El autor de este blog agradece la reproducción total o parcial de los materiales aquí publicados siempre que se mencione la fuente.

19 marzo 2015

Contradicciones XII



Es menester tener presente que las relaciones entre las formas de la resolución y la esencia de la contradicción misma no son mecánicas. Es cierto que la esencia misma es invariable hasta la resolución que opone a los contrarios y se puede de manera general presuponer que la resolución de una contradicción antagónica va adoptar formas a partir de la esencia, pues se trata de suprimir uno de los opuestos, que estas formas serán violentas, explosivas. Mientras que la resolución de una contradicción no-antagónica tiende a tomar formas pacíficas, no violentas. No obstante las relaciones entre esencia y las formas de contradicciones son mucho más dialécticas, puesto que la forma no es una simple manifestación pasiva de la esencia, la forma es donde se desarrollan procesos específicos, en los cuales tienen lugar las relaciones entre la esencia y las condiciones concretas, entre lo interno y lo externo. Dicho de manera las formas explosivas no son exclusivas de la contradicción antagónica. La explosión lógicamente consiste en la brusquedad con la que se opera un cambio cualitativo, o sea la fuerza que produce efectos destructores internos y externos.

El cambio cualitativo mismo es un fenómeno brusco y único sólo si se lo opone a la lenta multiplicidad de cambios cuantitativos que lo preparan. Con demasiada frecuencia se aíslan, se separan mecánicamente los cambios cualitativos de los cambios cuantitativos. En verdad, en la realidad, todo cambio es a la vez cuantitativo y cualitativo: la calidad de una contradicción, su lógica esencial, depende directamente de la relación cuantitativa de las fuerzas entre los contrarios. Como lo dejamos dicho anteriormente, entre cantidad y calidad hay unidad e identidad de contrarios. Las fases de acumulación de cambios cuantitativos son aquellas cuyo aspecto esencial es el del cambio cuantitativo y de transformaciones cualitativas parciales. Hay una especie de transfiguración lenta y gradual sin que por de pronto la cosa se transforme radicalmente. A la inversa los saltos cualitativos se caracterizan por el predominio del cambio cualitativo, los cambios cuantitativos mismos toman el aspecto cualitativo: el quiebre de la antigua cualidad modifica radicalmente el ritmo de los cambios cuantitativos y provoca nuevos.

Si nos detenemos a observar en detalle, un cambio cualitativo es la absorción, la integración de un número significativo de cambios cualitativos más elementales, “moleculares”, por ejemplo en el caso del nivel molecular de un cuerpo, celular en el caso de un ser viviente, de relaciones en una formación social. Empero la brusquedad que provoca cada cambio cualitativo molecular que acaece en un punto crucial, en la anudadura, de los cambios cuantitativos, no produce una brusquedad global, ésta únicamente puede resultar en la medida en que hay una simultaneidad de los cambios cualitativos moleculares, parciales. Admitamos que las condiciones internas de gestación y maduración de los cambios cualitativos parciales (“moleculares”) tienen el ritmo de un fenómeno estadístico, podemos esperar que éstos se produzcan con cierta dispersión en el tiempo, que se manifestará por un escalonamiento del cambio cualitativo global: la forma explosiva no aparece o por lo menos no de grandes dimensiones. Pero si surge un obstáculo externo capaz de impedir durante cierto tiempo más o menos largo los cambios moleculares, parciales, incluso los más precoces, las condiciones de su simultaneidad se van creando. Cuando la presión del cambio cualitativo es lo suficientemente fuerte para hacer saltar el obstáculo o los obstáculos que han impedido los cambios parciales, la simultaneidad se manifiesta por la brusquedad de un fenómeno global y surge como fuerza destructora: es entonces que se produce la explosión.

En este sentido la explosión es una forma externa, independiente de la esencia de la contradicción y es contingente a su respecto. Es de esta manera que puede aparecer determinante el tratamiento subjetivo en su desarrollo, es de este modo que una contradicción no-antagónica, de por si no explosiva, si se encuentra bloqueada en su desarrollo por un obstáculo externo, puede aparecer y resolverse de manera explosiva. Aquí podemos ver en una forma teórica clara algunos fenómenos a los que se ha referido Mao Tse-tung, pero al mismo tiempo podemos darnos cuenta que no tienen nada que ver con la transformación de esencia de lo no-antagónico en antagónico.

