefacio Engels nos da una recomendación metodológica de gran valor y alcance. Se trata de sacar esas leyes que rigen el movimiento de la historia, de la naturaleza y del pensamiento humano, pero no se trata para Engels “de hacer entrar por construcción las leyes dialécticas en la naturaleza, sino que de descubrirlas ahí y de extraerlas”. Creo que queda con claridad suficiente que en la mente de los fundadores de la filosofía dialéctica materialista no existen ni esquemas, ni leyes, ni nada que haya que aplicar desde afuera a la realidad natural, ni a la realidad social. Estas leyes se descubren en la realidad misma, en la realidad cambiante.

Sin embargo al terminar su prefacio relata la lucha que se lleva a cabo entre concepciones diametralmente opuestas, una que considera que todo está fijo en la naturaleza y los que ven en los más recientes descubrimientos científicos de la época el movimiento y los cambios. Esta última concepción se ha ido imponiendo en la ciencia poco a poco,  lo que lleva a concluir que la fijeza y los valores absolutos de las concepciones naturalistas de la época son “introducidas en la naturaleza estrictamente por la reflexión”, desde afuera. Llegar a la concepción contraria se puede “por la presión de los hechos que se acumulan en la ciencia de la naturaleza, se logra esto más fácilmente si uno aborda el carácter dialectico de estos hechos con la consciencia de las leyes del pensamiento dialéctico”.
Es decir las leyes dialécticas deben de extraerse de la realidad misma, pero esto se puede hacer mas holgadamente si se conocen las leyes del pensamiento dialéctico. Es esto que Hegel ha expuesto brillantemente en toda su extensión y que metió en un envoltorio místico. Marx y Engels salvaron “de la filosofía idealista alemana la dialéctica consciente para integrarla en la concepción materialista de la naturaleza y la historia”.

24 marzo 2013

Romper con la historia de dominación



El asunto no es nuevo. El subdesarrollo de la economía salvadoreña no es consecuencia exclusiva de las políticas de los sucesivos gobiernos. Por una razón importante, todas las políticas gubernamentales implementadas fueron para agradar las exigencias patronales. La historia de nuestro subdesarrollo está ligada íntimamente a la actitud rentista que siempre tuvieron nuestros ricos.  Desde la Independencia buscaron la manera de perpetuar un modo de vida de “hidalgos” (En España, el 18 de marzo de 1783, el rey Carlos III se ve obligado a promulgar una real cédula en la que se decreta que trabajar no es un deshonor. Toda la sociedad española peninsular y colonial está imbuida del ideal nobiliario de aspirar a la ociosidad, por lo que el trabajo está mal visto). Esta actitud la heredaron nuestros ricos.

Su verdadero afán era recibir las ganancias sin preocuparse directamente de la administración de sus negocios. Se enriquecieron cuando el precio del café “ascendía como un águila” y dejaban de recolectar cuando el precio del café se iba de pique. Poco les importó el nivel de vida de los trabajadores.  Las relaciones que tenía con los peones eran casi feudales, en muchas haciendas se pagaba en fichas de la tienda, en otras se pagaba con significativos atrasos, engañando en las cuentas, etc.


Recordar la masacre del 32, que no fue exclusivamente étnica, como ahora gustan algunos presentar ese episodio de nuestra historia. El hambre fue generalizada, las cosechas abandonadas, la miseria de la gente dando alaridos. Masferrer ya había denunciado esa miseria, ya había querido cambiar esa circunstancia con un “mínimo” para vivir decentemente.  La respuesta de la oligarquía fue esa masacre y para mantener a la gran mayoría en la miseria y en el analfabetismo. También sobre esto escribió Alberto Masferrer en “Leer y escribir”.

Como una hacienda

El país entero fue visto como una hacienda y a pesar de que ahora existe un tipo nuevo de patrones, que han asimilado algunos principios del famoso “Homo economicus”, pero bajo el mismo fondo, para el máximo beneficio recurre siempre a lo mismo, bajos salarios y condiciones de vida deplorables.

