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17 enero 2014

Construir una alternativa

Los únicos que manifestaron su contento con el “debate” del domingo pasado entre los candidatos a la presidencia de El Salvador, son aquellos que esperaban impacientes ver la prestación de su corifeo. El resto se quedó perplejo, pues ese tan anunciado debate no tuvo lugar. No obstante no fue totalmente inútil. No tanto por el contenido, sino por las carencias. No me voy a referir a las escabrosas propuestas de algunos candidatos para vencer la delincuencia, ni voy a insistir sobre la ausencia de cifras que respaldaran el aluvión de promesas. De todo eso ya se habló suficientemente casi de inmediato, al final del “foro electoral”.

Deseo abordar la falta de perspectivas que se manifestó durante esas dos horas y pico de palabrerío, nada que pudiera realmente levantar los ánimos, que pudiese mover al entusiasmo, que enardeciese. Realmente, por mi parte, no esperaba de ningún candidato de derecha que viniera a avivar las esperanzas en un futuro mejor, son gente del pasado y se han pasado todo el tiempo mirando hacia atrás, están enfangados en sus gobiernos precedentes, en sus prácticas autoritarias, en el despotismo de casta y en ese oscurantismo medieval en el que persisten en mantenernos. De esa gente no esperaba nada.

Tampoco podía esperar mayor cosa del candidato del FMLN. Sin embargo visto que se trata del partido que aún conserva la simpatía de la clase trabajadora de izquierda, en el que perdura la confianza de que pueda emprender políticas de transformación social y ver a su candidato no solo tartamudear literalmente, sino que en el sentido figurado de no poder sacar su carreta del bache social-demócrata en el que están varados. Esto tiene en cierto sentido algo de positivo. Pues ahora ya no esconden su verdadera ideología tras la terminología revolucionaria del siglo XX, ni  tras del maquillaje pintarrajeado del socialismo del siglo XXI. Sólo la obscenidad ideológica y macabra perversidad de un Quijano —que pretende todavía asustar a la gente con ese cuco— que hipócritamente finge creer y amenazar que el FMLN quiere implantar en el país el “Socialismo del XXI”.

Los miembros del FMLN insisten que las condiciones para transformar al país no existen, que la correlación de fuerzas es desfavorable a las ideas revolucionarias, sostienen al igual del editorialista Altamirano que el pueblo salvadoreño es eminentemente anticomunista y que nadie en el país desea hoy por hoy ese tipo de transformaciones. Y todo aquel que pueda exigirles algo que apunte hacia un cambio radical en el país, es un iluso, un dogmático, alguien que no toma en cuenta la realidad y que vive soñando con sueños del pasado.

Nadie niega el panorama descrito, ni puede cerrar los ojos ante tal desastre ideológico. Pero tampoco se les puede insinuar a los efemelenistas que el papel de un partido revolucionario es justamente hacer todo porque las ideas de transformación de la sociedad germinen en el pueblo. Se enojan, se quejan que uno es demasiado exigente, que las condiciones no están dadas para ese tipo de combates.

Existen grupos heterogéneos, en estos momentos atunelados, que desean manifestar su descontento emitiendo un voto nulo. Su capacidad de influencia en la sociedad es menor quizás que el de los dos candidatos fantasmas, aparecidos el domingo durante el debate. La idea de no votar por ningún candidato porque ninguno representa los intereses del pueblo, que todos ellos se han manifestado por un status quo social, por mantener el Estado oligárquico sin trastornarlo en lo más mínimo, deja viva de alguna manera la esperanza. En ellos no ha calado la divisa del menos peor. Estos grupos sin coordinación, con iniciativas limitadas, a veces personales afirman que no hay opciones de futuro. Entonces al llamar al voto nulo dejan intacta la esperanza de poder construir alguna vez la alternativa.

El gran problema es este: el “alguna vez”. Pues en ese sentido estos grupos que proponen el “voto nulo” se asemejan a los efemelenistas, en que ambos aguardan que el pueblo “alguna vez” salga de su letargo. Pero en la historia esos “de repente” de los cuentos de hadas no existen. Si a veces hay fenómenos sociales que surgen de forma abrupta, como si “de repente” la historia removiera lo que ha tenido escondido en sus entrañas, es porque asimismo ha habido hombres que se han tomado la pena de iniciar procesos sociales que han tardado en germinar, que su trabajo de topo ha surgido a la superficie social como una erupción volcánica. La historia no se hace sin nosotros. Si la dominación de la burguesía se mantiene intacta, es porque hay un trabajo permanente de los Altamirano y los Dutriz, de los expertos de Fusades y otros organismos secuaces de la oligarquía. Esta gente con todos sus medios actúan permanentemente para influenciar y determinar el pensamiento de los salvadoreños.

Para que el voto nulo cobre sentido es necesario que no sea sólo la expresión de una protesta, sino que encierre la voluntad de abrir una ventana histórica y comenzar a darle forma a un movimiento social que renueve con las luchas.