Las formas de resolución de una contradicción antagónica tampoco se pueden reducir a la explosión violenta. Aunque en este caso y por lo que hemos dicho antes, se entiende perfectamente que el obstáculo generador de la explosión se encuentra al interior mismo de las contradicciones antagónicas, en las que uno de los contrarios se opone por esencia al desarrollo del otro. En este sentido las contradicciones antagónicas se nos presentan como auto-explosivas. Empero como lo hemos dejado dicho, el salto cualitativo no es un fenómeno sencillo e instantáneo, se trata de un período complejo e interiormente diferenciado. Lenin al referirse a los “vuelcos de la historia mundial” se burlaba de aquellos que no comprendían que “saltos de esa género se extienden por períodos de diez años y a veces aún más” (En nuestro caso esto nos llama a tener mucha paciencia, que incluso la gestación de un partido puede tomar más tiempo del que se desea, pero que puede acelerarse por la presión interna de las contradicciones de clase en el país).

En una contradicción antagónica el contrario inicialmente dominante se opone al desarrollo del otro y en esto bloquea los cambios cualitativos moleculares los más precoces que va madurando el mismo desarrollo de la contradicción. Es lo que provoca que las primeras fases del salto cualitativo se presenten con frecuencia bajo la forma violenta, explosiva. No obstante a medida que los cambios cualitativos moleculares se acumulan, la relación interna de las fuerzas se va modificando y el contrario inicialmente dominante va perdiendo poco a poco su capacidad de oponerse a la continuación del proceso, entonces la necesidad de las formas explosivas decae cada vez más. Si vemos más de cerca el salto cualitativo y lo analizamos dialécticamente aparece que su propio desarrollo implica un cambio cualitativo: sus primeros logros modifican las condiciones en las que se van consiguiendo los otros. Es por eso que en el proceso de resolución de las contradicciones antagónicas puede perfectamente adquirir formas no explosivas al llegar a un cierto grado de madurez.

Voy a referirme aquí, de manera muy sucinta a un caso que nos concierne y del que se habla mucho, pero con demasiados prejuicios, me refiero al proceso de Independencia. Desde más o menos los años cincuenta se desarrolló en el seno del Partido Comunista Salvadoreño un movimiento contradictorio, se trata de oponerse a la historia nacional que vehiculaba la clase dominante. Y por supuesto que ésta contaba con muchas falsedades y muchas leyendas que no llegaban al estatuto de historia. La falta de documentación, la ausencia en esos tiempos de historiadores de profesión dieron como resultado que el PCS no pudo oponerle a la burguesía una historia que no tuviera en sí prejuicios y leyendas. Pero además una personalidad que tuvo y sigue teniendo peso en nuestro país dejó un prejuicio anti-clerical para narrar la Independencia. Pero el cura que más desprestigio tuvo fue el principal personaje: José Matías Delgado. Le inventaron propiedades sin la menor documentación (no existe catastro de esa época), lo hicieron desaparecer de San Salvador en noviembre de 1811, ocultaron que fue hecho preso al cabo de la rebelión y que los estudiantes de la Universidad de San Carlos lo eligieron rector como signo de protesta y de solidaridad con la gesta de San Salvador. Cuando se habla del movimiento de la Independencia se refieren exclusivamente al 21 de septiembre de 1821. E incluso se refieren con demasiada frecuencia a un solo pasaje del Acta y esto para denigrar todo el proceso y a los próceres. Algunos han de pensar que con este simplismo hacen obra revolucionaria. No se dan cuenta que con eso se privan de aprender de nuestra historia nacional.

