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13 diciembre 2013

El río está revuelto

La contienda electoral se ha venido realizando con sus altos y sus bajos, sus altos no tienen nada que ver con la calidad del debate político. Los bajos han sido sobre todo los trapos sucios que se han sacado a orear dejando en el ambiente el nauseabundo olor de la trampa, del robo, de la corrupción. Las acusaciones han llovido y no todas han sido calumnias, aunque los involucrados vociferen que no hay nada cierto en lo que se anda diciendo.

No creo que esta situación haya sorprendido a los salvadoreños, tal vez esto los aleje más del terreno político: un expresidente que iba a asesorar al candidato de su partido, ha tenido que desaparecer y sus correligionarios no tienen muchas ganas de defenderlo, los que lo hacen todavía prefieren irse por la tangente y hablar de otras temas: los diez millones de dólares no aparecieron en ninguna parte, han circulado de cuenta en cuenta, pero no fueron a parar a sus destinatarios presumidos, los damnificados de los terremotos. El presidente Funes no acaba de explicarse claramente del “préstamo-dádiva” que recibió de Salume, en todo caso también ese dinero oscurece el panorama. El episodio del bono navideño para los diputados ha mostrado una vez más el alejamiento de la realidad social y económica de los salvadoreños en el que se encuentran los que en principio los representan en la Asamblea. El presidente que hizo alardes de absoluta transparencia declara que sus gastos publicitarios son secreto de Estado y como esta cuerda era demasiado gruesa terminó diciendo que era por respeto a la libre concurrencia. En todo caso ha dejado muchos detalles de su gestión empañados por el vaho de sus opacas tergiversaciones. Los diputados no quieren pagar una multa por falta a la misma Ley de transparencia, ellos alegan que pagar la multa atenta a su patrimonio.  

La descalificación del otro, las insinuaciones han tomado el lugar del argumento, de la propuesta. El partido en el gobierno busca y encuentra aliados incluso en las filas de su principal adversario, por lo menos connotados areneros han declarado sus simpatías por el candidato del FMLN. El presidente Funes, que pasó de candidato del FMLN a aliado-presidente hace ahora campaña velada o casi abierta por un expresidente de ARENA, Elías Saca. El río está revuelto, pero no se sabe a qué pescador va a darle ganancias. Tan revuelto anda el río que un puñado de exefemelenistas han venido manifestando por separado sus viejas y sinceras simpatías por Elías Saca.

Al margen de todo este bochinche hay un ínfimo grupo de ciudadanos que prefiere no votar o anular el voto. Las motivaciones y las convicciones de esta franja reducida de ciudadanos tal vez no sean las mismas en cada persona. Se trata de un rechazo decidido a la práctica politiquera. Todos aspiran a darle un fuerte viraje al modo de hacer política en el país. La principal debilidad de este movimiento por la abstención o la anulación del voto es su desorganización, el carácter espontáneo del movimiento. Muchos de los que van a votar lo hacen resignados, otros, tal vez, la mayoría por simple inercia. Los núcleos “duros” de los partidos en contienda ya no son mayoritarios. Es decir que la aspiración a nuevas prácticas políticas no es tan marginal como ahora se presenta en esa franja a la que me he referido.

La mugre que flota en el ambiente político no es un simple síntoma, es la política misma vista y pensada, asumida y practicada por los hombres políticos, que aceptan administrar la cosa pública al servicio de la oligarquía. Incluso podemos decir que les despreocupa que la gente vaya o no a votar, mientras los abstencionistas sigan dispersos no constituyen una fuerza capaz de ponerlos en peligro.

O sea mientras los partidarios de un cambio radical en el modo de pensar la cosa pública sean incapaces de reunirse, de elaborar un pensamiento que sustente las nuevas prácticas, los politiqueros, los partidos políticos de hoy seguirán ordeñando al pueblo, viviendo a sus anchas con el erario nacional. El objetivo de todos los partidos es llegar al gobierno y desde allí dedicarse a la repartija entre ellos y sus allegados.



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