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11 marzo 2015

Contradicciones X



Creo que la dialéctica no se puede reducir a la unidad y lucha de contrarios.  Espero ver la continuación de la exposición que explique los saltos de calidad, las negaciones y los métodos”. Esto es lo que uno de mis lectores ha dejado en los comentarios en uno de los artículos de esta serie.

Así dicho me resulta un tanto caricaturante para lo que venía escrito ya hasta ese momento en mi exposición, pues creo que ya había mostrado en qué consiste la unidad de los contrarios, que por supuesto no ha quedado expuesto de manera exhaustiva, mas espero que por lo menos se entienda qué son realmente los contrarios y en qué consiste esa unidad. Y la lucha de los contrarios es lo que nos lleva a la resolución de la contradicción misma. La contradicción consiste en la negación. O sea que se incluye en la exposición misma de la contradicción. Es posible que la categoría “negación” aún no haya quedado ni clara, ni tampoco la he expuesto aparte.  No obstante es necesario insistir que esta categoría en el sistema de Hegel se supedita a la unidad e identidad de los contrarios y se trata del límite de la cosa y de allí la posición del ser determinado. En Marx la cosa se presenta de otra manera, pero no deja de abarcar (”asumir”) lo hegeliano, hay un desarrollo, porque digamos que existen dos tipos de negación, La primera que se le puede llamar de funcionamiento: que es la determinación material o intelectual de un término de la contradicción como otro de un otro en la contradicción no-antagónica y de adversario del  otro en la contradicción antagónica y que es con esos otros que forman la unidad de la contradicción. La segunda es la negación de desarrollo que es la acción material o intelectual por la que un momento anterior del desarrollo es suprimido o superado.

El famoso “salto de calidad” no se puede ni siquiera abordar sensatamente si no lo referimos a la contradicción, pues se trata de una de las resoluciones de ésta. El estimado lector que afirmaba “que la dialéctica no se puede reducir a la unidad y lucha de contrarios” no se daba cuenta que la dialéctica no es que se reduzca a la contradicción, sino que trata de la contradicción y todo el desarrollo de la dialéctica no se puede exponer afuera de los principales problemas y temas que tienen que ver con la unidad e identidad de los contrarios. Todas las grandes categorías filosóficas se tienen que abordar en su desarrollo, lo que implica verlos en su funcionamiento contradictorio.

Muchos de los manuales sobre el marxismo que circularon desde mediados del siglo XX presentaban este famoso “salto cualitativo” como una de las tres leyes fundamentales de la dialéctica materialista, junto a la unidad de los contrarios y la lucha de los contrarios. Otros manuales convertían estas dos últimas categorías en una sola ley y agregaban la negación de la negación como otra ley. Sobre esto hay mucho que decir, empero es imposible admitir aunque fuera a lo largo algunos renglones lo sensato de tales alegaciones. Esta es la prolongación del esquematismo al que llevó Stalin a la dialéctica, aunque en parte fuera culpable de esta deformación Engels mismo por algunas formulaciones un poco ambiguas. Pero la dialéctica no es una ciencia, sino que una lógica, una directiva para pensar, de la dialéctica no se puede obtener ningún conocimiento concreto de la realidad por mera aplicación de sus “leyes”. Los conocimientos se obtienen del estudio concreto de una realidad concreta, pero las ciencias y las técnicas tienen sus propios métodos, la dialéctica en tanto que lógica puede ayudar a pensar estos mismos métodos y los resultados obtenidos. Pero la dialéctica no es una filosofía que esté sobre las ciencias y las dirija o pueda dirigirlas.

El cambio de calidad de una contradicción es en realidad una alteración en su determinidad, dicho de otra manera, cambio en su esencia. Esto se vuelve efectivo en las contradicciones antagónicas y en las no-antagónicas. La determinidad posee dos momentos distintos —anoto esto aquí para no dejar en el aire una categoría fundamental de la dialéctica—: la determinación y la disposición. La determinación es el algo en cuanto lo que es en sí; la disposición (algunos dicen “posición”) es lo que un algo es para-otro. Estos dos momentos no se toman aisladamente, sino que en permanente respectividad, es decir, cada uno se refiere al otro en permanencia, esta respectividad constituye la cualidad de ese algo. El cambio puede suceder ya sea en la determinación o en la disposición, pero como ambos son momentos de la determinidad, momentos de la calidad, poco importa qué es lo que cambia primero porque su respectividad (el relacionarse mutuamente, el asumirse) cambia y al cambiar cambia la naturaleza del algo, de la cosa.

Si impone agregar una elucidación de lo que significan los términos asumir y asumido, se trata nos dice Hegel de “una determinación fundamental que retorna sin más por todas partes, y cuyo sentido hay que aprehender determinadamente, diferenciándolo en particular de la nada.— Lo que se asume no se convierte por ello en nada. Nada es lo inmediato; un asumido es por el contrario un mediado, lo que no es, pero como resultado que ha surgido de un ser. Tiene aún, por consiguiente, en sí la determinación de la que procede.

Asumir tiene en el lenguaje el doble sentido de significar tanto conservar, mantener, como igualmente hacer cesar, poner punto final. El conservar incluye ya dentro de sí lo negativo de que algo venga a ser privado de su inmediatez y, por ende, de su estar abierto a las influencias exteriores, y ello con el fin de mantener ese algo. — Así, lo asumido es algo al mismo tiempo conservado que no ha perdido sino su inmediatez, pero no por ello ha desaparecido”.
Determinado con más exactitud, lo asumido es aquí algo asumido solamente en la medida en que ha pasado a entrar en unidad con su contrapuesto; en esta determinación precisa, él es algo reflexionado y puede ser llamado, convenientemente, m o me n t o. —“

O sea en la unidad que hemos nombrado devenir el ser y la nada son momentos, sus momentos. “Ser es ser y nada es nada solamente en su diferencialidad del uno respecto al otro; pero en la verdad de ambos, dentro de su unidad, ellos han desaparecido como esas determinaciones y son ahora algo otro. Ser y nada son lo mismo; porque son lo mismo, por eso no son ya ser y nada, y tienen una determinación diversa: dentro del devenir, fueron surgir y perecer, dentro del estar, en cuanto unidad determinada de otro modo son a su vez, momentos determinados de otro modo.”

Voy a darles un ejemplo, el fonema es la unidad de un sonido y de la percepción mental de ciertas características de ese sonido. Ambas no son lo mismo mientras estén separadas, mientras no entren a formar parte del sistema fonológico de una lengua determinada. Una vez ya formando parte de éste, la percepción mental (auditiva) y el sonido mismo conforman el fonema: la percepción y el sonido son momentos del fonema, dejan de ser lo que eran antes, ahora han pasado a ser lo mismo, han sido asumidos, ya no se diferencian en la unidad “fonema”. Pueden ver también este otro material, haciendo clic aquí.





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