El proceso se inició incluso antes del Primer Grito de 1811, pues estos días de rebelión principalmente en San Salvador, pero no únicamente, pudo tener lugar por la divulgación de las ideas de la Revolución Francesa y de la Independencia de los Estados Unidos (recordemos que el pensamiento revolucionario estadounidense era tal vez el más avanzado). Hubo gente que copiaba a mano libros enteros para difundir esas ideas, corriendo el riesgo de prisión por los agentes de la Inquisición. Se difundía también lo poco que llegaba de las luchas que iban ocurriendo en el Sur del continente. Es menester reconocer que las luchas por la Independencia estaban preñadas de contradicciones antagónicas, la fundamental era la que oponía a la Corona a las fuerzas independistas de todo el continente y esto se reproducía en cada región o Virreinato. Pero hay quienes olvidan que en enero de 1814 hubo otro movimiento armado en San Salvador (reprimido tal vez con mayor violencia que el anterior de 1811). Pero entre ellos en Centroamérica hubo elecciones a las Cortes de Cádiz y los diputados enviados eran de temple progresista. La participación de diputados americanos en Cádiz es un logro importante de la lucha, el estatuto de las colonias legalmente va cambiado por la presión de los independistas. Pero hay que agregar otra cosa que es externa, pero tuvo repercusiones internas, se trata de la ocupación napoleónica de España, durante ese tiempo los contactos mercantiles de las colonias tuvieron expansión hacia otros puertos que antes les estaban prohibidos y los consiguientes efectos materiales e ideológicos.

Se trata pues de un proceso largo, los logros se van acumulando, la correlación de fuerzas ha ido creciendo en favor de los independistas. España ha ido perdiendo las batallas, la Corona se ha desprestigiado y ha ido perdiendo sus principales colonias en el Sur y sobre todo el poderío militar. Cuando llega el momento crucial para Centroamérica, la Corona no puede realmente oponerse a la simple Declaración de Independencia. El salto cualitativo se dio en Centroamérica de manera más o menos pacífica. Y las declaraciones de Independencia se han ido acumulando en varios ayuntamientos de la Capitanía General, esto lo dice claramente el Acta y en ese mismo lugar se pone de manifiesto el apoyo popular que gozan los delegados presentes en el Palacio Nacional de Guatemala: “Leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto, y oído el clamor de Viva la Independencia, que repetía lleno de entusiasmo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores y antesala de éste palacio, se acordó por esta Diputación e individuos del Excelentísimo Ayuntamiento”., luego de esto viene una amenaza de lo que pudiera suceder si no se procedía de inmediato y de manera pacífica a declarar la Independencia: “Que siendo la Independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, sin perjuicio de lo que determine sobre ella, el Congreso que debe formarse, el Señor Jefe Político le mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.  Esta última frase se ha interpretado como una voluntad de los próceres de dejar de un lado al pueblo. Pero esta interpretación es miope, pues no quiere leerlo todo y se contenta con una frase cuyo carácter retórico salta a la vista. Pues los representantes de la Corona ya no pueden postergar la declaración y están obligados a obedecer lo que entonces era la voluntad del pueblo.

O sea que la acumulación de fuerzas de los independistas centroamericanos, por razones internas y externas, los puso en la postura de resolver la contradicción antagónica con un salto cualitativo que no tuvo la forma violenta que sí se dio en otros lugares y en fechas anteriores en que la Corona tuvo las fuerzas para resistir.

18 marzo 2015

Contradicciones XI



El salto cualitativo se ha convertido en nuestro país en casi un tic del lenguaje, hubo un tiempo en que cualquier cambio de lo que fuera se le apodaba “salto cualitativo”, incluso adherir a una organización “revolucionaria” era un “salto cualitativo”. Se vuelve pues comprensible que este modo de resolución de contradicciones haya adquirido una “autonomía” en el modo de considerar la dialéctica en El Salvador. Sin embargo esta autonomía es falsa, no corresponde al pensamiento dialéctico mismo, para poder abordar este punto, se hace necesario referirse a la unidad de los contrarios, de su lucha, de la determinidad de la cosa, que obligatoriamente nos lleva a otras categorías importantísimas, en primer lugar la esencia, pero no sólo sino que a los aspectos cuantitativos y cualitativos, a lo interno y externo, etc. El salto cualitativo en tanto que tal implica pues un cambio cuantitativo y cualitativo, de allí, también ver esta otra contradicción, me refiero a la unidad de contrarios que son la cantidad y la calidad, para poder llegar a las formas de la lucha de contrarios y ver cómo han interferido en este salto elementos internos y externos, que han vuelto la resolución de la contradicción en algo más o menos brusco, violento, explosivo.