Nuestros burgueses han amasado grandes fortunas que mantienen afuera del país y por lo general en inversiones especulativas. En el país invierten en el sector terciario, dejando al capital foráneo el papel de introducir la industria. Es tradicional en nuestro país, tratar de “venderlo” ofreciendo una mano de obra baratísima, moldeable, no sindicalizada y ahora ya poco combativa. Y si por un sobresalto de indignación se muestra rebelde, la fuerza está siempre lista en uniformes con botas y garrotes para intervenir. Es por eso que se crearon las zonas francas exonerando de pago de impuestos, posibilidad de hecho de exportar todas las ganancias sin dejarle al país ni un “tostón”.  En esas zonas francas nunca se instaló una fábrica productora de mercancías con un alto valor agregado, la maquinaria vetusta y en muchas veces obsoleta. Y por lo general ya amortiguada, es por eso que muchos de esos empresarios se van del país abandonándolo todo, incluyendo sus deudas respecto a sus empleados, a los que no les pagan las debidas indemnizaciones y en ocasiones los últimos salarios.

Es esta la clase capitalista que tenemos, parasitaria y rentista. Son ellos los que han moldeado a su antojo nuestra sociedad. Ese es el tipo de empresario que domina en nuestro país. O sea que cuando se implora a las “fuerzas vivas” de la nación que se sienten a elaborar “un plan de país”, en este llamado tan pueril no se toma en cuenta a las clases trabajadoras, se habla de los partidos y del patronato. Pero los partidos son los sirvientes de ese patronato que acabo de presentar. Desde décadas rechinan cuando alguien pronuncia la palabra “fiscal”. Pues eso merma su fortuna, eso merma sus posibilidades acumulativas y con esa parte mermada de “su” fortuna por el fisco, hay quienes pretenden mejorar un tanto las condiciones de vida de la chusma.

Ese cacareado “plan de país” es imposible, pues nosotros estamos enfrentados a una clase capitalista que durante decenios y decenios se han mostrado indiferente al destino de toda la nación. Incluso no vacilaron, al ver amenazados sus intereses,  en cometer por el intermedio de su Estado las repetidas masacres de nuestra historia.

La derecha cumple con su rol

Los dirigentes de los partidos de la derecha no entran en contradicción al considerar a esa clase como a la que hay que servir y como la que “mantiene” al país. Es lo que repiten, son ellos los que “dan” el trabajo a los obreros. Pero en realidad, esa clase se enriquece del producto del trabajo, al que explota sin misericordia, en condiciones de trabajo execrables, con salarios de miseria. Vivimos en una sociedad que no solo se enajena el producto del trabajo de los asalariados, sino que todo se nos presenta como una potencia extranjera, que nos aplasta.

La violencia que reina en el país es el resultado de nuestra propia historia, de esa historia que ha dejado sin puertas hacia el futuro a nuestros jóvenes, que muchos optan por huir hacia el extranjero. Otros ante la miseria de sus vidas se van por la fácil vía de la vida delictiva. Los partidos de derecha ante este inmenso problema  de nuestra sociedad reaccionaron como siempre, la represión. Sus “manos duras” y “súper duras” agravaron la situación, pues esa creciente violencia debe combatirse en su fuente. Pero en este tema también volvemos a lo mismo, ¿quién sufre directamente la violencia? Pues no son los ricos, los que ponen los muertos, los que sufren el acoso confiscatorio de las bandas, son pequeños comerciantes, la gente pobre en la calle, en los barrios, en el transporte. Ellos, los ricos, el 1% que se reparte el 60% de los ingresos, viven en otras esferas, protegidos por alambres electrificados, altas murallas, guardianes y la eficacia recobrada de la PNC.