Retornemos a la contradicción antagónica que el propio Marx expone como tal, se trata de la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación capitalistas, dicho de otro modo entre el proletariado y la burguesía. Esta contradicción se nos presenta inmediata y empíricamente bajo formas violentas, explosivas y es con ellas que se la identifica o sea se le da su determinidad, no obstante ¿qué es lo que esencialmente la identifica, le da su naturaleza de antagónica? Dicho de otro modo ¿qué es lo que la vuelve irreductible, irreconciliable? La respuesta la encontramos objetivamente en el desarrollo mismo de la contradicción hasta su acabamiento histórico y lógico en el que se expresa su contenido esencial: la supresión de la apropiación privada capitalista por una revolución y la emancipación de la producción social, la supresión de la explotación capitalista y la emancipación del proletariado y de la sociedad entera.

Cualquiera que fuese la contradicción antagónica, ya sea en la historia social, como en la historia de las ideas, nos lleva a la misma conclusión, el acabamiento consiste en la supresión de uno de los contrarios y la emancipación del otro. ¿Este carácter histórico y lógico del antagonismo lo adquiere la contradicción en su marcha, de manera contingente? De ningún modo, este carácter es originario, es decir está presente desde que surge la contradicción, incluso en el estado embrionario, pues el capital es inseparable de la explotación del trabajo asalariado y se opone a todo desarrollo de las fuerzas productivas que no contribuya a su propia puesta en valor. Este carácter antagónico no es una cosa que le adviene a la contradicción en algún momento dado de su desarrollo, cuando por ejemplo adquiere rasgos violentos o explosivos. Existe siempre, incluso de manera latente desde su formación, desde que surge esta contradicción. Existe ahora mismo en el país aunque se exprese visiblemente, de manera palpable y aunque sea sólo de manera esporádica, en algunas luchas de los trabajadores.

Este punto es fundamental. En su absoluta generalidad, la categoría de contradicción dialéctica implica una relación de oposición entre dos contrarios que se niegan mutuamente en el interior de la unidad que ambos formen y que expresa el concepto de la cosa. Empero la negación tiene determinaciones muy diversas, cada tipo de cosa tiene su propio tipo de negación, de tal manera que en cada una resulta un desarrollo propio y por ende su género propio de ideas y de conceptos. De tal modo que un género de contradicción se define racionalmente  por el tipo de negación que lo ha generado, dándole así mismo su esencia y que determina todo su desarrollo hasta su resolución. Es antagónica una contradicción en la que un contrario es negado por el otro en su existencia misma. Es por ello que su desarrollo presupone la supresión de uno de los contrarios y el otro contrario es liberado. La contradicción no-antagónica es aquella en la que cada contrario niega al otro en su identidad, por lo que su desarrollo presupone únicamente la separación transitoria y relativa de los contrarios al interior de la cosa, de su unidad. La resolución consiste en el establecimiento de una forma nueva de identidad entre ambos contrarios.

Por lo mismo, la contradicción entre la producción social y la apropiación privada al interior de la sociedad capitalista es por esencia una contradicción antagónica y la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio en la mercancía es por esencia una contradicción no-antagónica. Esto deja claro que por esencia una contradicción antagónica no puede convertirse en no-antagónica y viceversa. Si esto pudiera hacerse, el antagonismo y el no-antagonismo serían formas inesenciales de la contradicción. Apunto además que este modo de considerar la cosa, este tipo de falsas transformaciones, le quita toda objetividad a la dialéctica materialista y por consiguiente el carácter objetivo del antagonismo de clases en la sociedad capitalista.

En la próxima entrega voy a abordar directamente el salto cualitativo como resolución de las contradicciones. Era necesario dejar claro que es lo esencial en cada una de las contradicciones, pues algunos piensan que lo que caracteriza a la contradicción antagónica es la violencia misma y asimilan el salto cualitativo a una explosión, a algo obligatoriamente violento y sobre todo intrínseco a la contradicción en sí.  

11 marzo 2015

Contradicciones X



Creo que la dialéctica no se puede reducir a la unidad y lucha de contrarios.  Espero ver la continuación de la exposición que explique los saltos de calidad, las negaciones y los métodos”. Esto es lo que uno de mis lectores ha dejado en los comentarios en uno de los artículos de esta serie.

Así dicho me resulta un tanto caricaturante para lo que venía escrito ya hasta ese momento en mi exposición, pues creo que ya había mostrado en qué consiste la unidad de los contrarios, que por supuesto no ha quedado expuesto de manera exhaustiva, mas espero que por lo menos se entienda qué son realmente los contrarios y en qué consiste esa unidad. Y la lucha de los contrarios es lo que nos lleva a la resolución de la contradicción misma. La contradicción consiste en la negación. O sea que se incluye en la exposición misma de la contradicción. Es posible que la categoría “negación” aún no haya quedado ni clara, ni tampoco la he expuesto aparte.  No obstante es necesario insistir que esta categoría en el sistema de Hegel se supedita a la unidad e identidad de los contrarios y se trata del límite de la cosa y de allí la posición del ser determinado. En Marx la cosa se presenta de otra manera, pero no deja de abarcar (”asumir”) lo hegeliano, hay un desarrollo, porque digamos que existen dos tipos de negación, La primera que se le puede llamar de funcionamiento: que es la determinación material o intelectual de un término de la contradicción como otro de un otro en la contradicción no-antagónica y de adversario del  otro en la contradicción antagónica y que es con esos otros que forman la unidad de la contradicción. La segunda es la negación de desarrollo que es la acción material o intelectual por la que un momento anterior del desarrollo es suprimido o superado.

El famoso “salto de calidad” no se puede ni siquiera abordar sensatamente si no lo referimos a la contradicción, pues se trata de una de las resoluciones de ésta. El estimado lector que afirmaba “que la dialéctica no se puede reducir a la unidad y lucha de contrarios” no se daba cuenta que la dialéctica no es que se reduzca a la contradicción, sino que trata de la contradicción y todo el desarrollo de la dialéctica no se puede exponer afuera de los principales problemas y temas que tienen que ver con la unidad e identidad de los contrarios. Todas las grandes categorías filosóficas se tienen que abordar en su desarrollo, lo que implica verlos en su funcionamiento contradictorio.

Muchos de los manuales sobre el marxismo que circularon desde mediados del siglo XX presentaban este famoso “salto cualitativo” como una de las tres leyes fundamentales de la dialéctica materialista, junto a la unidad de los contrarios y la lucha de los contrarios. Otros manuales convertían estas dos últimas categorías en una sola ley y agregaban la negación de la negación como otra ley. Sobre esto hay mucho que decir, empero es imposible admitir aunque fuera a lo largo algunos renglones lo sensato de tales alegaciones. Esta es la prolongación del esquematismo al que llevó Stalin a la dialéctica, aunque en parte fuera culpable de esta deformación Engels mismo por algunas formulaciones un poco ambiguas. Pero la dialéctica no es una ciencia, sino que una lógica, una directiva para pensar, de la dialéctica no se puede obtener ningún conocimiento concreto de la realidad por mera aplicación de sus “leyes”. Los conocimientos se obtienen del estudio concreto de una realidad concreta, pero las ciencias y las técnicas tienen sus propios métodos, la dialéctica en tanto que lógica puede ayudar a pensar estos mismos métodos y los resultados obtenidos. Pero la dialéctica no es una filosofía que esté sobre las ciencias y las dirija o pueda dirigirlas.

El cambio de calidad de una contradicción es en realidad una alteración en su determinidad, dicho de otra manera, cambio en su esencia. Esto se vuelve efectivo en las contradicciones antagónicas y en las no-antagónicas. La determinidad posee dos momentos distintos —anoto esto aquí para no dejar en el aire una categoría fundamental de la dialéctica—: la determinación y la disposición. La determinación es el algo en cuanto lo que es en sí; la disposición (algunos dicen “posición”) es lo que un algo es para-otro. Estos dos momentos no se toman aisladamente, sino que en permanente respectividad, es decir, cada uno se refiere al otro en permanencia, esta respectividad constituye la cualidad de ese algo. El cambio puede suceder ya sea en la determinación o en la disposición, pero como ambos son momentos de la determinidad, momentos de la calidad, poco importa qué es lo que cambia primero porque su respectividad (el relacionarse mutuamente, el asumirse) cambia y al cambiar cambia la naturaleza del algo, de la cosa.