El gobierno actual de “izquierda” ha hecho una política con el ojo puesto en los cambios de humor de la oligarquía. También se ha puesto en su servicio, pero con una modalidad, hicieron un esfuerzo por encontrar una manera de aparecer preocupados por la gente de la calle. Medidas sociales, como el vaso de leche, como los uniformes, los útiles, los zapatos para los alumnos de las escuelas, incluso el “generoso” reparto de “títulos de propiedad”, todo eso son apenas remiendos que se le hace al desgarrado tejido social de nuestro país. Son incluso válvulas de escape para que no haya una explosión social que nadie sabe en qué podría terminar.

Una situación política degradada

Los dirigentes del FMLN repiten que no son los enemigos del gran capital. Lo han dicho y lo han repetido “no hay nada a que tenerle miedo”, “no tenemos como objetivo ni a corto plazo, ni a mediano plazo, construir el socialismo”, se les escapa el “largo plazo”. Podrían perfectamente agregarlo. Pues ahora ya son un partido “social-demócrata” de derecha, cuyo objetivo es convertirse en el cirujano estético del capitalismo. Ellos siguen al presidente que hizo suyos los intereses del capital extranjero, principalmente de su “aliado estratégico”, que en realidad es su “patrón estratégico”, el imperialismo estadounidense. El presidente ha optado por ser el jefe del partido del extranjero. Su gobierno ha sido una estafa.

Es esta estafa que los candidatos del FMLN se proponen continuar, pues la reivindican como suya. Ellos afirman que es eso que van a profundizar. Tal es la degradación de la situación política, que tanto Funes, como el grupo parlamentario efemelenista y el de Saca, distraen a la opinión provocando rencillas y querellas con la Corte Suprema de Justicia. Mientras tanto los problemas nacionales, como son una reforma fiscal digna de ese nombre, una reforma educacional urgente en todos los niveles de la enseñanza, una puesta en marcha de un servicio médico tantas veces prometido, un nuevo y moderno Código de Trabajo. Aquí la lista se puede alargar, pues la vida de los salvadoreños es precaria en todos los campos. Voy agregar uno, la fuerza de trabajo es acarreada en condiciones de ganado, en un transporte que le llaman público, pero que es sobre todo humillante para la dignidad del pueblo salvadoreño. Tan degradada está la situación que el expresidente Saca tiene el descaro de volverse a presentar como candidato. Este hombre que mostró con creces su incapacidad y su avaricia, acusado por su propio partido de haberse enriquecido a despensas del dinero público. Pues Saca sigue siendo un hombre de derecha, es el mismo que dejó vacías las arcas del Estado. Y hoy hay sondeos que lo dan con posibilidades de volver. Esto es una degradación política sin precedentes. Los trabajadores se han quedado sin un partido que los represente, se han quedado sin organizaciones que velen por sus intereses y la desesperación los incita a buscar lo que puede ser el menor mal. Esta desesperación también se conjuga con la resignación.

En esta situación es necesario buscar las posibilidades de crear un partido realmente que vele por los intereses de los trabajadores, que emprenda una lucha contra la despiadada explotación del capitalismo salvadoreño e internacional que padece nuestro pueblo, una organización que emprenda una lucha ideológica que saque del sopor a la clase trabajadora. Estas posibilidades existen, aún hay en nuestro pueblo ese espíritu de rebeldía, aún vive en nuestra gente la esperanza de una vida mejor. Eso se puede ver en algunas luchas que se han manifestado en estos últimos meses. Pero tenemos que darnos cuenta que un nuevo partido no puede surgir y cumplir sus tareas, si no cambiamos realmente nuestra concepción de la política, del modo de hacer política. Ese partido tiene que ser nuevo en todos los sentidos, que rompa desde su surgimiento con todas las taras del verticalismo, del apoderamiento de la voluntad de los militantes por los dirigentes. Necesitamos un partido que se proponga romper con la historia de dominación de una casta parasitaria que nunca le ha propuesto al país otra cosa que una vida de miseria, esta misma que se vive hoy.