Si impone agregar una elucidación de lo que significan los términos asumir y asumido, se trata nos dice Hegel de “una determinación fundamental que retorna sin más por todas partes, y cuyo sentido hay que aprehender determinadamente, diferenciándolo en particular de la nada.— Lo que se asume no se convierte por ello en nada. Nada es lo inmediato; un asumido es por el contrario un mediado, lo que no es, pero como resultado que ha surgido de un ser. Tiene aún, por consiguiente, en sí la determinación de la que procede.

Asumir tiene en el lenguaje el doble sentido de significar tanto conservar, mantener, como igualmente hacer cesar, poner punto final. El conservar incluye ya dentro de sí lo negativo de que algo venga a ser privado de su inmediatez y, por ende, de su estar abierto a las influencias exteriores, y ello con el fin de mantener ese algo. — Así, lo asumido es algo al mismo tiempo conservado que no ha perdido sino su inmediatez, pero no por ello ha desaparecido”.
Determinado con más exactitud, lo asumido es aquí algo asumido solamente en la medida en que ha pasado a entrar en unidad con su contrapuesto; en esta determinación precisa, él es algo reflexionado y puede ser llamado, convenientemente, m o me n t o. —“

O sea en la unidad que hemos nombrado devenir el ser y la nada son momentos, sus momentos. “Ser es ser y nada es nada solamente en su diferencialidad del uno respecto al otro; pero en la verdad de ambos, dentro de su unidad, ellos han desaparecido como esas determinaciones y son ahora algo otro. Ser y nada son lo mismo; porque son lo mismo, por eso no son ya ser y nada, y tienen una determinación diversa: dentro del devenir, fueron surgir y perecer, dentro del estar, en cuanto unidad determinada de otro modo son a su vez, momentos determinados de otro modo.”

Voy a darles un ejemplo, el fonema es la unidad de un sonido y de la percepción mental de ciertas características de ese sonido. Ambas no son lo mismo mientras estén separadas, mientras no entren a formar parte del sistema fonológico de una lengua determinada. Una vez ya formando parte de éste, la percepción mental (auditiva) y el sonido mismo conforman el fonema: la percepción y el sonido son momentos del fonema, dejan de ser lo que eran antes, ahora han pasado a ser lo mismo, han sido asumidos, ya no se diferencian en la unidad “fonema”. Pueden ver también este otro material, haciendo clic aquí.





05 marzo 2015

Contradicciones IX



Voy a citar directamente un largo párrafo de Mao que viene al inicio de “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”:

“En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene doble carácter. En el período de la revolución democrático-burguesa, ella tenía en su carácter tanto un lado revolucionario como otro conciliador. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera obteniendo ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista. La burguesía nacional difiere del imperialismo, la clase terrateniente y la burguesía burocrática. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es de suyo antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos. Pero la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía nacional, o si ella no acepta esta política nuestra”.

La ausencia total de rigor teórico salta a la vista en este párrafo. La determinación antagónica de la contradicción entre las clases de la sociedad capitalista es tratada como una variable circunstancial y no como esencial de la contradicción misma. Incluso que en el párrafo mismo, Mao Tse-tung nos dice que “La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es de suyo antagónica”. Empero este “de suyo” no es esencial para Mao, pues depende de algo externo, de “las condiciones concretas de China”. O sea que lo que sirve de fundamento para caracterizar esta contradicción, es decir, la explotación que la clase burguesa ejerce sobre los asalariados, puede desaparecer por un simple tratamiento apropiado. Mao confunde la política en una circunstancia dada y las posibles soluciones a la contradicción y la esencia misma de la contradicción. Esto significa que el antagonismo no reside en sí en la contradicción, sino que es una variable del tratamiento que podamos darle, correcto o incorrecto.

Esto no deja de provocar estupefacción, pues uno no llega a saber exactamente a qué se refiere Mao cuando habla de antagonismo y de no-antagonismo. De un lado se nos dice que el antagonismo o el no-antagonismo son caracteres esenciales de la contradicción, pero del otro lado el antagonismo sería apenas “una forma de la lucha de contrarios”. Por un lado el antagonismo o el no-antagonismo son esencialmente inherentes a la contradicción mientras no haya “cambiado totalmente su calidad”, pero el antagonismo es sólo un momento “no universal”, aunque siempre posible en el desarrollo de cualquier contradicción. Un ejemplo que nos da Mao es la lucha en el interior del partido entre fracciones opuestas que si la tratamos convenientemente es una contradicción no-antagónica, pero si no aplicamos la buena política se puede convertir en antagónica.

Esta manera de entender el antagonismo no tiene nada que ver  con la de Marx y Lenin para quienes el antagonismo es un rasgo de esencia de la contradicción, que puede existir perfectamente en un estado latente y que se distingue fundamentalmente de las formas de la lucha de contrarios en un estadio dado de su desarrollo. Esto no tiene nada que ver con el tratamiento que se le pueda dar, pues entonces se confunde la esencia con la forma que puede tomar el antagonismo en el desarrollo de la contradicción. La transformación del antagonismo en no-antagonismo y viceversa se vuelve pues en una noción confusa que nos remite una vez a un cambio real de esencia de la contradicción y otras veces a una simple modificación de sus formas.

Aquí podemos medir los estragos que puede causar la falta de rigor de la dialéctica en Mao, no encontramos allí la búsqueda exigente de las determinaciones lógicas que hacen de las indicaciones de Marx y de Lenin —a pesar del carácter incompleto y como dijimos un tanto enigmático— verdaderos aportes filosóficos. En Mao no hay una investigación rigurosa de las determinaciones lógicas, sino que una serie de ilustraciones empíricas, ejemplos muy heterogéneos. Es lo que sucede a todo lo largo de su folleto “De la contradicción”, no hay análisis conceptuales, sino ejemplos que a veces son posiciones políticas, actitudes puntuales que tomó el partido chino durante diferentes momentos de su lucha contra el imperialismo japonés o estadunidense y el tratamiento que le dio a las alianzas posibles contra el enemigo común con la burguesía china.

Es aquí donde llego a lo que sustentaba la política del PCS durante los años sesenta y setenta, en los que la contradicción fundamental entre la burguesía y los trabajadores era disfrazada en posibles alianzas para llegar al poder. Los comunistas salvadoreños se aliaban a una fracción de la burguesía declarando como único enemigo a la oligarquía. Pero de lo que se trataba era de poner a los trabajadores al servicio de una fracción burguesa para conquistar el poder político en su beneficio. En la actualidad, el FMLN en el poder, ya no alude ni a la dialéctica de Mao, ni mucho menos a la de Lenin, pero sí se ha puesto al servicio de la oligarquía y a veces trata de aliarse con sectores burgueses que intentan competir con los grandes burgueses. Los dirigentes del FMLN fingen no darse cuenta que esas luchas intestinas interburguesas son permanentes, que los capitales siempre están en competición, en rivalidad. Esta competición se da incluso a nivel internacional, lo que no impide estrecha alianza entre ellos para enfrentar a su enemigo esencial, a los trabajadores.

En el párrafo de Mao que cito arriba, en su primera frase nos damos cuenta que su falta de rigor identifica la noción de pueblo y de nación. Pues en esos momentos era la nación china, el pueblo y la burguesía la que enfrentaba al imperialismo que intervenía en el territorio nacional chino. Pero para trasladar a la burguesía “nacional” o “nacionalista” al seno del pueblo se necesita una flexibilidad conceptual muy elástica. En el caso de Mao, en la lucha contra el imperialismo invasor, se puede entender que busque alianzas con la burguesía, que de todos modos sabía que iban a ser de corto plazo, hasta que se expulsara al enemigo común fuera del territorio nacional. Pero de allí a decretar inconsecuentemente que la contradicción antagónica deja de serlo, hay un paso que no se puede dar si uno quiere pensar con rigor.